Los 10 mejores destinos asiáticos del año
De China a Indonesia, países y regiones que conviene visitar lo antes posible porque se pondrán de moda
LONELY PLANET
El País
Asia suele ser el primer destino para los grandes viajeros. Es la meca de los mochileros en busca del gran viaje iniciático, escenario perfecto –y barato– para deambular en los años sabáticos y escapada exótica segura para el todo el mundo. Lonely Planet acaba de publicar su ranking anual Best in Asia 2017, con los diez nuevos destinos asiáticos que conviene visitar antes de que se pongan de moda. Paisajes casi surrealistas, como los de Gansu (China), países en los que probablemente no habías pensado hasta ahora, como Kazajstán, o barrios nuevos que los gourmets internacionales han puesto de moda, como Keong Saik en Singapur. 10 experiencias increíbles para lo que queda de año, que incluyen antiguos territorios cargados de historia, islas sublimes y ciudades que cambian a velocidad de vértigo.
Gansu (China)
Para los expertos en Asia de Lonely Planet, la provincia de Gansu es el gran destino asiático que conviene descubrir cuanto antes. Esta región china de montañas nevadas y paisajes llenos de contrastes, que se estira del centro al norte del país, forma parte de la Ruta de la Seda. Fotos alucinantes garantizadas para nuestra cuenta en Instagram en lugares como las montañas de Xiahe o las coloristas estribaciones del geoparque de Danxia. Además, la zona es famosa por su gastronomía local: aquí se elaboran fideos artesanales al estilo Lanzhou, apreciados por los buenos gourmets.
En Gansu, encontraremos de todo: tradiciones de la mítica Ruta de la Seda, glaciares y senderos para los más aventureros que hasta ahora solo frecuentaban los nómadas tibetanos, y destacados enclaves budistas como el monasterio Bingling, que conserva su atmósfera mística vigilado por el buda gigante, o las Mogan Grottes, el gran centro del arte budista que (de momento) no recibe demasiadas visitas. En Gansu sorprende la diversidad étnica: musulmanes en Línxià; tibetanos en Xiàhé y Lágmùsì, y otros grupos minoritarios como los bao’an y los dangxiang que completan el mosaico.
Yokohama y Kamakura (Japón)
Al sur de Tokio, visitada cada año pro millones de visitantes, dos ciudades aguardan a ser descubiertas por el turista occidental: Yokohama y Kamakura. La primera de ellas, situada en una gran bahía, es la segunda ciudad más grande de Japón, a solo 20 minutos en tren de la capital nipona. Yokohama merece una visita por su peculiar arquitectura, sus restaurantes y microcervecerías, los clubes de jazz y los nuevos proyectos de arte contemporáneo que se están desarrollando. Como curiosidad, dos museos de esta ciudad rinden homenaje al humilde noodle: el museo del Ramen, centrado exclusivamente en estos fideos de origen chino que vuelven locos a los japoneses, y el Cup Noodles Museum, dedicado a los ramen instantáneos, invento de un tal Momofuku Ando en 1958. Al final de la visita, cada uno puede hacer sus propios fideos, diseñar incluso el envase y llevárselo herméticamente cerrado a casa, listos para comer.
Kamakura fue la primera capital feudal de Japón. Está a una hora de Tokio y conserva una alta concentración de templos y santuarios imponentes, muchos de los cuales ofrecen sesiones de meditación zen abiertas a los no iniciados. Pero la ciudad se ha hecho famosa, curiosamente, como destino surfista, que complementa con buenos cafés y restaurantes ecológicos, así como con un una simbólica (y gigante) estatua de Buda. Sus playas, junto con la meditación al amanecer y las excursiones por la montaña, son actualmente sus principales atracciones.
Norte de Kerala (India)
Las playas del sur de Kerala son, desde hace décadas, uno de los grandes destinos viajeros en Asia, pero lo que está por descubrir es la región norte del estado indio, repleta de encanto rural. Además de sus arenales maravillosos y poco explotados, aquí sorprenden las danzas y rituales theyyam, que se consideran anteriores al hinduismo y se originaron a partir de bailes folclóricos celebrados durante las fiestas de la cosecha. Los turistas son bienvenidos, aunque no se trata de un espectáculo artístico, sino de un ritual religioso.
Coincidiendo con el 70 aniversario de la independencia de India, la inauguración de un nuevo aeropuerto internacional en Kannur –el más grande de Kerala– dará acceso a nuevas playas casi vírgenes para el turismo occidental, como las que rodean Kannur, Thottada y Bekal. El alojamiento en ellas sigue siendo local, como hotelitos caseros mucho más baratos que en el sur de Kerala.
