Las Bicicletas en México
En México la palabra bicicleta huele a tamales de dulce, sabe a tacos de canasta y a salsa recién hecha, y se oye como el silbato del afilador o del cartero.
Son imágenes, olores y sabores parte de nuestra memoria colectiva.
Portando las imágenes de vírgenes o santos, los peregrinos ciclistas suelen verse en los caminos y carreteras de nuestro país a lo largo del año.
Visitan, entre otras, a la Virgen de Juquila en Oaxaca, a la de San Juan de los Lagos en Jalisco, o a la Guadalupana en la capital.
Cada 11 de diciembre, son ellos quienes transforman las principales avenidas de la Ciudad de México en ciclovías masivas compartidas con peatones.
Su devoción es motor incansable y hay quienes, como la Asociación de Peregrinos Ciclistas Huayacocotlenses del Distrito Federal, han realizado más de 50 peregrinaciones con la participación de hasta 650 ciclistas.
El México bicicletero nunca se fue del todo.
Permaneció en el campo, en los pueblos, en las ciudades pequeñas y en la periferia de las grandes urbes.
La bicicleta en México se popularizó en la década de 1950 cuando inició la producción nacional, aunque llegó al país desde finales del siglo XIX.
Importada de Estados Unidos y Europa, la bici constituyó una de las diversiones exclusivas de la aristocracia porfiriana.
Se calcula que en 1896 había apenas 800 bicicletas rodando por la Ciudad de México.
Las décadas de 1950 a 1980 fueron la época dorada de las bicis mexicanas; se crearon modelos emblemáticos como
La súper deportiva Saeta,
La resistente Águila Plateada
La exótica Vagabundo.
En 1952, el italiano Giacinto Benotto, llegó a Guadalajara para dirigir Cóndor, una de las primeras fábricas de bicicletas mexicanas.
Después fundó su propia fábrica en la Ciudad de México.
En esa época, la bicicleta empezó a popularizarse y se fundaron más empresas, casi todas familiares, no sólo en la capital sino también en ciudades como San Luis Potosí. Bajo la política económica conocida como “desarrollo estabilizador”, se consolidaron productores de grandes volúmenes de bicicletas con lo que México llegó a ser exportador.
La llegada del libre comercio, a finales del siglo XIX, favoreció la importación de bicicletas e hizo caer la producción nacional.
Actualmente hay en México 17 fabricantes que producen un millón y medio de bicicletas al año, la mitad que en 2005.
La circulación constante y cotidiana de bicicletas implica un desarrollo económico local.
En el D.F. hay 926 establecimientos, sobre todo pequeños, dedicados a las bicicletas.
Estos talleres, comercios e industrias son fuente de ingresos y sustento para 4 mil 500 familias.
Hoy en día, con el regreso de la bici a la movilidad urbana, han surgido talleres artesanales que utilizan nuevas tecnologías para crear modelos llamativos pero también aptos para el transporte.
Con ellos ha nacido una nueva generación de bicicletas hechas en México.
En la Ciudad de México, el mayor número de ciclistas se concentra en el oriente.
En Iztapalapa y Tláhuac las bicicletas son un importante medio de transporte, por lo que una infraestructura adecuada fortalecería la vocación del ciclista de estas zonas, tal como sucedió en la zona central, que actualmente cuenta con el mayor número de viajes ciclistas por delegación gracias a los programas e infraestructura que ahí se han implementado.
Por otro lado, estos negocios son a su vez un indicador indirecto del nivel de uso de la bicicleta. Por ello, una forma de conocer el potencial que tiene cada zona para el ciclismo es analizando su economía.
Se ha vuelto costumbre en la ciudad de México, disfrazarse, rumbear, convivir y pedalear por las calles de la ciudad el último jueves de cada mes en el “Paseo de Todos”, al que actualmente acuden un promedio de 4 mil ciclistas, entre expertos y novatos.
Un carnaval, una fiesta pública e incluyente, organizada desde hace tres años por grupos civiles, que no han dejado pasar un solo mes sin proponer un divertido y sugerente tema para salir a rodar, olvidarse del estrés y pasarla bien.