El presidente Miramón y las logias masónicas
Wenceslao Vargas Márquez
La Jornada Veracruz
Un 7 de agosto Concepción Lombardo viuda de Miramón firmó en Barcelona, España, sus Memorias. Revisemos lo que dijo ella en relación con las logias masónicas pero antes demos un vistazo rápido al marco político general de la época que le tocó vivir a su esposo, el general Miramón:
A mi juicio, el conservadurismo mexicano -después del fallido imperio de Iturbide- logra su reorganización en el plan de Cuernavaca de 1834 que fue la base de la constitución centralista de 1836. En los párrafos introductorios del plan hay una crítica expresa a la intervención de las logias y la masonería en la vida pública de México. Dos décadas después nace el plan de Tacubaya de diciembre de 1857, con un similar perfil ideológico. De este plan conservador es hijo el Miramón que conocemos. No sabemos qué pensaba Miguel Miramón acerca de las logias masónicas ni queda claro si fue masón o no aunque lo obvio es suponerlo ajeno y crítico de la masonería. La mayoría de los masones hoy conocidos estaban en el bando de enfrente con Juárez. Miramón y los conservadores en general fueron no masónicos, católicos y defensores de la fe, dice Salvador Borrego en su polémico libro América Peligra.
José María Mateos (en Historia de la masonería en México, 1884) cita al padre de Miramón, Bernardo Miramón, como primer vigilante (segundo en el mando) de la logia simbólica La Dulce Amistad No. 101, de Puebla, en la lista yorkina fechada el 28 de abril de 1828. Un biógrafo de Miramón (Luis Islas García en Miramón, caballero del infortunio) dice que su padre Bernardo Miramón era un militar ni muy destacado ni muy afortunado, cadete en el Gobierno Español unos días antes de la revolución de Independencia; con el grado de Teniente Coronel efectivo es aceptado por el Jefe del Ejército Trigarante en diciembre de 1821. Se le confirma el grado de teniente coronel en 1824 y cuatro años más tarde, septiembre de 1828, publica en Puebla una proclama como Comandante del 6º Regimiento Permanente en que incita a sus tropas a permanecer unidas al Gobierno en contra de Santa Anna”. Murió a los 78 años en 1866, un año antes que Miguel, fusilado a los 35.
Como en el caso de Maximiliano, de cuya esposa Carlota recuperamos algunos párrafos críticos de las logias masónicas en una carta, de parte de Concepción Lombardo, esposa de Miramón, tenemos opinión escrita respecto de la masonería en sus Memorias (cap. XI) fechadas en Barcelona el 7 de agosto de 1917 – ella murió en 1921:
“¿Cuáles han sido las ventajas que han resultado a nuestra amada patria después del triple asesinato? … El partido conservador, naturalmente inepto y además desalentado después del drama de Querétaro, fue acabándose poco a poco hasta que desapareció por completo. Así fue que el partido, desembarazado de aquel enemigo que durante varios años había luchado contra él, se encontró dueño absoluto del país y se dedicó con esmero en desarrollar en el pueblo, en la sociedad sus ideas inmorales, anticristianas, y los más triste, antipatrióticas. El diabólico masonismo se puso en boga alcanzando su triunfo con tener a su cabeza a los jefes del estado. Las logias masónicas tenían a gala colocar en sus balcones grandes enseñas y sus procesiones salían públicamente por las calles de la capital, presididas por algún hermano tres puntos, que generalmente ocupaba algún alto puesto en la política”.
“Los hombres que han regido nuestro país, después del completo triunfo del liberalismo, no han tenido otro lema que el del bolsillo, y así, hemos visto salir de la Presidencia a hombres que no tenían un centavo, poseyendo fortunas. Pero lo que causa verdadera indignación, es que la mayor parte de ellos han debido su elevación a nuestro enemigo común, el yankee, el cual les ha prestado su apoyo y protección a cambio de sacar de ellos toda clase de franquicias y privilegios, ruinosos para nuestra desgraciada patria. Juárez, fiel a sus compromisos con la Casa Blanca, murió plácidamente en su cama, ocupando hasta el último suspiro la presidencia de la República, y llevándose a la tumba el deshonor de haber firmado el tratado MacLane y la gloria de haber mandado asesinar a un emperador. Porfirio Díaz también murió en su cama; pero proscrito en el destierro, porque cansado de la tutela americana, se quiso emancipar”.
Hasta aquí Concha Lombardo, viuda de Miramón, criticando en los inicios del siglo XX a las logias y a la masonería que ella conoció en el siglo XIX.
Twitter @WenceslaoXalapa