El chiapaneco Josías López, Premio de Literaturas Indígenas
Javier Molina, corresponsal
«Yo nací en una comunidad totalmente indígena”, aseguró Josías López
San Cristóbal de Las Casas, Chis.
Le llamó la atención la vida de un viejo curandero a quien querían robarle su palabra, su canto. «Me dije entonces que tenía que escribirlo de una manera digna: inventé la estructura, los diálogos, busqué el nombre del personaje, evité reiteraciones para darle una mayor coherencia narrativa. Así nació mi primer cuento, titulado El ladrón de palabras: es la voz de un viejo curandero, antes jamás escuchada, porque parte desde las raíces de lo `más profundo del ser del pueblo maya de Oxchuc, surgido de la profundidad de las montañas. Lo traduje al español y fue publicado en el libro Palabra conjurada en 1999. Imagínese mi sorpresa al ver publicado mi primer cuento, fue crucial para mí, porque me ayudó a tener confianza en mi destino literario».
Habla Josías López Gómez (Oxchuc, Chiapas, 1959), quien obtuvo el Premio de Literaturas Indígenas de América, 2015, que le será entregado este 3 de diciembre en la clausura de Encuentro Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. «Me gustaría que mi humilde trabajo se preservara para que pudiera ser juzgado y tomado como punto de referencia por las nuevas generaciones de escritores. Escogí la narrativa para poder expresarme en mi propio idioma (tzeltal), porque su fuerza expresiva se vuelve más poderosa en la literatura, para poner un poco más de fuerza en la lucha por preservar y desarrollar mi lengua ancestral, a fin de que dentro de 50 años o más haya un registro fiel de este empeño por defender y honrar nuestros idiomas y nuestras culturas», afirma.
Entre otros libros, es autor de la novela Mujer de la monaña (Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas, 20ll) y del libro de cuentos Todo cambió (CELALI, 2010). Reconoce las enseñanzas de Carlos Montemayor y de Josè Antonio Reyes Matamoros (ambos fallecidos). quien escribe en el prólogo del segundo libro: «Por su cultura de origen Josias cuenta sus cuentos de forma oral, pero cuando los lleva al papel sabe que el trabajo ahì debe ser muy cuidadoso. La literatura ha ganado un nuevo oficiante y los tzeltales de Oxchuc un artista que eleva y reivindica su dignidad, su origen, el orgullo de su pertenencia que explora y expone en el arte la situaciòn de esos tzeltales, similar en cualquier municipio maya chiapaneco»-
Josìas escribe de la vida cotidiana, de las costumbres, de la cultura original de los mayas de Oxchuc para preservar su memoria, ante todo, de los cambios que han llegado los ùltimos años. «Mi intención como escritor es que quiero hacer una literatura tzeltal, tomo muchos elementos de la cultura ancestral, trato de regresar 30, 40 años atràs, cuando se practicaba la cultura de Oxchuc, porque en la vida presente, actual, ya tendrìa que hablar de los elementos contemporàneos, del celular, de los carros, de la televisión, del cambio de vestimenta del huipil por la ropa de las grandes tiendas, porque es la realidad de hoy, no la podemos negar».
«Yo nací en una comunidad totalmente indígena, crecì de la milpa, tengo el sabor de la milpa, porque cuando voy a Oxchuc encuentro la diferencia del sabor del elote de mi pueblo recién arrancado de la milpa. Y veo en mis hijos que estudian ahora en la Universidad, ya no encuentran esa diferencia, porque ya no crecieron con ese sabor del maíz. Quiero dejar una constancia de cómo éramos, de cómo vivíamos, escribo en tzeltal porque estoy pensando en mis lectores tzeltales, y traduzco al español porque quiero dar a conocer nuestras formas de vida. Creo que la clave de los escritores indìgenas es que lo vivimos nosotros, lo sentimos nosotros; no espero informaciòn: es lo que sale de mi corazòn, de mi chulel (alma)».
Un ejemplo muy claro de los cambios que han llegado con el «progreso» lo hallamos en su cuento titulado El servidor del pueblo, que comienza diciendio: «No lo pidió, no lo buscó, el pueblo lo eligió». Y es que era elegido por la comunidad, y nadie se ofrecìa para tener el cargo de presidente municipal -recuerda Josìas-, «un servicio de tres años donde no habìa ningùn beneficio econòmico, a diferencia de ahora que todo mundo quiere ser, pero ya no es para trabajar a favor del pueblo, porque es para hacer dinero, acumular riqueza».
Finalmente, afirma que el premio que recibe «viene a levantar el ánimo» y espera «que se abran más espacios para los escritores indígenas»