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Un grafiti de un alumno de la maestría en Historia del Arte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue nombrado patrimonio artístico y cultural por la Universidad de Matanzas en Cuba.
En un comunicado, la universidad explicó que el alumno plasmó su obra en la institución como parte del I Simposio Patrimonio y Cultura que se realizó del 10 al 12 de marzo, durante el I Evento Internacional Universidad Sociedad 2020.
Miguel J., autor de la obra, comentó que luego de que su participación fuera aceptada preguntó a los organizadores cómo eran las leyes en Cuba, porque quería pintar en la calle, pero ellos le comentaron que ya le habían conseguido un espacio para que plasmara su obra en la Universidad de Matanzas.
“Fue una gran sorpresa; me reconocieron por mi contribución artística y nombraron mi grafiti como patrimonio artístico y cultural de esa institución”, comentó el alumno, que también es escritor de grafiti y artista visual.
La obra se encuentra en un muro del vestíbulo de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la institución cubana, está firmada por el seudónimo de Graun y fue inspirada en las raíces del alumno.
El estudiante de la maestría en Historia del Arte comentó que el término grafiti fue acuñado por primera vez en los descubrimientos de Pompeya, ya que así se denominó a las inscripciones informales que los arqueólogos hallaron en esa antigua ciudad romana.
Sin embarcó, resaltó, el concepto ha cambiado y hoy incluye a la escritura que hacen las pandillas para demarcar su territorio, o la que se hace durante protestas o manifestaciones estudiantiles o feministas.
Se trata de una “marca en primera persona, el nombre o pseudónimo de quien lo ejecuta y básicamente se trata de letras, aunque también puede incluir personajes, y tener diferentes estilos”, comentó el alumno de Elia Espinosa, integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas.
Es el impulso de pintar que no tiene una intención, y cuyas directrices son quién pinta más, más alto, en lugares peligrosos o arriesgados, y con calidad, la cual se mide por la combinación de colores, sin chorrear la pintura, y en el “can control”, es decir, el dominio del pulso al manejar el aerosol para obtener disparos amplios o trazos finos y difuminados, agregó.
No es artístico, ni lleva una intención de arte, aunque pueda tener esas características y alcanzar parámetros estéticos. Tampoco es necesariamente revolucionario. “Es básicamente un juego, el de seguir pintando”, aclaró.
Asimismo, resaltó que lo puede hacer cualquier persona, sin importar género, clase social o formación académica.
Para el también sociólogo de formación, el grafiti debe contar con tres características: ser anónimo, ilegal y transgresor, aunque aclaró que ahora también se hace de forma legal y por autores conocidos.
Recordó que hay un lema que dice: “sin grafiti no hay ciudad”, ya que estas marcas tienen la función de reintegrar a la juventud, regenerar el tejido social y hasta crear patrimonio cultural, sin embargo, recordó, ha sido estigmatizado y perseguido.
Estas manifestaciones, resaltó, hacen válido el lema surrealista de “las paredes hablan” durante las manifestaciones y pueden servir para expresar emociones como en el proyecto “Acción Poética” o reivindicar sociopolíticamente a grupos como los chicanos o cholos.
En estos momentos, Miguel J. se encuentra realizando una investigación sobre la utilización del grafiti como un “adorno” que eleva la plusvalía de diversos espacios e inmuebles, como en las calles 20 de Noviembre y Regina, en el Centro Histórico, donde comentó, las cortinas de los negocios fueron intervenidas para generar una “ciudad-museo” o “ciudad-galería”, que atraiga el turismo.
Esta investigación será plasmada en la tesis de maestría “El grafiti como agente de la gentrificación: un análisis del arte urbano contemporáneo en el Centro Histórico de la Ciudad de México”, que concluirá a finales de este año.
(Melisa Carrillo)