Oscar Hijuelos, el primer hispano en ganar el Premio Pulitzer
‘Los reyes del mambo tocan canciones de amor’ inspiró un filme y un musical
Los reyes del mambo siguen tocando canciones de amor
Eduardo Lago
Oscar Hijuelos (1951), el más importante entre los escritores hispanos de Estados Unidos, de 62 años, falleció el sábado en Nueva York, su ciudad natal, mientras jugaba un partido de tenis. Se desplomó sobre la pista, y no volvió a recuperar la conciencia. Hijuelos, de origen cubano, se crio y educó en Manhattan, escenario principal de la mayor parte de sus obras. Su corpus novelístico es el más sólido y logrado de la literatura hispano-norteamericana. Al igual que ocurre con la mayoría de los escritores latinos de los Estados Unidos, su lengua literaria era el inglés. Cursó estudios universitarios en City College, institución académica de estudios superiores perteneciente al sistema público que goza de gran prestigio en la ciudad.
Su primera novela, un texto de carácter autobiográfico, Nuestra casa en el fin del mundo (1983), llamó la atención por la elegancia del estilo y el control de la técnica y la estructura, pero sobre todo por la fuerza interna de los personajes. Gracias a Hijuelos, el mundo literario norteamericano cobró conciencia de la existencia de una comunidad cuyas voces se tendía a ignorar. Seis años después, con la publicación de Los reyes del mambo tocan canciones de amor, Oscar Hijuelos situó en el mapa literario de su país a los escritores hispanos de Estados Unidos, quienes llevaban 150 años produciendo textos de relieve, pero jamás trascendían los límites de sus comunidades.
La concesión del Premio Pulitzer a Los reyes del mambo… tuvo el efecto de abrir las puertas del reconocimiento a otros escritores latinos, como Sandra Cisneros, Cristina García, Julia Álvarez o Francisco Goldman. Traducida a más de treinta lenguas, Los reyes del mambo… fue la primera, y hasta ahora única obra literaria latina en ser reconocida como miembro del elusivo y exclusivo canon de la gran novela americana. A diferencia de otros escritores, cuya fuerza se apaga tras el fulgor del primer o segundo título, Hijuelos siempre mantuvo un altísimo nivel de exigencia y calidad con cada nueva entrega narrativa. La intimista Las Navidades del Señor Ives (1993), la monumental Las catorce hermanas de Emilio Montez-O’Brien (1995), o la conmovedora y sobria Una sencilla melodía de La Habana (2002) son novelas de primera magnitud.
Los reyes del mambo tocan canciones de amor, su obra más representativa, lleva a cabo una formidable reconstrucción de la escena musical neoyorquina en la década de los cincuenta, cuando la música latina hacía furor no solo en Nueva York, sino en todo el país. El libro, estructurado como un elepé que divide la sustancia narrativa y musical en dos facetas (cara a y cara b) es la crónica de la lucha por la supervivencia de los hermanos César y Néstor Castillo, quienes logran ocupar el centro de la escena de los clubes neoyorquinos, convertidos en los reyes de un nuevo estilo musical. La novela es, además de la crónica de una época y una ciudad, la historia de la trágica peripecia personal del protagonista, César Castillo.
Cuando se publicó causó asombro, además de por su virtuosismo, por el rigor de la reconstrucción histórica y cultural del Nueva York latino. Hijuelos era un hombre tímido y solitario. Cuando Los Reyes del Mambo se convirtió en un éxito internacional y fue llevada a la pantalla en una película protagonizada por Antonio Banderas y Armand Assante, el legendario Roseland de Nueva York se disfrazó por un día del Club Tropicana.
Mientras todo el mundo bailaba el mambo y se divertía, el escritor observaba la escena en lo más apartado de una barra, al fondo del local. Me acerqué a preguntarle qué le hacía sentir todo aquello. “He puesto a un montón de gente en marcha”, me dijo, mirando al suelo. Tenía razón, pero no solo allí: toda la tradición literaria hispano-norteamericana está en deuda con él. Su última obra, publicada en 2011, es un libro de memorias titulado Pensamientos sin cigarrillos. Con la misma fuerza inconfundible que desplegaba en su ficción, Hijuelos ilumina, a través de sus memorias, la vida de toda la comunidad del Alto Manhattan de la que formó parte.
Eduardo Lago es escritor. Acaba de publicar Siempre supe que te volvería a ver, Aurora Lee (Malpaso).