Victor-Marie Hugo
( 26 de febrero de 1802 – París; 22 de mayo de 1885)
Fue un escritor, dramaturgo, poeta, político, académico e intelectual francés, considerado como uno de los más importantes escritores románticos en lengua francesa.
Elemento clave de la historia de la literatura de su país y de la del S.XIX, es autor de una obra enormemente variada.
Fue a la vez poeta lírico con obras como Odes et Ballades (1826), Les Feuilles d’automne (1832) o Les Contemplations (1856), poeta comprometido contra Napoleón III en Les Châtiments (1853) y poeta épico en La Légende des siècles (1859 y 1877).
Fue un novelista popular de enorme éxito con Notre-Dame de Paris (1831) o Les Misérables (1862).
En teatro expuso su teoría del drama romántico en la introducción de Cromwell (1827),[3] ilustrada con Hernani (1830) y Ruy Blas (1838).
Su extensa obra incluye una serie de discursos políticos realizados en la Cámara de los Pares que tratan temas como la pena de muerte, la educación o Europa, crónicas de viajes – Le Rhin (1842) o Choses vues, póstuma (1887 y 1890) – y una abundante correspondencia.
Contribuyó notablemente a la renovación lírica y teatral de la época. Será admirado por sus contemporáneos y aún lo es a día de hoy, aunque ciertos autores modernos le consideren un escritor controvertido.[4] El compromiso político y social que exhibió en sus obras y que le valió una condena al exilio durante los veinte años del Segundo Imperio (1852-70), marcó el camino para posteriores generaciones de escritores.
Sus opiniones político-morales[5] le convirtieron en un héroe para la Tercera República, que celebró un funeral de Estado a su muerte.[6] Sus restos descansan en el Panteón de París.
Su pensamiento político
Victor Hugo en 1883.A partir de 1849, Victor Hugo consagra la tercera parte de su obra a la política, un tercio a la religión y el otro a la filosofía humana y social. El pensamiento de Victor Hugo, complejo, rechaza cualquier condena de las personas y cualquier maniqueísmo, pero no por ello deja de juzgar severamente la sociedad de su tiempo.
Política interiorReformista, desea cambiar la sociedad, pero no de sociedad. A pesar de justificar enriquecimiento, denuncia con vehemencia el sistema de desigualdad social. Está contra los ricos que capitalizan sus beneficios sin reinvertirlos en la producción. La élite burguesa no se lo perdonará. También se opone a la violencia cuando esta se ejerce contra un poder democrático pero la justifica contra un poder ilegítimo. Así, en 1851, hace un llamamiento a las armas («Cargad el fusil y estad atentos») que no es escuchado. Mantiene esa posición hasta 1870. Al estallar la guerra franco-prusiana, Hugo la condena: «guerra de capricho» y no de libertad. Luego, una vez caído el Imperio la guerra prosigue contra la República; el llamamiento de Hugo en favor de la fraternidad no es escuchado. El 17 de septiembre, publica un llamamiento a la insurrección y a la resistencia. Los republicanos moderados están aterrorizados: «¡Mejor Bismarck que los rebeldes!». El pueblo de París, por su parte, se moviliza.
La Comuna Siendo consecuente consigo mismo, Hugo no podía ser seguidor de la Comuna: «Lo que representa la Comuna es inmenso, podría hacer grandes cosas, sólo hace las pequeñas. Y cosas pequeñas que son cosas odiosas, es lamentable. Que se me entienda bien, soy un hombre de revolución. Acepto pues las grandes necesidades, con una sola condición: y es que sean la confirmación de los principios y no su quiebra. Todo mi pensamiento oscila entre esos dos polos: civilización-revolución. La construcción de una sociedad igualitaria solo podría derivar de una recomposición de la misma sociedad liberal». Sin embargo, ante la represión que sufren los comuneros, el poeta manifiesta su asqueo: «Unos bandidos han matado a 64 rehenes. ¡Se les responde matando 6.000 prisioneros!».
La cuestión socialHugo no se cansó de denunciar la segregación social y las desigualdades que se acrecentaban en su pueblo. Tras la última reunión pública que preside declara: «Queda la cuestión social. Es terrible, pero sencilla, ¡es la cuestión de los que tienen y la de los que no tienen!». Se trataba de hecho de recaudar fondos que permitieran a 126 delegados obreros acudir al primer Congreso socialista de Francia, en Marsella.
Fue considerado como el padre de la novela social en Francia, como Charles Dickens lo era en Inglaterra.
DiscursosVictor Hugo pronunció a lo largo de su carrera política varios grandes discursos:
Uno sobre la defensa del litoral.
Uno sobre la condición de la mujer.
Uno contra la enseñanza religiosa y a favor de la escuela laica y gratuita.
Varias diatribas contra la pena de muerte («¿Qué dice la sociedad? «No me matarás». ¿Cómo lo dice? ¡Matando!»).
Varios discursos a favor de la paz.
Uno a favor del sufragio universal.
A la conquista de África.
