Después de dictar cátedra de dirección de orquesta en el Auditorio Nacional la noche del jueves, Gustavo Dudamel recibió con su esposa, María Valverde, lecciones de danzón del reinventor de ese arte, Arturo Márquez, y su esposa, Laura Calderón, en el Salón Los Ángeles, recinto convertido ya en un nuevo foro cultural de trascendencia, pues allí ocurren sucesos que conmoverán al mundo, en una renovación ejemplo para espacios independientes, insurreccionales. Por lo pronto, ver bailar danzón a Gustavo Dudamel, María Valverde, Arturo Márquez y Laura Calderón, queda para la posteridad.
En el Salón Los Ángeles nació el ahora legendario Danzón número 2 de Arturo Márquez. En la visita anterior a México de Gustavo Dudamel, cuando dirigió a la Filarmónica de Viena en Bellas Artes, Arturo Márquez lo llevó al Salón Los Ángeles y Gustavo quedó fascinado de por vida: ‘‘quiero aprender danzón”, dijo.
Sueño hecho realidad ante la mirada de Miguel Nieto
Y antenoche se hizo realidad el sueño: ante la mirada cómplice de Miguel Nieto, artífice del Salón Los Ángeles, la Danzonera de Felipe Urbán elevó la noche a la condición de ensueño y Arturo Márquez comenzó a sobar la duela en los brazos de su maestra de baile y esposa, Laura Calderón.
Acto seguido, Gustavo Dudamel tomó de la mano a María Valverde, su esposa, y se encaminaron al entarimado para recibir las instrucciones de la pareja Márquez-Calderón. Como buen músico, Dudamel bailó de oído, como se dice popularmente entre autodidactas. Al principio sus pasos deambulaban y en cuanto el golpe de timbales marcó cambio de cadencia, María Valverde lo elevó al infinito en su nueva forma de virtuosismo artístico: bailar danzón. Ya era maestro en el arte de dirigir el Danzón número 2 de Arturo Márquez en el podio, ahora es un aprendiz de brujo del arte del baile de alta estirpe, de elegancia y donosura: el danzón.
A la Danzonera de Felipe Urbán le siguió en el foro de los músicos el grupo Nueva Nostalgia. Fue el momento en que Gustavo demostró su condición venezolana en cuerpo entero, pues la rumba ya era de su total dominio corporal. Y así hasta casi el amanecer.
El proyecto cultural del Salón Los Ángeles continuará el 28 de noviembre, cuando por primera vez en la historia una orquesta sinfónica se presentará en un salón de baile, y será con música de Gabriela Ortiz, Arturo Márquez, Héctor Infanzón, Eugenio Toussaint y Dámaso Pérez Prado. Es decir, compositores de danzón. De eso seguiremos informando.
Por lo pronto, Gustavo Dudamel coronó su gira mexicana bailando danzón luego de hacer un manifiesto político en el Auditorio Nacional, al frente de una de las mejores orquestas del planeta, la Filarmónica de Los Ángeles: subió al escenario a músicos venezolanos e hizo callar a la orquesta para que sonaran solamente los instrumentos de su país: arpa llanera, cuatro venezolano, maracas y contrabajo.
Otro elemento del manifiesto político que hizo Dudamel: puso a dirigir a la Filarmónica de Los Ángeles, en condición de concertino, a un niño de un barrio de Los Ángeles, integrante de la YOLA, la orquesta con la cual Gustavo Dudamel continúa la labor revolucionaria ‘‘de nuestro amadísimo José Antonio Abreu”: el Sistema de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles Simón Bolívar, y al micrófono mencionó a Eduardo Mata como uno de los artífices de esa revolución.
Manifiesto final y contundente: ‘‘el arte sirve para romper muros y tender puentes”.
Acto seguido, dirigió dos partituras venezolanas con la Filarmónica de Los Ángeles, el Huapango de Moncayo y luego se convirtió en yedai: al final del tema central de Star Wars, cambió la batuta por una espada láser. Y la fuerza estuvo con él.
Ya después nos fuimos todos a bailar danzón al Salón Los Ángeles.
Porque quien no conoce el Salón Los Ángeles, no se conoce a sí mismo.
Ya dije.