También hay que descubrir la reserva de fauna de Wayanad, un verdadero paraíso para los elefantes salvajes, así como Valiyaparamba, punto donde confluyen cinco ríos cuyas orillas rebosan de palmerales de verde intenso.
Keong Saik (Singapur)
También las ciudades que todos los viajeros visitan, como Singapur, pueden reconvertirse en un destino completamente diferente. Esta urbe, casi futurista, redescubre nuevos ángulos como Keong Saik, antiguo barrio rojo, al oeste de Chinatown. Un rincón incluso peligroso en otros tiempos –con altos índices de delincuencia– que se ha convertido en el barrio de moda, el paradigma del “Nuevo Singapur”. Sus edificios coloniales de estilo art-déco acogen ahora restaurantes de cocina fusión creativa, una pequeña meca para el turismo foodie. Hay que pasearse por calles como Neil Road y Tek Lim Road para comprobar el nuevo estilo y espíritu del barrio (y de la ciudad), con locales de carta exquisita como Meta; azoteas con vistas fantásticas de la ciudad y coctelerías tan elegantes como Potato Head Singapore. Incluso toparemos con sorpresas como Burnt Ends, la propuesta de un chef australiano, famoso por sus hornos de leña y sus parrillas, que puede resultarnos familiar: Dave Pynt aprendió del maestro Víctor Arguinzonitz, chef del Asador Etxebarri, algo palpable en su paletilla de cerdo, la mermelada de ternera y los encurtidos sobre pan de masa madre asado. También hay nuevas propuestas de alojamiento: frente a los grandes establecimientos de cadenas internacionales, en Keong Saik encontraremos nuevos hoteles boutique de lo más chic, como Naumi Liora.
Astana (Kazajistán)
Incluso a los grandes viajeros, esos que han recorrido todo el mundo, les quedan países por visitar. Hay muchas probabilidades de que Kazajistán sea uno de ellos. Ahora su capital suena más que nunca, dispuesta a convertirse en una nueva opción viajera para conocer algo diferente. Astana está en medio de una inmensa y vacía estepa y se alza, de repente, como una ciudad súper moderna de cristal y acero y rascacielos dorados. Presume, por ejemplo, de tener la marquesina más grande del mundo y de otros récords estrafalarios que han podido permitirse gracias al petróleo y la visión futurista de su particular presidente, Nazarbayev, empeñado en convertir esta ciudad anodina en un lugar atractivo. Uno de los edificios más simbólicos es el Palacio de la Paz y la Reconciliación, una pirámide de cristal proyectada por Norman Foster que alberga una ópera de 1.500 localidades, instalaciones educativas y un centro nacional para los distintos grupos geográficos y étnicos kazajos.
Este año Astana alberga, de junio a mediados de septiembre, la World Expo dedicada a las energías sostenibles. Además, a partir de 2017 ciudadanos de 45 países (incluidos Estado Unidos, Canadá, Australia y los estados de la Unión Europea) podrán tener visados para estancias de más de 30 días. Mientras, el país sigue modernizándose y su capital contará pronto con un servicio de tren ligero y nuevas líneas de autobuses.
Takayama (Japón)
A esta ciudad tradicional, que apenas ha cambiado desde hace tres siglos, hay que viajar cuanto antes. Comienzan a llegar los primeros vientos de cambio: una nueva construcción de cemento gris acaba de sustituir a su antigua y encantadora estación de tren y ya hay turistas deambulando por unas calles en las que hasta hace muy poco solo se escuchaba hablar japonés. Pero Takayama todavía representa el viejo Japón y su forma de vida: los discípulos del templo (deshi) barriendo y rastrillando la gravilla y abriendo las puertas para que entre el sol; tenderos y artesanos esperando pacientes al comprador en sus puertos del mercado; antiguos puentes que cruzan sobre el sereno río que atraviesa la ciudad y el colorido Takayama Matsuri –uno de los grandes festivales primaverales de Japón–, que mantiene su atmósfera tradicional: linternas y globos de papel rojo y dorado sobre el agua, adornado todo con muñecas mecánicas (karakuri mingyo).
Escondida en la montañosa región de Hida, en el centro del país, Takayama invita a un viaje al Japón del siglo XVII, a la cocina más enraizada o a viviendas históricas (que se pueden visitar) en Hida-no-sato, una villa tradicional del periodo Edo.
Xi’an (China)
De todos los destinos incluidos en este ránking asiático, Xi’an es, probablemente, el más turístico. Casi todos los circuitos por China incluyen la visita a sus famosos guerreros de terracota, e incluso muchos viajes por la antigua Ruta de la Seda arrancan en Xi’an, su punto más oriental.
