Por Anne Marie Mergier
Proceso
Lille 3000 es el nombre del festival que esa ciudad del norte de Francia ha dedicado a la cultura mexicana desde el día 27 de abril y hasta el próximo 1 de diciembre.
En ese lapso, tomará literalmente los principales espacios de la trienal en la urbe y sus alrededores para exponer arte y artesanías sobre el tema de Eldorado.
Aquí hablan algunos de sus protagonistas, como Betsabeé Romero, los muralistas callejeros de Oaxaca Darío Canul y Cosijoeza Cernas, y Carlos Amorales.
LILLE, Francia (Proceso).- La situación es insólita: México lleva un mes colonizando al norte de Francia. Mas insólita aún si esa ocupación cultural –que cuenta con la complicidad de las autoridades regionales y el entusiasmo de la población autóctona– se prolongará hasta el próximo 1o. de diciembre.
La avanzada del ejército invasor azteca es un comando de diez alebrijes monumentales (cada uno mide entre 7 y 8 metros de altura y está colocado en un pedestal de dos metros), acampados en la céntrica calle Faidherbe de esta ciudad-capital de la región Hauts de Seine colindante con Bélgica.
Los animales fantásticos, dignos descendientes de las creaciones de Pablo Linares López –confeccionados unos en México, otros en Lille, pero todos bajo supervisión de artesanos y expertos del Museo de Artes Populares de la Ciudad de México (MAPCDMX)–, se apoderaron de un área estratégica, en vísperas de la inauguración el pasado 27 de abril, de la trienal artística Lille 3000, cuyo invitado de honor es México.
Otro contingente de «conquistadores», integrado por veinte gigantescos cráneos pintados –traídos por la fundación cultural Mexicráneos de la empresa funerararia J. Garcia Lopez–, ocupó el Ilot Comtesse, un hermoso jardin escondido en el corazón histórico de Lille, mientras otros cráneos abigarrados se instalaban en la estación ferrocarilera Lille Europe, a la salida del Metro Lille Flandres, en varios centros comerciales de la ciudad, y en la Maison Folie Moulin, centro cultural ubicado en un barrio popular.
Al mismo tiempo, una tropa de artistas y artesanos mexicanos requisaron museos, salas de exposiciones, casas de cultura y lugares históricos de una media docena de ciudades que pertenecen al área metropolitana de Lille.
Las instituciones mexicanas no se quedaron atrás: el Museo de Arte Moderno (MAM) penetró el Musée Hospice Comtesse, armonioso edificio del siglo XVI, para presentar unas cuarenta obras emblemáticas del nacimiento de la modernidad mexicana seleccionadas por Silvia Navarete, exdirectora del MAM, mientras que el MAPCDMX confiscó salas de exhibición del Musée d’Histoire Naturelle de Lille para desplegar un atractivo panorama de la inagotable creatividad de los artesanos del país latinoamericano.
Estructurada alrededor del tema de Eldorado–«búsqueda metafórica de un lugar soñado e idealizado», según explican sus organizadores–, la trienal Lille 3000 propuso «explorar las múltiples facetas de ese mito» a un centenar de pintores, videoastas, escultores, artesanos, músicos, performanceros, grafiteros, muralistas callejeros y realizadores de instalaciones de distintos horizontes, entre los cuales sobresalen los mexicanos por su número y calidad de sus obras.
El día de la apertura del festival artístico, Martine Aubry, alcaldesa de Lille desde hace quince años, exsecretaria de Trabajo emblemática de François Mitterrand y eminencia gris de la izquierda del Partido Socialista galo, expuso su propia definición de «Eldorado contemporáneo».
«Implica mantener intacta nuestra aptitud a soñar y sobre todo a soñar colectivamente en un mundo distinto del actual, sacudido por el cambio climático, amenazado por el agotamiento de nuestro modelo de desarrollo cada vez más violento y la desigualdad económica entre países que originan crecientes tragedias migratorias».
Los artistas mexicanos presentes en Lille 3000 parecen coincindir con Aubry.
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Y en primer lugar Betasbeé Romero, quien lleva más de 20 años tratando el tema migratorio y los estragos de la violencia –particularmente la de género– en su práctica artística. Romero realiza intervenciones sobre materiales reciclados, instalaciones, videos, fotografía, en una interesante simbiosis entre arte conceptual y trabajo artesanal.
Internacionalmente reconocida, destaca en Lille 3000. Así la consagraron, de hecho, los organizadores de la trienal al facilitarle tres importantes espacios, pues ningún otro artista recibió un trato tan halagador.
