Ante la gravedad de la situación y la falta de soluciones, Francisco eligió la isla de Lampedusa, a 205 kilómetros de Sicilia y a 113 de las costas de África, como destino de una de sus primeras visitas pontificias, en julio.
Allí, Jorge Mario Bergoglio realizó un llamamiento contra «la globalización de la indiferencia» y se preguntó: «¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto. La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia».
Más de 200 fallecidos en el incendio de un barco con inmigrantes en Lampedusa
El Gobierno italiano anuncia un día de luto nacional
El rescate ha logrado salvar la vida de 150 personas, aunque 200 están desaparecidas
Pablo Ordaz
Roma
Un barco con alrededor de 500 inmigrantes a bordo se ha incendiado y naufragado esta madrugada a media milla de la isla de los Conejos, en Lampedusa, y según el diario italiano La Repubblica ya se habrían contabilizado al menos 200 personas fallecidas y otros 150 desaparecidos, entre ellas una mujer embarazada y dos niños. El rescate, en el que participan barcos pesqueros y patrulleras de las guardias Costera y de Finanzas, ha logrado rescatar con vida a 150 inmigrantes, pero varias decenas aún continúan en el agua. La morgue de Lampedusa está saturada y los cadáveres están siendo trasladados a los hangares del aeropuerto. La agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha confirmado que la embarcación procedía de Libia y que se incendió a media milla de la costa. Las palabras de la alcaldesa, Giuse Nicolini, dan idea de la magnitud de la tragedia: «Es un horror. Hay cadáveres por todos lados».
Solo unas horas antes había arribado otro barco con 463 personas a bordo
La alarma fue dada por dos pesqueros que faenaban en una zona especialmente transitada por los traficantes de hombres, que estos días aceleran su negocio antes de la llegada del mal tiempo. Solo unas horas antes había arribado otro barco con 463 personas a bordo –que fueron trasladas a un centro de internamiento ya abarrotado por 700 inmigrantes– y, el lunes 30 de septiembre, 13 eritreos se ahogaron a unos metros de la costa de Sampieri, en Sicilia, después de que fuesen arrojados al mar desde la embarcación con la que intentaban entrar en Europa. Sus cuerpos, cubiertos con sábanas, quedaron tendidos en la playa, para escarnio de quienes no terminan de atajar una tragedia que, cada año, acaba con la vida de centenares de personas. Se calcula que desde 1990 han perdido la vida 8.000 personas en el Canal de Sicilia. De ellos, 2.700 durante 2011, coincidiendo con el conflicto de Libia.
«Los inmigrantes nos han dicho que si encendieron fuego a bordo es porque los móviles no tenían cobertura y no se encendían», ha afirmado la alcaldesa Nicolini a La Repubblica. «Han acabado todos en el agua. Nos cuentan que dos o tres barcos pesqueros pasaron de largo, sin ayudarles. Es lo que dicen, pero si resulta ser verdad habrá que sacarlo a la luz». Mientras, en la isla, de escasos 20 kilómetros cuadrados y 6.000 habitantes, la magnitud del naufragio sobrepasa a los rescatadores. «Ya no sabemos donde meter ni a los muertos ni a los vivos», dice Nicolini. En el centro de acogida de Lampedusa, con los refugiados del naufragio, ya se hacinan 1.350 personas, según el Giornale di Sicilia.
Sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza, ha denunciado el papa Francisco
Las fuerzas políticas italianas han reaccionado a la tragedia. El Gobierno de Enrico Letta ha anunciado un día de luto nacional. El viceprimer ministro y ministro del Interior, Angelino Alfano, se ha dirigido a Lampedusa tras cancelar la rueda de prensa que iba a dar con los otros ministros del conservador Pueblo de la Libertad (PDL) tras la moción de confianza del miércoles. El presidente Giorgio Napolitano, en un comunicado, ha pedido «decisiones y acciones de la comunidad internacional, especialmente de la Unión Europea» ante «una sucesión de lo que son masacres de inocentes puras y duras». La presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, ha declarado en su cuenta de Twitter que «la dimensión de esta tragedia es tremenda». Para Boldrini, que durante 14 años trabajó como portavoz del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, «las razones para la huida son siempre las mismas: las guerras, las persecuciones, las violaciones de los derechos humanos».
La excepción ha sido la Liga Norte, que ha visto en la tragedia una oportunidad para martillear su habitual mensaje antiinmigración. «La responsabilidad moral de la tragedia de Lampedusa es de la pareja Boldrini – [la ministra de Integración Cecile] Kyenge», ha declarado el viceportavoz de la Liga en la Cámara, Gianluca Pini. «Si se siguen difundiendo sin filtro alguno mensajes de bienvenida solo se conseguirá cosechar más víctimas de una guerra». La ministra Kyenge, objetivo de continuados ataques racistas de la Liga, ha afirmado que las declaraciones de Pini son «un punto de no retorno» cruzado por el partido derechista. «No es el momento de salir al escenario», ha dicho la ministra, que se ha referido a las palabras de Pini como «ofensivo para nosotras, pero sobre todo ofensivo para las víctimas y para todos los italianos».
«Sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza», así se ha referido al naufragio el papa Francisco tras conocer la magnitud de la tragedia. «Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa», ha añadido el pontífice.
Ante la gravedad de la situación y la falta de soluciones, Francisco eligió la isla de Lampedusa, a 205 kilómetros de Sicilia y a 113 de las costas de África, para realizar un llamamiento contra «la globalización de la indiferencia». Jorge Mario Bergoglio se preguntó: «¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto. La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia».