Rosario Castellanos, la Simone de Beauvoir Mexicana
Por Natt Félix
Yo nací en un mundo donde todavía era un orgullo ser educada para ser la esposa de un gobernador, donde el saber corte y confección o taquimecanografía era necesario en una escuela secundaria. Un mundo donde no se me permitió unirme a la estudiantina de la escuela por ser exclusivamente para hombres, a pesar de haber solicitado explícitamente a la directora de la escuela (que irónicamente llevaba el nombre de Gabriela Mistral) y al maestro de música una explicación y eso no fue hace tantos años, eso seguía pasando en el 2005.
Mi primer acercamiento a esta admirable mujer se dio gracias a mi madre, quien conociéndome me recomendó en repetidas ocasiones leer “Oficio de Tinieblas”, el primer libro que pude tener en mis manos de esta gran autora y con el cual quedé fascinada, recuerdo todavía hasta qué nivel conmovió mi espíritu esta historia sobre discriminación, objetivación y maltrato a la mujer indígena que es más real y cotidiana que la vida misma.
Tiempo después, vino “Los Adioses” donde quedé absolutamente flechada por la vida y las letras de esta mujer tan única, me recuerdo sentada en aquella butaca de la Cineteca Nacional, sola y mirando las escenas de esa vida con absoluta fascinación, fue ahí cuando decidí que quería escribir el artículo que ahora leen. Solamente me faltaba prepararme, investigar, leer, indagar más, quería y tenía que saber todo de ella.
El año pasado, los azares del destino me llevaron a visitar y dar un curso en el Centro Cultural Rosario Castellanos, entrar ahí fue uno de los momentos más mágicos que he vivido, estar en el antiguo Cine Bella Época, además de ver una imagen de los ojos de Rosario junto a uno de sus poemas: “Desde hace años, lectura, tu talento arado se hunde en mis costillas…»; en cada visita semanal iba adquiriendo poco a poco su obra, desde los compendios de poesía, pasando por los ensayos, las obras de teatro, las novelas, todo lo que podía, cada libro lo leía con más y más ansia. Leía uno y otro al mismo tiempo. Subrayaba. Me emocionada. Sentía que no estaba sola en el mundo con mis pensamientos. Que ella seguía viva.
Su evolución se puede ver en cada uno de sus textos, desde la joven poeta risueña y soñadora hasta la escritora madura y reflexiva. Siempre luchando de forma ética y frontal por sus convicciones.
“No hay nada más fuerte que un grupo de mujeres conscientes y conocedoras de su poder”, dijo alguna vez la escritora.
Rosario Castellanos, poeta, narradora, ensayista y catedrática vivió casi hasta los 50 años, nació en la Ciudad de México en 1925, pero vivió toda su infancia y adolescencia en la hacienda de su familia en Comitán, en los Altos de Chiapas; la muerte de su hermano marcó su vida familiar y más tarde perdería a sus padres a la edad de 23 años, momento en el que queda sin familia cercana y decide emprender la vida académica y de las letras, emigrando en 1950 a la Ciudad de México, donde comenzó su prolífica carrera literaria, después viaja becada a Madrid para continuar sus estudios, más tarde trabaja como catedrática a varias universidades de Estados Unidos. Fue también traductora de la obra de Virginia Woolf.
Siendo aún estudiante tuvo un fugaz encuentro con la mismísima Simone de Beauvoir, detonante que motivó en su vida un estudio detallado de la obra de la escritora francesa y que hizo surgir en Rosario un ímpetu imparable por escribir sobre el papel de la mujer en la sociedad, desde entonces se apropia del pensamiento de Beauvoir y lo adapta a México y a la mujer latina.
Dedicó una extensísima parte de su obra y de sus energías a la defensa de los derechos de las mujeres y los indígenas, labor por la que es recordada como uno de los símbolos del feminismo latinoamericano. Después de Sor Juana Inés de la Cruz y junto con Elena Garro se posicionó como una de las más grandes exponentes de la literatura en Latinoamérica, digna de representar a las letras mexicanas en el mundo, leerla debería ser elección consciente y libre para mujeres y hombres.
Su obra trata de temas políticos, ya que concebía al mundo como «lugar de lucha en el que uno está comprometido», su vida y obra estuvieron siempre íntimamente relacionadas, tratando temas como el indigenismo y la mujer.
Luego de ser nombrada embajadora de México en Israel, murió en Tel Aviv a manos de una desventurada descarga eléctrica, según fuentes oficiales, muerte tan poética y surreal como su vida misma, lo cual que la lleva a convertirse en leyenda y a dejar su legado tan actual y vigente en las generaciones presentes.
Nadie como ella tuvo una conciencia tan clara de lo que significa la doble circunstancia de ser mujer y ser mexicana.
Obra narrativa, dramática y poética.
Rosario Castellanos con «Oficio de Tinieblas» expone con mucha crudeza la discriminación en que viven los pueblos originarios de México; en su obra «Balún Canán» hace lo mismo pero con las mujeres de este país, principalmente las mujeres que, incluso siendo parte de un grupo marginado, son más marginadas por el grupo mismo. Con la Fundación de la Universidad Femenina de México se vuelve una activista congruente con sus ideas.
Pionera en publicar sobre el “sexismo” en el siglo XX, un neologismo importante que fue parte de su obra. Narrando siempre desde una perspectiva feminista a través de sus ensayos, ya con su tesis doctoral a los 23 años declaraba públicamente cuál era su conciencia de la condición de ser mujer en México y el mundo, su lúcida rebeldía expone a través de sus letras amplios análisis del papel de la mujer en la sociedad, de la emancipación y el destierro del que eran protagonistas las mujeres que elegían la independencia en el siglo XX.
Castellanos habló de la poca presencia y el poco reconocimiento de las mujeres en el mundo intelectual y cultural, de la aún existente discriminación a la voz y opinión profesional de una mujer y la preocupación por falta de autoridad intelectual de las mujeres. En esa época ella ya hablaba de la enorme brecha que existía en el tipo de trabajos y salarios percibidos por hombres y mujeres. Usó la poesía por supervivencia misma para alcanzar lo permanente.
Gracias a sus intervenciones hoy podemos haber más y más mujeres catedráticas, escritoras, filósofas, sociólogas y nuestra voz es escuchada.
“Libre asumí la responsabilidad de manejarme sola, libre podía dedicarme de modo profesional a la literatura, como compromiso para el resto de mi vida”.
La agudeza, la inteligencia, el guiño que hace al futuro Rosario Castellanos, nuestra predecesora, nos dice que no estamos solas, nos da la literatura como acto de legitimación, palabras e ideas moviéndose sin cesar en nuestras entrañas, como mariposas. Sólo por este medio se puede modificar lo que se entiende.
“Dejé de creer en la otra vida
Y empecé a creer en esta
La muerte es la prueba de que hemos vivido”.
Rosario está más vigente que nunca, Rosario sigue viva, muy viva.