Disfrutar a Walt whithman
¡OH CAPITÁN! ¡ MI CAPITÁN!
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado,
la nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio,
próximo está el puerto; ya oigo las campanadas y el pueblo entero que te aclama,
siguiendo con su mirada la poderosa nave, la audaz y soberbia nave;
mas, ¡ay!, ¡oh corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente, allí, en el puente, donde mi capitán
yace extendido y muerto.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate para escuchar las campanas.
Levántate. Es por ti que izan las banderas. Es por ti que suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros y esas coronas adornadas.
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes,
es hacia ti que se alzan tus clamores, que se vuelven sus almas y rostros ardientes.
¡Ven Capitán! ¡Querido padre!
¡Deja pasar mi brazo bajo tu cabeza!
Debe ser, sin duda, un sueño que yazgas sobre el puente.
Extendido, helado, muerto.
Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos e inmóviles;
mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
la nave, sana y salva, ha arrojado el ancla; su travesía ha concluido.
¡La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su espantoso viaje!
¡Oh playas, alegraos! Sonad, campanas!
Mientras yo, con doloridos pasos,
recorro el puente donde mi capitán
yace extendido, helado, muerto.
¡OH, MI YO! ¡OH, VIDA!
¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales, de las
ciudades llenas de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De lo malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás, yo
entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que
vuelve – ¿qué de bueno hay en medio de estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?
Respuesta
Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que
puedes contribuir con un verso.
UNA HORA DE ALEGRÍA Y DE LOCURA…
¡Una hora de alegría y de locura! ¡Oh furiosa alegría!
¡Oh furiosa alegría! ¡Oh, no me retengáis!
Corazón de las tempestades,
¿qué es lo que late en ti para desencadenarse en mi ser de esta suerte?
¿Qué son mis clamores en medio de los relámpagos y de los vendavales?
¡Ah! ¡Beber el delirio místico más que hombre alguno!
¡Congojas tiernas y salvajes!
(Os las dejo en herencia, hijos míos, os narro por muchos motivos.
¡Oh esposo y esposa!)
¡Oh, abandonarse a vos, quienquiera que seáis!
¡Abandonaros a mí, con desprecio del mundo!
¡Oh , la vuelta al paraíso!
¡Oh, atraeros hacia mí, imprimir en vuestra boca virgen los labios de un hombre resuelto!
¡Oh, el enigma, el triple nudo, el estanque negro y profundo,
todo lo que se desanuda y se ilumina!
¡Oh, abalanzarse en busca de espacio y de aire!
¡Libertarse de los lazos y de las convenciones anteriores, yo de los míos, vos de los vuestros!
¡Hallar una despreocupación nueva, inimaginada, capaz de poner a prueba la mayor fortaleza!
¡Desenmordarse la boca!
Tener el sentimiento – hoy o cualquier otro día – de que me basto a mi mismo, tal como soy.
Sentir algo no sentido aún! ¡En espasmo, en angustia, en éxtasis!
¡Escapar íntegramente de las anclas y de los garfios ajenos!
¡Bogar libremente! ¡Amar libremente! ¡Abalanzarse temerario y amenazador!
¡Buscar la destrucción, insultándola, invitándola!
¡Subir, cernerse en el mediodía del amor, como en una revelación!
¡Volar con el alma ebria!
¡Perderse, si es necesario!
¡Alimentar el resto de mi vida con una sola hora de plenitud y de libertad!
¡Con una breve hora de locura y de felicidad!
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.
Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.
El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándose
por mi charla y mi pereza.
Yo también soy indomable, yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido.
El último celaje del día,
se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.
Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.
Si me necesitas, búscame en la suela de tus botas.
Apenas sabrás quien soy,
y lo que quiero decir.
No obstante soy tu buena salud,
y filtraré con filamentos tu sangre.
No desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.
PRINCIPIANTES
Cómo están provistos de lo necesario sobre la tierra (manifestándose a intervalos),
cuan queridos y terribles son para la tierra,
cómo se avezan a sí mismos y a los demás; qué paradojal parece su tiempo,
cómo la gente repara en ellos sin conocerles,
cómo hay algo de inexorable y permanente en el destino de ellos,
cómo cada época escoge mal sus objetos de adulación y recompensa,
y cómo el mismo precio inexorable ha de pagarse aun por la misma gran compra.
CANTO A MI MISMO
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que me atribuyo, también quiero que os lo atribuyáis,
pues cada átomo que me pertenece también os pertenece
a vosotros.
Vago e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a placer sobre la tierra,
para contemplar una brizna de hierba estival.
Mi lengua, cada molécula de mi sangre emanan de este
suelo, de este aire.
He nacido aquí, de padres de cuyos padres nacieron aquí y
cuyos padres también nacieron.
A los treinta y siete años de edad, en perfecta salud,
comienzo a cantar, deseando hacerlo hasta la muerte.
Que se callen los credos y las escuelas,
que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y
sin olvidarlo nunca.
Me brindo al bien y al mal, dejo hablar a todos,
a la desenfrenada Naturaleza con su energía original.
CUANDO LEÍ EL LIBRO
Cuando leí el libro, la célebre biografía,
¿es esto, me dije, lo que el autor llama la vida de un hombre?
¿Alguien, una vez muerto yo, escribirá así mí vida?
(Como si algún hombre conociera en realidad algo de mi vida:
yo mismo pienso ahora con frecuencia que nada o muy poco sé de mi verdadera vida;
apenas atisbos, algunos indicios débiles difusos e indirectos
que persigo para poder exponer aquí.).
YO TRANQUILO
Yo tranquilo, serenamente plantado ante la Naturaleza,
amo de todo o señora de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo y silencioso como ellas,
conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad y mis debilidades son menos importantes de cuanto creía,
hacia el mar mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee o lejos, en el norte o tierra adentro,
un hombre de río o un hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes y los rechazos como lo hace el animal.