Bestabeé Romero luce junto con otros mexicanos, estadunidenses y chicanos en la Maison Folie Wazemmes de Lille, que acoge US-Mexico Border, una versión adaptada para Francia de la muestra The Us-Mexico Border: Place, Imagination and Possibility, presentada en 2017 en el Craft and Folk Museum de Los Angeles, California, Estados Unidos, en el marco del Pacific Standard Time: LA/LA, una ambiciosa iniciativa de la urbe californiana que abrió todas sus instituciones culturales al arte latinoamericano.
La artista ocupa ademas la Maison Folie Hospice d’Havré de la ciudad de Tourcoing, donde presenta una amplia retrospectiva en el austero convento del siglo XII, convertido en el XVI en hospicio para huérfanos y ancianos.
La obra central de esa muestra individual es una instalación concebida especialmente para la capilla desacralizada del exconvento, que Romerollama La ruta de las plumas de oro: una cascada de siete espléndidos penachos de plumas blancas decorados con papel dorado baja de la parte superior de un altísimo cuadro, La coronacion de María, y adorna el ábside. El primer penacho parece acariciar los pies de una estatua dorada, también de la Vírgen. El último penacho se levanta a escasos dos metros del suelo, en medio de la capilla cuyos muros laterales están cubiertos con largas tiras papel picado blanco y morado.
Seduce el contraste entre la ligereza de las plumas y el papel picado, y la ostentosa ornementación de mármol y oro del ábside.
«Me interesó mucho ese gran cuadro de La coronacion de María –confia Romero a la corresponsal–. Es bello, pero demasiado imponente. Domina toda la capilla y nos hace sentir pequeños. Para mí es el símbolo de la verticalidad del poder que la Iglesia Católica impuso durante la colonización de México. Los penachos en cambio no pesan nada, no se quedan allá arriba, por el contrario, bajan suavemente a la altura humana y asi evocan un mundo indígena con estructuras sociales más horizontales, una cultura en armonía con la tierra y el hombre, una filosofía ecológica que tanto nos hace falta hoy.»
La artista insiste también sobre la importancia de los motivos que inventó para los papeles picados:
«Los pensé como un homenaje a las víctimas de los feminicidios y a los muertos de la guerra del narco que enluta México. Yo sabía que la muestra en la Maison Folie Hospice d’Havré se inauguraría en vísperas de Semana Santa y me pareció justo enlazar el sufrimiento de la Vírgen con el de las madres mexicanas», asegura al tiempo que guía a la reportera hacia las demás salas de la Maison Folie Hospice d’Havré, donde expone algunas de sus obras más emblemáicas.
Sobresalen sus famosas instalaciones con llantas de coche usadas e intervenidas con motivos inspirados en la iconografía prehispánica.
«Me importa reciclar llantas y convertirlas en cilindros impresores –confiesa–. Desde la noche de los tiempos y casi en todas las culturas existen estos cilindros impresores. La ‘misión simbólica’ de las llantas sobre las cuales intervengo es imprimir la memoria de todo lo que ha sido aplastado por la modernidad y la velocidad», dice.
El tercer lugar que los curadores de Lille 3000 ofrecieron a Bestabeé Romero es la Vieille Bourse, imponente sede de la antigua bolsa de valores construida en el siglo XVII. Ubicado en el mero centro de Lille, el edificio cuenta con un elegante patio rodeado por galerias cubiertas que la artista ilumina con decenas de soles resplandescientes.
«En realidad reciclé espejos convexos de vigilancia que permiten un control visual en tres direcciones y los adorné con rayos dorados», precisa en tono sarcástico. Es una manera de recordar que estamos todos bajo vigilancia, pero también es una respuesta irónica al tema de Eldorado de Lille 3000. Me pareció oportuno aludir a los espejitos que los conquistadores españoles ofrecían a los pueblos indios de nuestro continente a cambio de oro…»
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Oriundos de Tlacolula, Oaxaca, y orgullosos de sus raíces zapotecas, Dario Canul y Cosijosea Cernas, fundadores de Tlacolulokos –un colectivo de muralistas callejeros–, también gozan un trato especial por parte de los organizadores de Lille 3000.
Por un lado exponen en el Musée Hospice Comtesse de Lille, un impresionante conjunto de murales pintados sobre lienzos que concibieron para la Biblioteca Central de Los Angeles, donde fueron expuestos en 2017 y 2018 en el marco del Pacific Standard Time: LA/LA. Y por otro lado tuvieron carta blanca para pintar tres murales en calles del rebelde barrio popular de Moulin. Uno de estos murales provocó un connato de escándalo en víspera de la inauguración de Lille 3000:
La obra representa a tres mujeres indígenas jóvenes que participan en una protesta callejera. Tienen el rostro medio tapado por un paliacate, y una de ellas exhibe un tatuaje que dice ACAB (All cobs are bastards: todos los policias son bastardos).
En el violento contexto de la crisis de los llamados Chalecos Amarillos, el acrónimo enfureció al muy derechista sindicato de policia Alliance, que acusó a los Tlacolulokos de «incitación al odio» –delito que puede ser sanccionado por un año de carcel y una multa de 45 mil euros–, y amenazó con presentar una demanda en su contra.
A Darío Canul y Cosijoeza Cernas no les preocupó en absoluto el incidente. Por el contrario, les pareció algo gratificante.
«Cuando nos enteramos del escándalo, pues quitamos el acrónimo. No pasó nada. No nos ofendimos. Y por supuesto no nos molesta la reacción de los policías. Cada cual en lo suyo. Y lo nuestro es molestar. Estamos involucrados de lleno en las luchas sociales de Oaxaca y es lo que expresamos en nuestros murales», comenta Darío.
«En realidad la queja de los policías nos está haciendo una súper publicidad. Nos mandan mensajes grupos anarquistas de París y de otras ciudades de Francia que quieren venir a Lille para ver nuestro trabajo y platicar con nosotros. La gente del barrio está encantada», precisa Cosijosea.
Insiste Dario:
«Siempre fuimos muy claros con los organizadores de Lille 3000, no somos artistas complacientes, no pintamos indios bonitos, pintamos gente orgullosa, fuerte, dispuesta a pelear porque ese es nuestro contexto.»
Ambos artistas, que ya están de regreso en Oaxaca, pasaron en total dos meses en Lille y convirtieron la realización de sus murales callejeros en talleres abiertos para quienes querían aprender.
«Nosotros aprendimos nuestro arte en la calle –enfatiza Darío–, no tenemos nada que ver con la academia, pero lo que aprendimos lo transmitimos aquí durante nuestra estadía en Lille y en Oaxaca todo el tiempo.»
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Por su parte, Carlos Amorales, artista multifacetico –performador, músico, diseñador, escultor–, quien representó a México en la Bienal de Venecia en 2016, nunca se imaginó que la instalación Protesta Fantasma que exhibe en el Espace Carré de Lille iba a tener tanta resonancia en el tenso clima social galo.
El visitante vacila unos segundos antes de entrar en la sala de exposición. No es para menos: el amplio lugar se baña en una neblina artificial que deja entrever siluetas blancas en tamaño real, plasmadas sobre los cuatro muros negros de la sala.
Son manifestantes fanstasmagóricos. Casi todos levantan los brazos, unos parecen agitar sus manos crispadas, otros enarbolan carteles con interrogantes extraños: ¿Le temen a la confusión?, ¿Dónde está el humor en el rumor? Aseveraciones inéditas: Sólo es real cuando duele o confesiones sorprendentes: Busco una multitud en la cual esconderme.
Sumergidos en la bruma, algunos visitantes se disfuminan como los fantasmas de esa inédita protesta; algunos se quedan pensativos ante ciertos planteamientos, otros aluden a los Chalecos Amarillos y a los diluvios de gases lacrimogenes que se abaten sobre ellos en las calles de muchas ciudades francesas sábado tras sábado desde hace seis meses.
Es la tercera vez que Carlos Amorales presenta esa instalación.
«La monté inicialmente en octubre de 2018 en el Centro de las Artes Fototeca Nuevo Leon, y allí también se dio una coincidencia que me impresionó mucho –comenta a la corresponsal–. El Centro se encuentra en una antigua fundidora convertida en espacio cultural. Durante la rueda de prensa de presentación de Protesta Fantasma, un periodista de cierta edad contó que en ese mismo lugar había ocurrido un grave accidente cuarenta años atrás: un tanque lleno de metal fundido se había derrumbado sobre un grupo de trabajadores, matándolos a todos. Recordó que sus cuerpos habían desaparecido por completo, estaban totalmente desintegrados. El periodista se notaba bastante trastornado por la muestra y acabó confesando que había tenido la impresión de encontarse con los fantasmas de estos trabajadores…»