Con música de caracoles la FIL recordó a Miguel León-Portilla
El Colegio Nacional presentó la obra póstuma del historiador, con una lectura dramatizada
“En Tula hubo una casa de tablones, / sólo quedan columnas cual serpientes / la dejó abandonada Nácxitl, / nuestro príncipe. / Con música de caracoles / son llorados nuestros príncipes, / van a perderse allá en Tlapallan”. Con este fragmento de “El abandono de Tula” cerró la presentación de Teatro náhuatl. Prehispánico, colonial y moderno, obra en la que Miguel León-Portilla estuvo trabajando durante los últimos años de su vida y que fue publicada en una exquisita edición de El Colegio Nacional, con la presencia del investigador Eduardo Matos Moctezuma y el director de teatro Luis de Tavira.
La actriz Marina de Tavira y el traductor Victoriano de la Cruz leyeron, en español y náhuatl, respectivamente, algunos fragmentos de las obras de teatro recogidas en el volumen, de pasta dura y recién editado, que cuenta con representaciones gráficas de las líricas que habitan en sus páginas.
Como el gran curador y recogedor de sabiduría que era, Miguel León-Portilla eligió fragmentos representativos de estas obras que sobrevivieron a la destrucción de la Conquista, entre ellos una escenificación de un acontecimiento numerosas veces representado: el abandono de Tula y el tránsito de Quetzalcóatl.
Durante su intervención, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma resaltó la “fortuna que tenemos los lectores de tener a la mano este libro”, gracias a que León-Portilla era “incansable: leía y escribía incesantemente, un dínamo para producir” libros como este, donde aparecen expresiones multitudinarias, festividades extraordinarias limítrofes con el teatro griego y las ceremonias religiosas, que duraban varios días y que nos llegan desde el mundo náhuatl por medio de la palabra que ha trascendido a las civilizaciones.
Luis de Tavira, director de teatro, señaló que esta obra, culminante y fundamental, centrada en el mundo náhuatl, “es un libro que indaga, que cuestiona y relaciona aquello que llamamos teatro con aquello que llamamos México, así como lo que subyace en la dimensión humana”.
Miguel León-Portilla, el mismo visionario de los vencidos, dejó una obra necesaria y perdurable en este volumen que expone una forma particular de pensamiento, indígena al mismo tiempo que universal, como no se le había reconocido a la filosofía originaria hasta que llegó León-Portilla a revalorar su pensamiento.
Entre las bellezas y rarezas que contiene el libro, se encuentra una versión al náhuatl de Esperando a Godot, obra emblemática de Samuel Beckett.