La Jornada
El escritor israelí Etgar Keret, quien impartió ayer martes la conferencia «La escritura como plan B», comentó que el valor que tienen las historias es abogar por nosotros, por la especie humana.
En la librería Mauricio Achar, Keret compartió que su primer contacto con la literatura fueron los cuentos que le narraban sus padres antes de dormir, pero los relatos de su papá le gustaban más porque había situaciones violentas con personajes siniestros y jodidos.
“Mi padre siempre hacía un esfuerzo por encontrar un vínculo de empatía con los personajes, por tratar de comprenderlos. Fue ahí donde entendí que el valor de las historias es abogar por nosotros, abogar por la especie humana.
“Si en algún momento hubiera una especie de invasión de alguien y vinieran a tratar de aniquilarnos por ser una especie sin remedio quizá sí le contáramos nuestras historias podríamos encontrar puntos de encuentro con ellos y de aproximar un poco nuestras diferencias”.
El autor de Extrañando a Kissinger recordó cómo desde pequeño surgió su gusto por la lectura y las historias, ya que sus padres, ambos supervivientes del Holocausto, le narraban cuentos.
Esa experiencia con las historias le acompañó toda su juventud. “Cada vez que me encontraba en una situación que tenía como resentimiento o rabia contra otro niño, otro maestro, me tomaba un momento y trataba de construir otra historia que abogara por ellos, y está necesidad de contar historias se volvió dramáticamente urgente cuando entré al servicio militar en Israel”.
Comentó que la escritura le ayudó a sobrevivir emocionalmente durante los tres años de servicio militar. En esa etapa su primer lector fue su hermano y recordó la anécdota cuando le llevó su primer cuento y cómo en el que lo escribió sirvió para limpiar los excrementos de un perro.
Con ese hecho Keret se percató que “el valor de las historias no está en papel si no verdaderamente en donde viven es en la mente y en el corazón de los lectores”.
El escritor, quien disfruta del contacto con sus lectores, indicó que el acto de escribir está totalmente ligado con la honestidad.
“Escribir es como una especie de confesionario católico literario y para ser honesto uno tiene que decir las cosas que son más importantes”.
Consideró que los relatos son una parte integral de nuestras vidas y a manera de ejemplo mencionó que cuando vamos tarde al trabajo construimos una historia para explicar al jefe porque vamos tarde. “A mi me gustaría que las historias fueran más parte de la vida cotidiana”, añadió.
El escritor antes de finalizar su conferencia comentó también que normalmente trata de autocensurarse en la vida para no lastimar las emociones de las personas a su alrededor. Sin embargo aseguró que “la escritura es un territorio donde nadie hace lo contrario, de total honestidad, de manera que si encuentro algo que para mi se asemeja a un tipo de verdad la voy a publicar aunque me meta en problemas”.