El número uno de los números uno

JUAN JOSÉ MATEO 

“Felicidades, han reunido a los dos únicos tenistas que están más locos que yo”, gruñó John McEnroe mientras señalaba a Illie Nastase y Jimmy Connors. Los antiguos enemigos fueron por unos minutos entrañables compañeros de viejas batallas. La ATP celebró el sábado el 40 aniversario del ránking que corona al número uno del mundo, y con ese motivo reunió a la mayoría de tenistas que ocuparon el trono (19). En esa constelación de estrellas, de Borg a Djokovic, de Wilander a Moyà, Lendl y Ferrero, dos temas dominaron las conversaciones: mientras corría el champán, los campeones resumieron lo necesario para convertirse en el mejor (“Estar dispuesto a defender hasta el final tu reputación”, dijo Connors; “sacrificarte, perseverar, tener pasión, suerte, talento y paciencia”, sumó Courier) y analizaron cómo Rafael Nadal lucha desde mañana en el Abierto de EE UU por arrebatarle el trono a Nole.

“Rafa tiene un desafío reñido con su físico. Ahora le veo más flaco, y creo que puede llegar a los 17 grandes de Federer y superarlos, pero eso depende exclusivamente de su físico [el mallorquín tiene 12 grandes]”, dijo Gustavo Kuerten, ex número uno, maestro de maestros en 2000 y ganador de tres grandes. “Me sorprende mucho cómo ha vuelto al circuito [en febrero superó siete meses de lesión]. Me parece inhumano. Su capacidad de recuperarse y superar desafíos es impresionante. Su poder físico es descomunal”, añadió sobre la racha de 15 victorias por ninguna derrota sobre cemento del español. “¿Cuándo perderá? Yo creo que Rafa tiene un equipo muy bueno, que maneja muy bien su cuerpo, su calendario y sus límites, que le pilota y hace la diferencia”, argumentó. “Lo que logra hacer ya me asustaba hace cuatro años. Creímos que este sería un año de dudas, pero el circuito le ayuda. Yo viví una época tenebrosa, en la que los top-10 no estábamos exentos de jugar la primera ronda en los Masters 1000 y las finales eran a cinco sets. Ahora, bajó la intensidad porque en mi generación pinchamos muchos, lo que llevó a la actual a controlar más. El tenis nos dañó mucho. Ahora es más saludable”.

 

Kuerten se movió sobre el escenario arrastrando la pierna derecha, recién operado de la cadera, huérfano, contó, del surf que tanto ama. Nastase, el primer número uno de la historia, que se arrodilló cada vez que subía a las tablas uno de sus compañeros, no se manejó con mayor soltura. Los viejos campeones, que jugaban un tenis mucho menos exigente físicamente que el de ahora, se preguntan cómo supera Nadal sus dolores, cuál será el futuro de su cuerpo cuando pase el verano de la vida y entre en el otoño, cómo será como veterano.

Hoy el español no está en esas. Hoy, el número dos puede auparse al número uno por tercera vez en su carrera si gana el Abierto de EE UU y Nole no está en la final, o si llega a la final y el serbio pierde antes de los cuartos. En una cena de gala, llena de trajes oscuros y extenistas con luz propia, un nombre brilló por encima de todos. En Nueva York, Nadal asalta el trono.