Por José Félix Zavala
GUILLERMO BONFIL BATALLA, Nacido en La Ciudad de México; 1935–1991
Etnólogo y antropólogo mexicano egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Fue director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Director General de Culturas Populares.
Fundó el Museo Nacional de Culturas Populares.
A su muerte, se desempeñaba como coordinador nacional del Seminario de Estudios de la Cultura del CONACULTA.
Para él la investigación etnológica estaba indisolublemente ligada a la transformación de la realidad social.
En su obra cumbre El México Profundo, una civilización negada señaló la permanencia de una civilización que el colonialismo quiso dar por erradicada y sostuvo que existen simbólicamente dos Méxicos: Uno Profundo, que hunde sus raíces en una milenaria civilización, que le ha dado un rostro propio y un corazón verdadero al pueblo, de una manera definitiva e imborrable.
Y que existe otro México, el Imaginario, señaló
En su libro » México profundo;. Una civilización negada».aparecido por vez primera en 1987.
En ese libro destacan no sólo los conceptos que Bonfil Batalla sustentaba en torno a la condición humana, sino sus cualidades como intelectual comprometido, con su realidad circundante; su modestia y su reconocimiento de que su trabajo tenía limitaciones, que planteaba muchas interrogantes y no estaba exento de lagunas y presentaba esbozos con ideas preliminares que exigían mayores reflexiones y sustentos.
Su repentina muerte por un accidente vial, en plena madurez biológica e intelectual, nos impidió tener mayores aportaciones y las precisiones que sin duda habrían dado a su obra mayor valor. Muchos de quienes lo conocieron, de quienes trataron con él, de quienes trabajaron a su lado y que no mencionaré por el limitado espacio de que disponemos relatan que se trataba de un intelectual muy activo y creativo que no rechazaba las conductas y actitudes simples; no era afecto a la solemnidad fingida y tenía gran afición por la vida bohemia. Nuestro autor no ocultaba su propia condición humana y este hecho es muy significativo, pues en el libro de referencia buscó expresar de una manera accesible -pero no por ello menos precisa-, la complejidad de la condición humana que, desde su punto de vista, alcanza en la noción de diversidad una de sus expresiones más relevantes.
Por control cultural se entiende la capacidad de decisión sobre los elementos culturales. El control cultural, por eso, no es absoluto ni abstracto, sino histórico.
Aunque existen diversos grados y niveles posibles en la capacidad de decisión, el control cultural no sólo implica la capacidad social de usar un determinado elemento cultural, sino –lo que es más importante aún- la capacidad de producirlo y reproducirlo.
Una sociedad puede tener, según el momento histórico de su desarrollo, una cultura de resistencia, una cultura de innovación, o una cultura de apropiación; siendo estos tres momentos dependientes del grado de control de los elementos culturales que tenga una sociedad, ya sean propios o ajenos.
Las decisiones propias dan como resultado, con elementos propios, culturas autónomas y con elementos ajenos, culturas apropiadas; las decisiones impuestas resultan en culturas enajenadas con elementos propios, o en culturas impuestas con elementos ajenos.
Desde la autonomía es posible construir, la cultura de la pluralidad, un espacio donde se admitan y se valoren las diferencias.
En situaciones de dominación colonial, es decir, cuando la relación entre grupos con culturas diferentes es una relación asimétrica, de dominación / subordinación, será posible distinguir, en la cultura del grupo subalterno, la presencia de elementos culturales que corresponden a cada uno de los cuatro ámbitos o categorías de cultura.
Su obra «MEXICO PROFUNDO»
Lo llama así, no porque no exista, sino porque su proyecto es imaginario, en tanto toma sus inspiraciones en lejanas tierras, con disímbolas culturas, todas ajenas a la propia. La historia reciente de México, la de los últimos 500 años, es la historia del enfrentamiento permanente entre quienes pretenden encauzar el país en el proyecto de la civilización occidental y quienes resisten arraigados en formas de vida de estirpe mesoamericana.
La presencia de las culturas indígenas es, en algunos aspectos, tan cotidiana y omnipresente, que rara vez se repara en su significado profundo y en el largo proceso histórico que hizo posible su presencia en sectores sociales que asumen hoy una identidad no india.
En el fondo de su ser los mexicanos (y los latinoamericanos) son indígenas; la sociedad mestiza tiene que reconocerse a sí misma como indígena, en lo filosófico, en lo ontológico y fundamentalmente en lo espiritual.
La actual crisis del sistema es señalada. Según Bonfil, el papel de los pueblos indígenas en el escenario mexicano y latinoamericano es definitivo, y serán parte importante en la conformación de una nueva sociedad.