Varios autores responden cuáles son los libros de nuestro tiempo
Por La redacción
Miguel Aguilar
Decía Félix Romeo que la gente se divide entre los que hacen listas y los que no hacen listas. También decía que los problemas de España se explicaban al ver cómo Jorge Semprún era considerado un escritor francés. Más allá de su nacionalidad, La escritura o la vida (1994), el libro que llevaba toda la vida escribiendo, es “uno de esos libros que marcan para siempre a sus lectores”, una frase de Carlos Fuentes que me apropio, porque es verdad. Muchos años antes, me sumergí en las páginas de un libro de la maravillosa Alfaguara de Jaime Salinas y Michi Strausfeld. La historia interminable (1979) fue un libro crossover antes de que se inventara el término, un harrypotter antes de Rowling, un best seller previo a la aparición del marketing. Sobre todo, y junto a la otra joya de Michael Ende, Momo, fue una fábrica de lectores: nadie que conociera a Bastian y a Atreyu pudo ya desengancharse.
En un país marcado por el nacionalismo violento, El bucle melancólico de Jon Juaristi (1999) es la mejor y más hermosa explicación del atractivo imperecedero de esa ideología romántica, “la vieja que pasó llorando”, escrita simultáneamente desde dentro y desde fuera de ese sentimiento, a medio camino entre la repulsión y la nostalgia. Para una generación marcada por el sueño del humanitarismo y el fugaz resplandor de una potencia hegemónica benévola, Una cama por una noche (2003) de David Rieff supuso un rudo despertar. Igual de ruda, pero en otra categoría muy distinta, y mucho más descarnada es la crítica al 68 y sus criaturas que Michel Houellebecq perpetró en Las partículas elementales (1998). Ver qué había realmente debajo de los adoquines de París no deja indiferente a nadie. La terrible enfermedad de un historiador inglés en la cúspide de sus capacidades propició un deslumbrante sprint en el que destaca Algo va mal (2010), el lamento por la desaparición de la forma más elevada de la sociedad humana hasta la fecha, el Estado de bienestar europeo surgido de las ruinas del continente tras la Segunda Guerra Mundial. Con ese libro Tony Judt se convirtió en un referente para toda la descolocada izquierda en el arranque del siglo XXI. El fracaso de Javier Cercas a la hora de escribir una novela sobre el golpe de Estado del 23f alumbró Anatomía de un instante (2009), el libro más importante sobre la transición española. Quien lo probó, lo sabe.
La vergonzante convivencia entre fútbol y literatura en el interior de todo hooligan ilustrado fue aliviada con la aparición en 1992 de Fiebre en las gradas, un maravilloso retrato de la educación sentimental de Nick Hornby aplicable a casi cualquier varón europeo nacido en la segunda mitad del siglo XX con algunos pequeños ajustes (Real Madrid, Ajax o Lazio en vez del Arsenal, por quedarnos con equipos capitalinos). Con 2666, Roberto Bolaño se consagró póstumamente como el gran novelista de su generación. Capaz de encerrar en su literatura su peripecia vital chileno-mexicano-española, no es exagerado decir que ocupa toda la dimensión de la lengua. Otro genio de trágico final, David Foster Wallace, reescribió las reglas de lo que se podía comunicar a través de la literatura. Quizá el libro de crónicas y ensayos Algo supuestamente divertido que no volveré a hacer (1997) sea la mejor muestra de su talento, y el título más adecuado con que terminar este ejercicio. ~
Aurelio Asiain
Me desconcierta la vaguedad de “las últimas décadas”. La lista puede variar enormemente si los límites se ponen en dos décadas o en cuatro. Además, ¿influencia en qué ámbito? ¿Cuántas lecturas comunes tienen un poeta vietnamita y un novelista salvadoreño? ¿O un profesor de letras de una universidad de Arizona y un periodista de Yokohama? ¿Cómo medir, en fin, la influencia perdurable pero indirecta de ciertos autores y libros? Sin la obra de Lévi-Strauss, por ejemplo, no se explican evidentemente ni el posestructuralismo francés ni la vasta producción ideológica de los departamentos de estudios culturales de las universidades de Estados Unidos de nuestros días, aun cuando muchos de sus autores lo ignoren y, a sabiendas o no, la contradigan. Lo mismo podría decirse de la obra de Thomas Kuhn y de muchos otros. La de Borges, sin ir más lejos. Insisto en el término “obra”: sobre todo en casos como los anteriores, no son libros aislados sino visiones generales las que pesan. Mi lista se limita casi a las últimas dos décadas, aunque incluye algún libro anterior, y a títulos influyentes en el ámbito literario hispanoamericano. Excluye, conscientemente, obras determinantes –y por lo mismo fundamentales– pero abominables. Ocuparían buena parte de la lista. Está en orden alfabético.
> Borges (2006) Adolfo Bioy Casares
Un libro mayor de la literatura hispanoamericana de todos los tiempos, y uno de los peor leídos. No disminuye en nada la figura de Borges, y en cambio la enriquece.
> Los detectives salvajes (1998) y 2666 (2004) Roberto Bolaño
No las tengo por grandes novelas pero la opinión mayoritaria sí y su influencia en la idea de la poesía y de la tradición poética que tienen las generaciones recientes es definitiva. Lamentablemente.
> Mansalva (1987) Gerardo Deniz
Es simpática la insistencia de los conversos en presentar a Deniz como un poeta secreto e inasimilable. Hace décadas que el canon incluye a este discípulo de López Velarde, Gorostiza, Paz y Chumacero.
> Designing Design (2007) Kenya Hara
La cultura japonesa –antigua y contemporánea– es una cultura del diseño y Hara, el más influyente de los diseñadores japoneses, es un intelectual de primer orden.
> La carretera (2006) Cormac McCarthy
La influencia de McCarthy en la narrativa hispanoamericana de los últimos años recuerda la de Faulkner hace medio siglo.
> 1Q84 (2009) Haruki Murakami
Hay en el universo de Murakami dimensiones mperceptibles para un lector occidental, cuya ignorancia pesa en el juicio sobre su obra. Pero su huella mundial es innegable.
> Paisajes del pensamiento: la inteligencia de las emociones (2001) Martha Nussbaum
No es el más influyente ni el más popular de sus libros. Pero es uno que todo escritor debería leer. Lo mismo que Justicia poética (1996).
> Poesía completa (1990)n Octavio Paz
Incluso quienes se empeñan en trazar una tradición de la poesía mexicana ajena a la obra de Paz no hacen, con ese gesto, sino reafirmar su importancia.
> Íntegra (2013) Gonzalo Rojas
No desde luego este libro recentísimo, sino la obra que reúne y reordena, leída con fervor, es vivificante en todo el ámbito hispanoamericano.
> El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (1985) Oliver Sacks