Así como el hijo del carpintero aprende a cortar madera, yo aprendí a escribir y a saber usar las palabras por mi papá, fue el oficio más natural que encontré.
Él me enseñó a viajar, a leer, a explorar, a conocerme, a soñar con las cosas más extraordinarias, a contar historias; a ayudar a quien lo necesitara, a compartir y agradecer siempre lo que tienes, a nunca quedarme callada, a saber que soy capaz de llegar a donde me proponga, a romper obstáculos y paradigmas, a conocer el valor de cada ser humano, a cambiar constantemente hasta transformarme en quien realmente deseo ser, a construir el derecho de luchar por mis convicciones, a defender lo que creo que es justo, a luchar por cambiar el mundo.
Si hay algo de lo que puedo estar segura es que su mayor deseo ha sido siempre formar un ser humano que pueda hacer algo por sí mismo y por otros, ser feliz y dejar un rastro en su paso por la tierra.
Él es mi origen.
Él es mi padre.