La paz a través del comercioSe manifiesta como ardiente defensor de una colonización humanista, aunque matiza que debe ser provisional y durar sólo el tiempo necesario, que sustituya a las antiguas guerras de conquista. Así, el 18 de mayo de 1879, tras un banquete que celebraba la abolición de la esclavitud, Victor Hugo pronuncia un discurso en favor de la colonización llevada por la Tercera República: «El Mediterráneo es un lago de civilización; no es casualidad que el Mediterráneo tenga en una de sus orillas el viejo universo y en la otra el universo ignoto, es decir, a un lado toda la civilización y al otro toda la barbarie […]. Dios ofrece África a Europa. Tomadla. Tomadla, no para el cañón, sino para el arado; no para el sable, sino para el comercio; no para la batalla, sino para la industria; no para la conquista, sino para la fraternidad. Verted vuestros excedentes en esta África, y de paso resolved vuestros problemas sociales, haced que vuestros proletarios sean propietarios. ¡Venga, haced! Haced carreteras, haced puertos, haced ciudades; cruzad, cultivad, colonizad, multiplicad».
Insiste continuamente en el hecho de que el comercio sustituirá a la guerra, sin llegar a prever sin embargo, como hará amargamente más adelante Georges Bernanos, que acabaremos «peleando por la clientela a cañonazos». En esa visión del orden comercial que sustituye al orden militar, se anticipa al filósofo Alain.
Esa visión positiva de la misión del hombre se condensa en uno de sus versos más conocidos: «Colabora con Dios. Prevé. Provee. Ten cuidado».
Sin embargo, nada nos permite suponer que Hugo, a pesar de su entusiasmo por la colonización por pioneros idealistas, no hubiera condenado, si lo hubiera intuido, el orden colonialista tan diferente que siguieron los países colonizadores en las décadas siguientes. Su lucha social y su defensa a ultranza de las minorías oprimidas (intervino para pedir el indulto de John Brown, guerrillero abolicionista norteamericano) en ese sentido es bastante clara.
Los Estados Unidos de EuropaVéase Estados Unidos de Europa.
Una esperanza que nunca abandona es la de los futuros Estados Unidos de Europa. Sus contemporáneos juzgan absurda esa idea: se considera que la rivalidad entre Francia y Alemania no puede desaparecer. Habrá que esperar hasta la segunda mitad del Siglo XX para que esta idea se retome y se admita, llegando incluso a concretarse con la generalización del euro: el comercio ha sustituido a la guerra, como Victor Hugo previó.
Obras
Victor Hugo en 1885.
Obras publicadasOdas y poesías varias (1822)
Han de Islandia (1823)
Nuevas Odas (1824)
Bug-Jargal (1826)
Odas y baladas (1826)
Cromwell (1827)
Las Orientales (1829)
El último día de un condenado (1829)
Marion de Lorme (1829)
Hernani (1830)
Nuestra Señora de París (1831)
Marion Delorme (1831)
Las hojas de otoño (1831)
El rey se divierte (1832)
Lucrecia Borgia (1833)
María Tudor (1833)
Estudio sobre Mirabeau (1834)
Literatura y filosofía mezcladas (1834)
Claude Gueux (1834)
Angelo (1835)
Los Cantos de crepúsculo (1835)
Las voces interiores (1837)
Ruy Blas (1838)
Los rayos y las sombras (1840)
La Mansión Morty (1841)
El Rhin (1842)
Los Burgraves (Burgraves) (1843)
Napoleón el pequeño -aludiendo a Napoleón III- (1852)
Los castigos (1853)
Cartas a Luis Bonaparte (1855)
Las contemplaciones (1856)
La leyenda de los siglos (Primera serie) (1859)
Los miserables (1862)
William Shakespeare (1864)
Las canciones de las calles y de los bosques (1865)
Los trabajadores del mar (1866)
París-Guía (1867)
El hombre que ríe (1869)
El año terrible (1872)
Noventa y tres (1874)
Mis hijos (1874)
Actos y palabras — Antes del exilio (1875)
Actos y palabras — Durante el exilio (1875)
Actos y palabras — A partir del exilio (1876)
La leyenda de los siglos (Nueva serie) (1877)
El arte de ser abuelo (1877)
Histoire de un crimen — 1ª parte (1877)
Histoire de un crimen — 2ª parte (1878)
El Papa (1878)
Religiones y religión (1880)
El asno (1880)
Los cuatro vientos del alma (1881)
Torquemada (1882)
La leyenda de los siglos (Serie complementaria) (1883)
El Archipiélago de la Mancha (1883)
[editar] Obras póstumasTeatro en libertad (1886)
El fin de Satán (1886)
Cosas vistas — 1ª serie (1887)
Toda la Lira (1888)
Alpes y Pirineos (1890)
Dios (1891)
Francia y Bélgica (1892)
Toda la Lira (nueva serie) (1893)
Correspondencia — Tomo I (1896)
Correspondencia — Tomo II (1898)
Los años funestos (1898)
Cosas vistas — 2ª serie (1900)
Post-scriptum de mi vida (1901)
Última cosecha (1902)
Mil francos de recompensa (1934)
Océan. Montón de piedras (1942)
Piedras (1951)
Quatre-vingt-treize (1984)
Mélancholia
Obras sobre Victor Hugo
André Maurois, Olympio o la vida de Victor Hugo.
Alain Decaux, Victor Hugo.
Martin Feller, Der Dichter in der Politik. Victor Hugo und der deutsch-französische Krieg von 1870/71.
Untersuchungen zum französischen Deutschlandbild und zu Hugos Rezeption in Deutschland. Tesis doctoral, Marburg, 1988.
Obras de Victor Hugo disponibles en el Proyecto Gutemberg
Obras de Victor Hugo: texto, concordancias y lista de frecuencia
Victor Hugo en Lecturalia
Nuestra señora de París en Wikisource en francés
Obra plástica de Victor Hugo