A 101 años del Genocidio Armenio: Siempre recordar, nunca olvidar y jamás volver a permitir
Por Natt Félix
“Se estima que antes de la Primera Guerra Mundial vivían dos millones de armenios en el Imperio Otomano. Aproximadamente un millón y medio de ellos fueron asesinados entre 1915 y 1923. La parte restante fue islamizada o exiliada.”
Yo quisiera ver cualquier poder en el mundo destruir esta raza, esta pequeña tribu de gente sin importancia cuyas guerras todas ya han sido libradas y perdidas, cuyas estructuras están derrumbadas, cuya literatura no es leída, cuya música no es escuchada y cuyas oraciones no son respondidas. Adelante, destruya a Armenia, vea si usted puede hacerlo, mándelos al desierto sin pan y sin agua, queme sus hogares e iglesias, y después vea si no reirán nuevamente, no cantarán y no orarán. Cuando se encuentren dos de ellos en cualquier parte del mundo vea si ellos no van a crear una nueva Armenia.
Armenia de William Saroyán
El pasado domingo 24 de Abril se llevó acabo la conmemoración de los 101 años del inicio del genocidio armenio cometido de 1915 a 1923 a manos del gobierno turco, día en el que de acuerdo a documentos históricos empezó la masacre con el secuestro y ejecución de 250 intelectuales y líderes armenios de la época; crimen de lesa humanidad que en pleno año 2016 sigue sin ser reconocido por parte del gobierno de Turquía, además de ser poco recordado por la memoria colectiva de las naciones a pesar de ser considerado como el primer genocidio del siglo XX, sucedido décadas antes del holocausto judío.
Los armenios son un pueblo milenario, siendo uno de los primeros asentamientos y civilizaciones humanas de las que se tiene registro, el idioma armenio incluso tiene un origen diferente y único en Eurasia, constituyendo una rama independiente de las lenguas indoeuropeas.
Armenia se encuentra en la región del Cáucaso meridional con el Monte Ararat al sur, lugar sagrado y símbolo del pueblo armenio, donde de acuerdo a las escrituras se posó el Arca de Noé después del Diluvio Universal, además de ser la región donde de acuerdo a la tradición oral también pudo haberse encontrado el Jardín del Edén. El pueblo armenio fue el primero en convertirse al cristianismo en el año 301 d.C., hecho que jamás fue perdonado por los turcos islámicos.
El actual gobierno de Turquía sigue negando sistemáticamente el genocidio, además de minimizar las evidencias del intento de exterminio contra los armenios a pesar de los múltiples esfuerzos a nivel internacional por lograr reconocimiento de tan trágico episodio. Por lo tanto, es de vital importancia que las naciones del mundo brindemos apoyo y reconocimiento internacional para el pueblo armenio como acto de justicia por las atrocidades de las que fueron víctimas.
A pesar de eso muchos gobiernos del mundo, incluido el mexicano siguen sin dar reconocimiento y voz al genocidio armenio, apenas 23 naciones lo han hecho hasta ahora, entre los que se encuentran Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay y Venezuela en América Latina y, Bélgica, Francia, Holanda, Italia, Polonia, Suecia, Suiza, Rusia y el Estado Vaticano, en Europa.
Los Armenios en México
Cada 24 de abril los armenios alrededor de todo el mundo recuerdan el inicio del intento de exterminio de sus antepasados a manos del imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial. Las masacres, los desplazamientos forzados y las incontables amenazas obligaron a gran parte de la población a escapar y buscar refugio en otras naciones, creando una diáspora en los diferentes continentes.
Uno de los varios lugares a los que lograron emigrar fue México, donde hubo un ingreso de varias decenas de armenios a través del puerto de Veracruz a principios del siglo pasado. Muchos de ellos se trasladaron a la Ciudad de México, en donde se establecieron en el barrio de La Merced, en el centro histórico de la ciudad entre 1920 y 1930. Los refugiados lograron establecerse como pequeños comerciantes, principalmente en el rubro del calzado, llegándose a convertir en prósperos empresarios a base de arduo trabajo y sobre todo de gran capacidad de adaptación y supervivencia. Hoy los mexico-armenios se encuentran en destacadas posiciones como maestros, investigadores, empresarios, actores y músicos. Un claro ejemplo de ello es José Sarukhán, exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México y el periodista fundador del periódico «La Jornada» Carlos Payán.
El pasado 24 de abril, la comunidad armenia en México se reunió en el Parque México en la Colonia Condesa, donde familias enteras, de segunda, tercera y hasta cuarta generación recordaron frente al Reloj Armenio que fuera donado por los habitantes armenios de la ciudad de México para mantener viva la memoria y la conciencia del holocausto armenio.
Después del medio día empezaron a llegar los descendientes de aquellos primeros refugiados armenios que encontraron un nuevo hogar en nuestro país, con claveles en mano y la flor de No Me Olvides como símbolo, fueron dejadas decenas de flores blancas a la orilla de la fuente del reloj como forma de conmemoración de tan importante fecha.
Acompañados también por un cuarteto de cuerdas interpretando música armenia, los asistentes convivían con familiaridad y gusto de encontrarse nuevamente, se podían escuchar conversaciones en idioma armenio y gente de todas las edades conviviendo. En nuestro país se calcula que la comunidad de origen armenio asciende a 2 500 personas hoy en día.
En el evento estuvo presente el Dr. Carlos Antaramián, antropólogo investigador del Colegio de Michoacán y principal representante y difusor de la cultura armenia en México, quien a través de publicaciones, conferencias, exposiciones y documentales ha podido dar voz a la presencia del pueblo armenio en nuestro país y el continente americano desde hace ya varios años.
La lucha del pueblo armenio es únicamente por reconocimiento, memoria y reparación al daño causado a sus antepasados y su historia, es tiempo de que exista una empatía por parte de la humanidad a tan importante hecho histórico que, a pesar de las manifestaciones internacionales en protesta a la falta de justicia por parte del gobierno turco, no ha encontrado un cambio de postura para que jamás otro pueblo del mundo experimente un suceso tan trágico como este.