CEM
EL SÍNODO PARA LA AMAZONÍA
¿Cómo interpela a la Iglesia en México?
“Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gn 2,15).
Para los cristianos nuestro centro es Dios Creador, que da la vida que nos ofrece como “casa común” su Creación. Todos los seres “tienen un valor propio ante Dios y su simple existencia lo bendicen y le dan gloria. Reflejan un rayo de la sabiduría y de la bondad infinita de Dios” (Papa Francisco, LS 69).
La Amazonía involucra a todo el mundo, porque en ella está reflejada la custodia de una importantísima porción de biodiversidad para nuestra “casa común”, acoge diversidad de culturas y es un espacio donde la Creación se expresa como Dios la pensó.
El hombre tiene la misión de custodiar la Creación, porque al haber sido dotado de una inteligencia específica, es el responsable de cuidar que la “casa común” se conserve bella y al servicio de toda la humanidad, la de esta generación y la de mañana.
El Amazonas ameritaba un Sínodo
Los Sínodos responden a la necesidad de la iglesia de “caminar juntos”, un espacio donde varias voces se escuchen y que, a través del Espíritu Santo, se encuentre el mejor camino para que el Reino de Dios se haga presente en todas las realidades y en todas las personas.
Geográficamente el Amazonas es un bioma, un espacio con una diversidad de vida que tiene importancia más allá del mismo territorio, por ejemplo, el río Amazonas proporciona aproximadamente 20% de agua dulce en el planeta, lo que implica que de cada 5 vasos de agua que consume el ser humano en el planeta, uno de ellos viene del Amazonas. Por los aires del Amazonas circulan otro tanto de agua igual o mayor que por el suelo y estos “ríos de agua aéreos” logran dotar de lluvia parte de Sudamérica ofreciendo agua para sus campos y cosechas cada año.
La Amazonía alberga alrededor del 15% de la biodiversidad terrestre, almacena entre 150 mil y 200 mil millones de toneladas de carbono cada año. Pero también habitan en ella entre 110 y 130 distintos Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario o “pueblos libres”, diversidad de culturas y tradiciones.
Toda esta riqueza que aporta al mundo es sin duda una tentación para un modelo de vida depredador y oportunista. Se registran en el Amazonas la criminalización y asesinato de líderes y defensores del territorio; apropiación y privatización de bienes de la naturaleza como el agua; explotación excesiva de madereras legales e ilegales; caza y pesca predatorias; megaproyectos energéticos, mineros, ferroviarios, etc. no sustentables y que provocan enfermedades en familias completas; narcotráfico, violencia, tráfico de personas; pobreza y pérdida de la cultura y la identidad de aquellos pueblos originarios.
Las graves problemáticas que aborda este Sínodo no se limitan a aquella zona geográfica, sino que revela un modelo de vida consumista e irresponsable que se ha globalizado, y que nos cuestiona a todos, especialmente a los cristianos, conscientes de ser custodios de la “casa común”.
¿Qué se espera de este Sínodo?
Hacer presente el Evangelio de Jesús en la Amazonía para reconocer a Dios creador que nos invita a estar en armonía en esta triple relación de Dios, el hombre y toda la Creación.
Escuchar los clamores de quienes habitan el Amazonas y construir con ellos, los caminos necesarios para proteger su cultura, su biodiversidad, su historia y este gran pulmón del mundo.
Animar la evangelización de los pueblos, no en lógica de imposición y arrebato de lo propio, sino en “un modelo de lo que hoy lleva el nombre de « inculturación » —encarnación del evangelio en las culturas autóctonas— y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia” (Juan Pablo II, Slavorum Apostoli, 21).
Dar luces para que el cuidado de la “casa común”, desde la perspectiva de una ecología integral, sea una constante en todo el mundo porque lo que sucede en el Amazonas es solo el reflejo de lo que sucede en todo nuestro planeta
¿Dónde está “nuestra Amazonía”?
Haciendo alusión a la campaña que lanzó un grupo de jóvenes comunicadores católicos titulada: “Siento mi Amazonía” (http://cort.as/-SIxu ) se nos invita a reconocer los lugares de todo el mundo donde identificamos que la Creación de Dios ha sido lastimada y que necesita de nuestra protección.
Fomentemos la creatividad para cuidar y proteger “nuestro propio Amazonas”, nuestro entorno natural más cercano: los árboles, las plantas y flores del parque de nuestra colonia; las lagunas y ríos de nuestra zona; los animales y nuestras relaciones personales y comunitarias, eso también es ecología integral. La conversión ecológica nos debe llevar hasta la transformación de nuestros hábitos de consumo más simples donde el más importante de ellos es el de reducir incluso antes que reciclar. Necesitamos volver a la tierra en un sentido literal y trascendente, dejar de ser solo consumidores para ser “prosumidores”, producir y consumir con un sentido de protección. Cuidemos “nuestra propia Amazonia”.
Reconocemos a todos los hombres y mujeres, que han entregado su vida defendiendo la tierra, y animamos a todos, especialmente a la iglesia mexicana, a no desvincular nunca la fe y la vida.
Nos unimos en oración con todos los participantes del Sínodo para que el Espíritu Santo sople en todo el mundo, y que los hombres y mujeres nos convirtamos al Dios de la Vida y la Creación. Y como resultado de ello, cambiemos nuestra forma de relacionarnos con la “casa común”, pasando de un modelo de consumo, depredador y desechable, a un modelo de cuidado, responsabilidad y sustentabilidad.
Que San Francisco de Asís nos acompañe y Santa María de Guadalupe interceda por nosotros.
+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
y Presidente de la CEM