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“Mis momento de mayor espiritualidad han sido bajo el agua, es un mundo totalmente distinto…”, reveló en 2011 Pilar Luna Erreguerena a Proceso, la pionera de la arqueología subacuática en nuestro país, quien falleció a los 76 años.
La muerte de Luna Erreguerena, figura fundadora de esa área en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), conmocionó al gremio cultural: La Secretaría de Cultura federal y capitalina, y asociaciones como la Federación Mexicana de Actividades Subacuáticas AC, destacaron con esquelas y comunicados en redes sociales la labor que realizó la arqueóloga a nivel nacional.
La “madre de la arqueología subacuática” obtuvo en 2011 la Medalla J. C. Carrington que otorga la Sociedad de Arqueología en Estados Unidos, mismo año en que la reportera Jesusa Cervantes le realizó un reportaje en el cuál recordó cómo se enamoró de su profesión mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), y específicamente a partir de una clase con otro pilar de la arqueología en México: Eduardo Matos Moctezuma, quien le narró los trabajos que se hacían en Egipto para reubicar monumentos y templos de Abu Simbel, cuyo emplazamiento original se construiría en la presa de Asúan, en Egipto, construida entre 1960 y 1970.
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“En ese momento cayó la pregunta preciosa y preciada de toda mi vida: ¿Qué pasa con el patrimonio cultural que está bajo las aguas en México?…
¡Ah, existe, a eso me quiero dedicar!”, se dijo.
Una vez que leyó el volumen Archaeology underwater, del estadounidense George F. Bass (conocido mundialmente como el “Padre de la Arqueología Subacuática”), Luna continuó adentrándose en la materia: participó en 1974 en un primer proyecto de búsqueda submarina de artefactos mayas en la laguna de Chunyaxché, en Quintana Roo, y cuatro años después le escribió al propio Bass para que impartiese un primer curso especializado en México con sede teórica en la ENAH… y con el tiempo terminaron siendo colaboradores en el tema.
Con base al trabajo de Luna en 1974 sobre el proyecto de búsqueda submarina de objetos mayas en la laguna de Chunyaxché, en Quintana Roo, el INAH decidió abrir en 1980 el Departamento en Arqueología Subacuática, mismo que en 1995 fue promovido como subdirección, del cual se mantuvo al frente hasta 2017.
Entre las labores que más se recuerdan fue la defensa de una flota de 1630 que se hundió con un cargamento de barras de oro (3 mil 644 kilos de peso en oro y plata) en el mar de Veracruz (tema que Proceso documentó en sus números 602 y 608). Con el cambio de gobierno, en 1988, se prohibió la expedición de particulares, pues en ese momento la empresa estadunidense Offmex Inc. buscaba quedarse con el 45%
“Hay muchos buscadores de tesoros que han llegado conmigo; les hago ver que no va a proceder su proyecto, que no se pueden llevar ni el 75 ni el 25 por ciento de lo hallado, que no se pueden llevar nada. Que cuando haya posibilidades, necesidades y capacidades se hará el trabajo. Pero eso seguirá ahí y no se negocia, no se vende, no se subasta. Esta ha sido la postura de México y por ello tenemos un reconocimiento a nivel internacional”, dijo en entrevista.
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