Madrid. Una foca equipada por la NASA con un pequeño sensor en forma de sombrero permitió analizar la transferencia de calor entre capas marinas en una inhóspita corriente océanica.
La foca nadó más de 4 mil 800 kilómetros durante tres meses, en gran parte a través de las aguas turbulentas y ricas en remolinos de la Corriente Circumpolar Antártica, una de las cintas transportadoras más importantes del sistema climático, ya que une varios océanos.
El animal hizo alrededor de 80 inmersiones a profundidades entre 500 y mil metros por día. Recopiló un flujo continuo de datos, el cual proporcionó una nueva visión de cómo el calor se mueve de forma vertical entre las capas oceánicas en esa región volátil, lo que significa un paso más a la comprensión de cuánto calor del Sol el océano es capaz de absorber.
Aún no se comprende completamente cómo la corriente transfiere calor, particularmente de forma vertical desde la capa superior del océano a las inferiores y viceversa. Esta corriente es muy turbulenta, produce remolinos –movimientos de vórtices de agua similares a las tormentas en la atmósfera– de 50 a 200 kilómetros de diámetro. También abarca unos 21 mil kilómetros a través de una parte especialmente remota e inhóspita del mundo, lo que la convierte en una de las corrientes más difíciles de observar y medir para los científicos.
Para un nuevo artículo publicado recientemente en Nature Geoscience, Lia Siegelman, científica visitante en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, y sus coautores combinaron los datos del animal con los de altimetría satelital. La información del satélite de la superficie del océano mostró dónde estaban los remolinos dentro de la corriente y cuáles atravesaba el sello. Al analizar el conjunto de datos combinado, los científicos prestaron especial atención al papel que desempeñaban las características oceánicas más pequeñas en el transporte vertical de calor.
Conductos de calor
Siegelman aseguró en un comunicado que estaba sorprendida por los resultados. Se sabe que estos remolinos de tamaño mediano impulsan la producción de frentes a pequeña escala: cambios repentinos en la densidad del agua similares a los frentes fríos y cálidos en la atmósfera.
Descubrimos que estos frentes eran evidentes a unos 500 metros dentro del océano, no sólo en la capa superficial, como sugieren muchos estudios, y desempeñaron un papel activo en el transporte vertical de calor, agregó.
Según Siegelman, su análisis mostró que estos frentes actúan como conductos que transportan mucho calor desde el interior del océano hasta la superficie. La mayoría de los estudios de modelado actuales indica que el calor se movería de la superficie al interior del océano en estos casos, pero con los nuevos datos de observación proporcionados por el sello, descubrimos que no es el caso, expresó.
La capa superficial del océano puede absorber sólo una cantidad finita de calor antes de que procesos naturales como la evaporación y la precipitación se activen para enfriarla. Cuando los frentes oceánicos profundos envían calor a la superficie, éste calienta la capa superficial y la empuja más cerca de su umbral de calor. Entonces, esencialmente, en las áreas donde esta dinámica está presente, el océano no puede absorber tanto calor del Sol como lo haría de otra manera.
Los modelos climáticos actuales y los utilizados para estimar el presupuesto de calor de la Tierra no tienen en cuenta los efectos de estos frentes oceánicos a pequeña escala, pero los autores del documento argumentan que deberían hacerlo.
La representación inexacta de estos frentes de pequeña escala podría subestimar considerablemente la cantidad de calor transferido desde el interior del océano de regreso a la superficie y, como consecuencia, potencialmente sobrestimar la cantidad de calor que el océano puede absorber, explicó Siegelman. Esto podría ser una implicación importante para nuestro clima y el papel del océano en compensar los efectos del calentamiento global al absorber la mayor parte del calor, aseguró la especialista.
Los científicos dicen que este fenómeno probablemente también esté presente en otras áreas turbulentas del océano donde los remolinos son comunes, incluida la Corriente del Golfo en el Océano Atlántico y la Extensión de Kuroshio en el Océano Pacífico Norte.