Esta ciudad de casi tres mil años, que conserva toda su vitalidad comercial de antaño –las callejuelas del laberíntico barrio musulmán todavía se llenan de vendedores ambulantes de todo tipo–, ha promovido durante los último años que la Ruta de la Seda sea declarada patrimonio mundial por la Unesco. Bajo riesgo de que se convierta en Disneylandia, conviene anticipar una visita –los famosos guerreros cumplen este año 30 años como patrimonio mundial), recorrer en bicicleta las murallas de la ciudad, llegar ante la tumba del emperador Jingdi, contemplar a lo lejos los míticos picos de Hua Shany lanzarse a descubrir los alrededores. Estamos en la provincia de Shanxi, el origen de todo lo chino, capital de la dinastía Quin, una región repleta de tesoros arqueológicos y de vestigios del pasado.
Sri Lanka
La imagen más conocida de la antigua Ceilán son sus playas de arena dorada, pero Sri Lanka tiene otra cara diferente: la de sus montañas y la neblina disolviéndose poco a poco para dejar al descubierto plantaciones de té color esmeralda, bosques y montes aislados. Son las tierras altas de la isla, una refrescante huida en la que abrigarse con una chaqueta de lana durante el día y acurrucarse junto al fuego por la noche. Solo hay que montar en un tren y poner rumbo a Kandy, introducción perfecta a la idílica región de Hill Contry.
En el centro urbano, de casas y hoteles coloniales, los tuk-tuks derrapan al doblar las esquinas, esquivando a las mujeres envueltas con saris de seda multicolor. Kandy fue la capital del último reino cingalés, que sucumbió a los británicos en 1815 tras resistir tres siglos frente a portugueses y holandeses. Actualmente conserva concurridos mercados callejeros y restaurantes que sirven platos auténticos. El tiempo pasa rápido entre su lago, que preside la ciudad, sus museos y sus jardines botánicos, aunque lo que todo el mundo visita es el Diente de Buda.
En los alrededores se despliegan colinas verdes tapizadas de plantaciones de té y vistas espectaculares, como las asombrosas alturas del Fin del Mundo o la cima sagrada del pico de Adán. Otros puntos de interés son el pueblo de montaña de Nuwara Eliya, importante enclave colonial británico que conserva buenos hoteles y nostálgicos salones de té de aquella época, así como la pequeña localidad de Ella, punto de partida de muchas excursiones por la zona que culminan en los atractivos cafés de excelente comida casera en su calle principal.
Malaca (Malasia)
Cuando Kuala Lumpur era un pantano y Penang todavía no se había convertido en la Perla de Oriente, Malaca ya era uno de los puertos más importantes del sudeste asiático. Luego perdió su estatus frente a Singapur, pero gracias a ello su arquitectura antigua ha quedado a salvo y fue declarada patrimonio mundial en 2008. Reconvertida en uno de los grandes atractivos turísticos de Malasia, han florecido en ella hoteles boutique y restaurantes. Ahora el foco está en el río Melaca, con sus paseos en barca y futuros taxis acuáticos que enlazarán la estación de autobuses con el centro. También junto al río surgen nuevas galerías de arte, como Zheng He Duo Yun Zuan, dividida entre dos almacenes reconvertidos, o el Trash & Treasure, un mercadillo que se celebra cada fin de semana junto al agua.
Lo imprescindible en Malaca es saborear la mezcla de cocinas malaya, portuguesa e india en alguno de sus excepcionales restaurantes; visitar los talleres de artesanía con sus artesanos en acción en Chinatown; disfrutar del bullicio y la comida callejera en el mercado nocturno de Jonker o dar un paseo por el centro histórico en los llamativos trishaws. Después habrá que dar un paseo por Kampung Chitty para disfrutar de sus templos y contemplar la puesta de sol por encima de la Masjid Selat Melaka, la imponente mezquita flotante de la ciudad.
Raja Ampat (Indonesia)
Incluso un país tan aventurero como Indonesia tiene una última frontera: Papúa, la mitad de la segunda isla más grande del mundo, Nueva Guinea. Allí, frente a la costa de Sorong, encontraremos ese lugar remoto, el archipiélago de Raja Ampat, al que cada vez llegan más viajeros occidentales. Son unas 1.000 islas, casi deshabitadas, pero con un impresionante paisaje selvático, playas de arena blanca, lagunas ocultas, cuevas y, sobre todo, unas maravillosas aguas azul turquesa.
Quienes han visto este lugar asegura que es uno de los archipiélago más hermosos del sureste asiático, también bajo el agua. Son sobre todo buceadores quienes proclaman unánimemente que una inmersión en estas aguas es como un sueño hecho realidad, como nadar en un acuario tropical. Hay más de 200 puntos de buceo casi intactos y algunos de los arrecifes de coral más ricos y diversificados del planeta.