México: menos miseria, pero pobres aún
La medición de la pobreza en el país desvela las vulnerabilidades en seguridad social e ingresos de los mexicanos
Sonia Corona México
Los pobres en México han hecho una transición de una situación extrema a una moderada. Eso reconocen los investigadores del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) que el lunes publicaron los resultados de la medición de pobreza 2012 que desvelaba que en los últimos dos años los mexicanos pobres han aumentado en medio millón. Según el estudio, la pobreza extrema se redujo de 13 millones de personas a 11,5 millones, esa diferencia de población ahora vive en pobreza moderada. Esto significa que aunque más de la mitad de la población del país –unos 53 millones de personas- siguen viviendo en condiciones de miseria, tienen acceso a más servicios que antes. El informe, sin embargo, pone en evidencia las carencias en seguridad social e ingresos que estos mexicanos padecen.
Está el caso de Ernesto, un taxista de la Ciudad de México que a pesar de tener un ingreso mayor al de la línea de bienestar, (más de 180 dólares al mes) tiene que pagar 53 dólares al mes por una vivienda y no cuenta con cobertura de seguridad social. Vive al día y según la cantidad de pasajeros que abordan su vehículo. Como él, unas 71,8 millones de personas carecen de un ingreso fijo y de prestaciones como la seguridad social, dos millones más que en 2010. “El ingreso y la seguridad social están relacionadas con el empleo. Si tienes un empleo, tienes acceso a ingresos y los ingresos -si están arriba de la línea de bienestar- hacen que estés fuera de la pobreza y también el acceso a la seguridad social está relacionada al empleo porque tienes acceso a una pensión”, explica Graciela Teruel, investigadora del CONEVAL. Ernesto no sueña con una pensión, de momento quizá con un mejor trabajo.
La pobreza extrema se redujo de 13 millones de personas a 11,5 millones, esa diferencia de población ahora vive en pobreza moderada.
La carencia de seguridad social está relacionada no solo con la presencia o ausencia de empleo, sino con la calidad de éste. Gerardo Esquivel, economista del Colegio de México, señala que México no ha sido capaz, desde la crisis de 2009, de generar trabajos que no sean precarios y saquen de la pobreza a una buena parte de la población, principalmente joven. “Si no se generan suficientes oportunidades de empleo formal y bien remunerado esos jóvenes terminan incorporándose, no a la fila del desempleo como ocurre en muchos países, sino a un empleo de menor calidad normalmente asociado a un empleo informal que conlleva una carencia de seguridad social”, ha explicado.
Más allá de las condiciones de vida o los servicios a los que tiene acceso la población mexicana, también está la falta de ingresos. Tanto pobres moderados como extremos tienen ingresos cercanos o menores al salario mínimo (4,98 dólares al día). El estudio del CONEVAL señala que 60,6 millones de mexicanos tienen ingresos inferiores a la línea de bienestar (unos 180 dólares al mes) y en dos años esta cifra aumentó en un millón. Sin embargo, Esquivel señala que desde 2010 los precios de los alimentos en México se han elevado más que en otros productos y que las familias con menores ingresos son precisamente las que concentran la mayoría de su compra en alimentación. De ello da cuenta Lourdes, una mujer de 40 años dedicada a la limpieza de hogares, que cada semana obtiene unos 53 dólares por su trabajo y que debe aprovechar para comprar productos de la canasta básica para ella, sus hijos y sus nietos. Ella recuerda la reciente duplicación del precio del huevo en 2012, causada por la escasez del producto en el país, y por la que en su casa este producto dejó de verse.
Al conocer los resultados del estudio del CONEVAL, funcionarios del Gobierno mexicano indicaron que la reducción de la pobreza extrema en los últimos dos años ha sido resultado de las políticas públicas focalizadas en este grupo. Programas como el seguro popular- una cobertura de salud muy básica- o la instalación de piso firme de concreto son algunos ejemplos. “La dimensión que más se redujo fue el acceso a los servicios de salud, eso pudo contribuir a que la gente saliera de la pobreza extrema a la pobreza moderada”, señala Teruel, la investigadora del CONEVAL. En ello coincide Esquivel, quien además hace una crítica: “Los programas sociales sí están ayudando a mejorar las condiciones de vida de la gente, pero se está perdiendo de vista una mejora en los ingresos de la población”, comenta. Sin duda la visibilidad de los efectos de estos programas también está relacionada con que los estudios evalúen específicamente las áreas donde se desarrollan, añade el economista.
Otro sector afectado fuertemente por la pobreza en México es la niñez. Según el CONEVAL, el 52,8 de las personas menores de 18 años viven en condiciones de miseria –unos 21,2 millones de menores- muchos de ellos ya con responsabilidades de adultos. Está el caso de Feliciano Díaz, un niño indígena de 10 años de Chiapas (sureste de México), que la semana pasada fue humillado por un funcionario público del Estado de Tabasco mientras trabajaba en la calle vendiendo dulces. La familia del menor vive en condiciones de pobreza extrema y él debía trabajar para pagar sus útiles escolares. Feliciano no solo pertenece al 41, 7% de los niños en pobreza extrema, sino que además es parte de la población indígena –del 72,3%- carentes de recursos.
La dimensión de la pobreza en México pueden darla también aquellos que no la padecen, ni son vulnerables a ella. De los 117, 3 millones de mexicanos solo 23,2 millones –un 19,8%- no sufren ninguna dificultad económica y tienen los servicios básicos cubiertos. Frente al 45% de mexicanos en pobreza, queda un grupo que es vulnerable a padecerla de 40,7 millones de personas que tienen algunas carencias de servicios o cuyos ingresos apenas llegan al bienestar. Tanto autoridades como académicos coinciden en que aún no se combate el problema de raíz. El Gobierno propone reformas estructurales y los investigadores atención a los ingresos. La certeza de ambos es que algunos mexicanos son menos pobres, pero pobres aún.