Los 30 días que cambiaron la Iglesia
“¡Cuántas tonterías debe decir…!”. Con una sonrisa cómplice, el Papa Francisco bromeó al leer la portada de nuestro libro “De Benedicto a Francisco. Los 30 días que cambiaron la Iglesia”. A tres meses del inicio de su pontificado, parece no tomarse demasiado en serio. Aunque su elección ya cambió la Iglesia para siempre, él prefiere mantenerse con los pies sobre la tierra. Por lo pronto ya tiene su copia, que hojeó con curiosidad. “Es la fotografía periodística de un tiempo histórico, ojalá se anime a leerlo”, le dijimos, aunque sabemos que tiene otras prioridades.
Jorge Mario Bergoglio se concede a todos, sin distinción. Desde los “motoqueros” fanáticos de las Harley-Davidson hasta los activistas pro-vida. Pero su elección no se podría comprender sin su predecesor, Benedicto XVI. Sin la sorpresiva renuncia de Joseph Ratzinger nunca hubiese existido el Papa “venido del fin del mundo”. El testimonio de este paso de estafeta quedó plasmado a lo largo de las 200 páginas del libro, que ya es segunda edición.
A 90 días exactos de la misa de inicio de pontificado, resulta interesante escuchar un primer balance. Tendrá lugar en un coloquio con motivo de la presentación del libro. Será también una excusa para hablar del pontificado de Francisco y las expectativas abiertas en torno a él. Comentarán el texto dos personajes que conocen desde hace tiempo a Bergoglio: Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina y Andrea Tornielli, coordinador del Vatican Insider (La Stampa de Turín).
¿Que provocó la dimisión de Benedicto XVI? ¿Cuáles son las motivaciones más profundas de su decisión histórica? ¿Cómo se vivió este significativo acontecimiento en el corazón del Vaticano? ¿Qué situaciones han influido la reflexión de los cardenales antes del más reciente Cónclave? ¿Qué determinó la elección de Francisco, el Papa “venido del fin del mundo”? En un ejercicio periodístico el libro intenta responder a estas preguntas y a otras preguntas, además de ser un relato muy dinámico de los días que pusieron a la Iglesia “patas para arriba”.
Todos estos temas serán motivo de atención en el coloquio, al cual están invitados todos sin excepción (los que se encuentran en la ciudad eterna, obviamente). La cita es el próximo miércoles 19 de junio a las 17:00 horas en el Aula del Senado Académico de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Piazza di Sant’Apollinare, 49. ¡Los esperamos!
Serafines susurran.- Que el libro ha sorprendido en Colombia, donde ya es segunda edición. Pero también se vende en Perú y en Chile, donde se encuentra las librerías más importantes. A inicios de agosto estaremos en esos dos países, para participar en presentaciones y otros encuentros. Ya les informaremos.
Querubines replican.– Que el Papa Francisco ya “movió ficha” en esta partida de ajedrez que parece ser su labor de limpieza en El Vaticano, Curia Romana y alrededores. El sábado último designó al sacerdote italiano Battista Mario Salvatore Ricca como nuevo prelado “ad interim” del IOR, el Instituto para las Obras de Religión, coloquialmente conocido como el “banco del Vaticano”.
Un breve comunicado selló la designación. A contrapelo de la costumbre, en este caso el nombramiento contó con la “aprobación del Santo Padre”. Los anteriores dos prelados de la historia del IOR, Donato De Bonis y Piero Pioppo, no requirieron el aval explícito del líder católico. Pero la autorización de Jorge Mario Bergoglio no fue un simple palomeó. No por nada la mayor parte de los observadores vieron la mano del mismo Papa tras el nuevo prelado.
Bergoglio conoce a Battista Ricca desde hace ya varios años. Cuando era arzobispo de Buenos Aires y viajaba a la capital italiana, siempre se hospedaba en la Domus Internationalis Paulus VI de Via della Scrofa 70. Incluso antes del último Cónclave ahí tuvo su morada. Desde hace poco más de siete años Ricca es director de esa casa, pero también los es de Santa Marta, la residencia ubicada dentro del territorio vaticano que durante el año funciona como hotel y en tiempos de elección papal acoge a los cardenales. Se trata de la misma casa que ocupa ahora Francisco como su residencia.
Así las cosas la relación entre ambos data de tiempo atrás. Pero quienes conoce bien a Ricca aseguran que se trata de un personaje más que limpio, limpísimo. Un hombre de Dios sin cola que le pisen ni esqueletos en el armario. Y aunque yo no pondría las manos en el fuego, ni por él ni por otro, resulta más que plausible esta versión. Avala además el deseo del Papa de tomar el toro por los cuernos y comenzar un cambio tangible.
Por lo pronto menuda tarea le ha caído a este sacrdote, cuyos predecesores fueron personajes abrazados por la sombra de los intereses de grupo. Como prelado fungirá -oficialmente- como una especie de “enlace” entre la Comisión de Vigilancia del IOR (formada por cinco cardenales notables) y el Consejo de Administración (formado por cuatro laicos especialistas en materia económica). Pero en realidad será también los “ojos” del Papa en esa caja negra que significa el “banco vaticano”, un organismo que es mejor tener bajo control. Por cualquier cosa… vio.