El español se impuso ante el número 1 del mundo por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3) y 9-7, para avanzar a su octava final de Roland Garros, en busca de su octavo título.
Nadal y Ferrer, a la gran final
PARÍS — Hay final española en Roland Garros. Primero se vivió un partido épico, que será recordado por mucho tiempo. Fue de menor a mayor y lo tuvo todo, hasta un desenlace apasionante. Y el festejo, una vez más, en manos del español Rafael Nadal, que se impuso al serbio Novak Djokovic por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3) y 9-7 y avanzó al partido decisivo de Roland Garros, donde suma 58 victorias -y una derrota- e irá en busca de su octavo título. Después, en la segunda semifinal, la otra figura española, David Ferrer (4º), derrotó al francés Jo-Wilfried Tsonga (6º cabeza de serie) por 6-1, 7-6 (3) y 6-2 y jugará su primera definición de Grand Slam.
Djokovic intentó poner sus condiciones sobre la mesa en el comienzo. Con ángulos y cambios de ritmo trató de sacar de su eje a Nadal, quien poco a poco, aunque siempre dentro del partido, se empezó a acomodar. En el quinto game, con el español mucho más agresivo, Nole estuvo en problemas con su servicio. Y en el séptimo, en otro juego largo, quedó de rodillas. Primer quiebre en el partido. El zurdo, al mando por 6-4.
El serbio tenía en claro que debía hacer algo distinto para que no se repitiera lo que sucedió en los primeros 51 minutos de juego. Sin embargo no lograba hacer pie. Se lo notaba incómodo, por momentos desordenado y con una velocidad de pelota muy distinta a la habitual. Y encima Nadal no le aflojaba. Quiebre y 3-2 para el español.
No obstante, esa nueva rotura pareció ser la alarma para Djokovic. El partido se le iba de las manos. Y ahí despertó. De a poco se empezó a meter más en la cancha para sus impactos y pasó a ser muchísimo más agresivo. Recuperó el quiebre y mantuvo su servicio, para ganar por primera vez en el partido dos games de manera consecutiva y ponerse 4-3.
Y hubo más, porque llegó lo mejor del número uno del mundo. Su revés comenzó a hacer daño y explotó su derecha invertida. Y también explotó él, con un grito de confianza al quedarse con el set y poner equilibrio en París.
El tercer set fue pura sorpresa. Nadal dominó de principio a fin, algo inesperado por cómo se habían dado los últimos games. Llevó a Djokovic nuevamente al terreno de la incomodidad y el serbio, pegando muchas veces fuera de foco, se repitió en errores. Dos quiebres rápido para una ventaja de 4-0 que pareció inalterable. Y así lo fue. Sólido 6-1 para Nadal, perdiendo apenas 12 puntos (uno por penalización por demora en el saque).
El comienzo del cuarto set mostró otra versión de Djokovic, más parecida a la del segundo set. Se lo veía mejor físicamente y entero de la cabeza. Pero en un parcial muy parejo, el primero en sacar ventaja fue Nadal: quiebre en el séptimo game para ponerse 4-3. Parecía todo listo.
Sin embargo, nervios e irregularidad. Djokovic recuperó la rotura y puso el 4-4. Hubo más, porque Nole falló tres derechas seguidas (dos ofensivas y una en defensa) para un nuevo break del español. Y llegó otra rápida respuesta del serbio, cuando estaba contra las cuerdas. Al tiebreak, para mayor adrenalina. Y ahí fue mucho más certero Djokovic, que extendió la historia a un quinto y decisivo set.
El duelo, como era de esperar, siguió sumando dramatismo. Fue de menor a mayor. Djokovic sacó una luz de ventaja con un quiebre en el inicio, pero Nadal tuvo respuesta en un octavo game que tuvo varios condimentos: a Nole le cantaron un warning de tiempo al sacar y además perdió un punto -ganado con un smash- por tocar la red. Con el 4-4, Nadal no dudó y se puso 5-4; y llegó a estar a dos puntos de la victoria, pero el serbio no se iba a dejar vencer fácilmente, menos aún tras cuatro horas y media de batalla. El final, épico.
No se dieron tregua. Los sacadores mandaban y la historia no dejaba ver un final. Pero ahí apareció Rafa, un tocado por la varita en París. Con la ventaja de 8-7, presionó a Djokovic en el inicio del game. Se le dio en el primer punto; también en el segundo; y en el tercero… Y no se le escapó. El impacto del serbio fue largo y Nadal, siete veces campeón en Roland Garros, pudo desahogarse y festejar su pase a la final.
Nadal, ahora, igualó el récord que ostentaban el argentino Guillermo Vilas, el italiano Nicola Pietrangeli y el suizo Roger Federer, con 58 victorias en Roland Garros. Puede superarlos, inclusive, si vuelve a salir campeón. Djokovic, por su parte, deberá esperar hasta 2014 para levantar la Copa de los Mosqueteros, única ausente de los Grand Slam en sus vitrinas.
Su rival será, el domingo, un conocido suyo y compañero de Copa Davis: Ferrer. Este español se impuso a Tsonga con mucha autoridad, en un encuentro mucho más corto menos atractivo que el primero. David resolvió su segunda semi de Roland Garros y avanzó por primera vez a la final de un torneo de Grand Slam.
Ferrer comenzó a pleno, sólido, agresivo y con su habitual gran defensa, logros quiebres que fueron aplastando a Tsonga y al público local, que espera que se cortara la racha de 30 años sin un campeón francés en el Abierto de su país, pero no podrá ser. Allá lejos, cada vez más lejos, sigue quedando la hazaña de Yannick Noah en 1983 en suelo parisino.
Ilusionó Tsonga consiguiendo un rompimiento en el inicio del segundo parcial, pero se restableció Ferrer, cerró ese set en tie-break por 7-3 y volvió a ser apabullante con su juego consistente y sin fisuras en el tercero. Ahora supera 3-1 a Tsonga en los enfrentamientos entre sí, sufriendo el local una gran decepción.
Tsonga, de 28 años y 8º del ranking de la ATP, no pudo ante el oficio de Ferrer, de 31 años, un especialista en polvo de ladrillo, que estuvo mucho más lúcido e impidió con sus variantes que el local jugara un duelo tan rápido, de ida y vuelta, como en su victoria de cuartos de final sobre el suizo Roger Federer.
«Me siento muy bien. Estoy muy contento. Estar en la final de Roland Garros es un sueño. Es lo más importante de mi vida», dijo el español tras apuntarse la victoria. Ferrer está 4-19 contra Nadal y no lo supera desde los cuartos de Australia 2011.
Así, el galo sigue sin coronas de Grand Slam en sus vitrinas, ya que perdió la única que disputó, en Australia 2008, contra Djokovic. Para Ferrer, en tanto, llega el momento tan soñado, en su torneo preferido, pero sabe que enfrente tendrá al rival más exigente de todos, a su conocido Nadal. Y es consciente que siempre se le hace cuesta arriba frente a Rafa. Llega la cuarta final puramente española en Roland Garros.