Viaje a una de las épicas más antiguas del mundo
Con la guía de una cuentacuentos experta, los visitantes de la FIL se adentraron a una de las historias más importantes de India
Todo se inició con una pregunta: ¿Quién de aquí ha ido a la India? Nadie de los que estaban ya acomodados en las bancas del pabellón de la India en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara levantó la mano. “Pues están de suerte”, dijo Priscila Trejo, joven cuentacuentos especialista en literatura infantil, fomento en la lectura y cultura india, “porque se han ganado un viaje, con todos los gastos pagados y un paquete adicional para el viaje en el tiempo”. A partir de ese momento, Trejo se apoderó del escenario dispuesto al centro del pabellón y comenzó a desenredar la historia del hijo del rey Dásharatha, que originalmente está compuesto por 24 mil versos, divididos en siete volúmenes. El reto no era poco para que el evento Ramayana para niños fuera un éxito.
Sin titubear un solo momento, sin confundir nombres y, sobre todo, sin perder la atención de la gente que se acercó a escuchar su relato, Priscila llevó de la mano a un público mayoritariamente adulto, pues el horario apenas estaba por permitir la entrada a los visitantes en general. Pero esto no fue un punto en contra de la narradora, que hacía voces, actuaba reacciones, gritaba, se sentaba, se ponía de pie otra vez y permitió que la gente se imaginara de manera más clara toda la saga de Rama, desde que nació de una de las cuatro esposas de su padre hasta que se convirtió en dios.
Cuando habían transcurrido ya 20 minutos del cuento, los niños comenzaron a acercarse, atraídos primero por las imágenes que se proyectaron —tomadas de una edición del Ramayana— y luego por la intriga de la trama. No se necesitó de mucho tiempo para llegar a su conclusión, y el tiempo sobrante se ocupó en agregar un poco de información sobre su importancia. La fiesta Diwali, la más importante de India, representa uno de sus pasajes: cuando Rama regresa de su exilio en la selva, que además es simbólico porque se relaciona con el retorno del bien. En esa fecha, la gente enciende velas para indicarle el camino correcto, y cada persona se prepara espiritualmente.
Después de los aplausos y el agradecimiento del público, Priscila pudo estar segura de que la prueba fue superada.