La Jornada
l inminente cierre del año nos invita al recuento de las películas que a lo largo de los últimos meses han recorrido cines del mundo ganado reconocimiento. Por eso, en su versión de otoño la Muestra Internacional de Cine siempre nos ayuda a hacer ese cálculo. Esta vez en su sexagésima séptima edición, de nuevo nos ofrece varios títulos recomendables.
Esto no es Berlín
Lo más reciente del mexicano Hari Sama parte de los recuerdos de una juventud asfixiada en el conservadurismo ochentero, y que encontró en el postpunk y el arte conceptual un oasis liberador para una sexualidad y entusiasmo artístico reprimidos.
Sama colma su película de referencias y guiños a una época, sin el peso de la nostalgia. En el curso de esta ficción protagonizada por adolescentes de la lejana pero ya no tan periférica colonia Lomas Verdes, pasan por el recuerdo las leyendas de Patti Smith, Daniel Ash, The Sisters of Mercy, Gabriel Orozco, Francis Alÿs o el mítico bar El Nueve.
Esto no es Berlín retrata un panorama artístico-cultural desconocido para generaciones jóvenes, aunque lamento un poco que apenas aluda (y no está mal porque no estuvo en las intenciones del director) el impacto transformador del sida. Entonces, el sida inhibió la sexualidad de muchos adolescentes y moldeó la crónica de aquellos tiempos. Fue tema parteaguas en muchas cinematografías del mundo, aunque no en el nuestro.
Un día lluvioso en NY
Con lo más reciente de Woddy Allen, estamos de nuevo en el traspatio seguro y conocido de la Muestra. El cineasta extranjero históricamente más frecuente en este tradicional ciclo regresa con un relato que gira sobre sus conocidas obsesiones y reconocidas fórmulas. Aunque no por ello deja de ser entretenido.
Gatsby es un universitario neurótico de inclinaciones intelectuales que ve frustrado su planeado fin de semana en la Gran Manzana con su cándida novia y periodista novata Ashleigh. Así, Allen de nuevo nos guía por el mundillo de la clase adinerada y culturosa neoyorquina, y no agota, como siempre, las referencias locales y las postales de su querida ciudad, favorecidas por la cinefoto del maestro Vittorio Storaro.
Por la gracia de Dios
El tono frío no deja de llamar mi atención en el cine de Francois Ozon, que vuelve también a la Muestra con esta película que se suma al cine que denuncia las atrocidades perpetradas por curas, con el cobijo y disimulo de la Iglesia católica. De hecho, los observadores notarán el guiño a Spotlight de Tom McCarthy.
Por la gracia de Dios se basa en el caso real del padre francés Bernard Preynat, acusado en 2016 de abusar sexualmente de alrededor de 70 niños y jóvenes en los años ochenta. Ozon mantiene el rigor al que nos tiene acostumbrados: un lenguaje directo, sobrio y a veces crudo en los diálogos, escenas como partituras bien ejecutadas y silencios espesos de tensión.
El despertar de la fiera: Dogman
El modesto Marcello se gana la vida en su pequeña peluquería y guardería canina, un local parte de lo que parece alguna vez fue un balneario. En ese pedazo de costa todo transcurre tranquilo salvo cuando se aparece Simone, un camorrista ex boxeador y problema para todos. Una de sus gandalladas será lo que ponga a prueba el carácter del sonriente Marcello, hasta ese momento querido por todos.
La historia se basa en los hechos sangrientos protagonizados por Pietro De Negri “Er Canaro” (el cuida perros) quien en 1988 se hartó de los abusos madreadores de su amigo, un ex boxeador llamado Giancarlo Ricci.
Con Dogman (2018), Matteo Garrone retoma el sello realista que le vimos en Gomorra (2008). El actor Marcello Fonte se quedó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, por encarnar brillantemente a un personaje del que consigue exponer lo más recóndito de su naturaleza y que es pivote de una historia con un cierre algo inesperado.
Génesis 2.0
En su libro Home Deus, breve historia del mañana, Yuval Noah Harari sostiene que como civilización buscamos poder remodelar nuestro cuerpo y nuestra mente para escapar de la vejez, la muerte y la desgracia. Un proyecto que nos pondría a la par de los dioses. Este filme de Christian Frei y Maxim Arbugaev deja ver que hemos alcanzado ese propósito, y a la vez observa la paradoja de este ideal en relación con quienes escarban el pasado para apenas sobrevivir.
El documental nos lleva a las islas de Nueva Siberia, en el punto más boreal de Rusia, donde rastreadores de colmillos de mamut requieren de una voluntad extraordinaria para triunfar en su búsqueda. Al la vez, revela el panorama actual de la revolución tecnológica en el campo de la genética y nos describe el periplo de Semyon Grigoriev quien desde 2013 busca que por primera vez un mamut sea clonado.
Entre momentos de auténtico drama y pasmo, Genesis 2.0 se desarrolla entre dos realidades con aparente conflicto moral. La de los rastreadores, que se define entre la necesidad económica y la superstición; y la de los científicos que avanzan en sus experimentos de clonación y la capacidad de diseñar especies y cuerpos, cual creadores divinos.
Varda por Agnès
Inspiración, creación y compartir, fueron los ejes que guiaron a Agnès Varda a hacer un cine que no acepta comparaciones. Su ejercicio como realizadora se explica aquí a través de las palabras de la propia autora, de forma generosa y humilde, aguda y profunda.
“Nada es banal si grabas con empatía y amor”, la escuchamos decir mientras repasa parte de su influyente obra y los caminos que decidió tomar para hacer películas siempre con la misma devoción. No deja de sorprender su capacidad de descifrar su propia obra y explicar los procesos con los que organiza su mirada. Se trata de un filme recomendable para quienes también quieren hacer películas, porque resulta inspirador por las luces que arroja y nos recuerda que el cine no es más que “una forma de acompañar el tiempo”.
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