Alejandro García Abreu
La Jornada Semanal
El filósofo Enrique Dussel (La Paz, Argentina, 1934) es uno de los fundadores de la Filosofía de la Liberación y uno de los más importantes humanistas contemporáneos. Para desarrollar sus teorías se apoyó en una ética latinoamericana en la cual se tiene que propiciar la trascendencia de la alteridad. En esta entrevista, el autor argentino conversa sobre los planteamientos que cobran importancia en el plano de la ética durante la época de la pandemia causada por el sars-Cov-2.
Para Enrique Dussel (La Paz, Argentina, 1934) la ética es la afirmación definitiva de la vida humana ante su posible aniquilación. En Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión el filósofo argentino escribió: “Es un problema de vida o muerte. Vida humana que no es un concepto, una idea, ni un horizonte abstracto, sino el modo de realidad de cada ser humano concreto, condición absoluta de la ética y exigencia de toda liberación. No debe extrañar, entonces, que esta Ética sea una ética de afirmación rotunda de la vida humana ante el asesinato y el suicidio colectivo a los que la humanidad se encamina de no cambiar el rumbo de su accionar irracional.”
El académico Martín Retamozo planteó sobre Dussel: “El proyecto de la Filosofía de la Liberación es, sin dudas, uno de los más importantes esfuerzos intelectuales elaborados desde América Latina para la comprensión crítica de los problemas que afectan a los pueblos, en particular de nuestra región. Este intento de la filosofía de pensar en y desde los oprimidos, surgió en los años sesenta a partir de lo que Dussel, uno de sus fundadores, identifica como el ‘descubrimiento’ de la masividad de la dominación que se juega en los diferentes ejes (centro-periferia, élites-masas, hombre-mujer, etcétera) y la necesidad de un tratamiento filosófico crítico-comprensivo de ese constructo de la dominación con un horizonte de cambio social emancipatorio.”
El investigador Mariano Moreno Villa recuerda que en 1973 Dussel comenzó la publicación de Para una ética de la liberación latinoamericana (con un total de cinco volúmenes). La noche del 2 al 3 de octubre de ese año, Dussel y su familia fueron objeto de un atentado con bomba por parte de la extrema derecha –miembros del sindicato metalúrgico a través del denominado Comando Ruci–, que destruyó la mitad de su casa en Mendoza. Lo acusaron de ser “marxista” y de “corromper a la juventud”. Luego fue amenazado de muerte por escuadrones paramilitares. El día 15 de agosto de 1975 partió de Argentina al exilio en México. En 1977 vio la luz su obra Filosofía de la liberación, escrita de memoria, sin bibliografía. Sus libros y ficheros se quedaron en Argentina. Enrique Dussel escribió en la edición de 2006 de Filosofía de la Liberación: “Otros y Otras silenciados e invisibles, más allá del horizonte del ser occidental, blanco, machista, burgués, que domina el mundo a comienzos del siglo xxi.”
La Filosofía de la Liberación localiza estas exterioridades como los espacios creativos de sus enunciados. Esas negatividades corporales son el locus enuntiationis del discurso descolonizador de liberación, hoy mucho más que hace treinta años.
Por otra parte, han surgido numerosos gestos de liberación, en especial en América Latina donde, iniciando el siglo xxi, pareciera que el pueblo latinoamericano comienza a ponerse de pie y se dispone a labrar el camino hacia su segunda emancipación.
Sobre su obra Filosofía de la Liberación el autor argentino –doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid en 1959, doctor en Historia por La Sorbonne de París en 1967 y doctor Honoris causa por la Albert-Ludwigs-Universität Freiburg en 1981– también argumentó: “Hay que leerla como el anuncio desde el pasado de muchas catástrofes que pudieron evitarse, pero que por desgracia han continuado hasta el presente. De no corregirse el rumbo en el corto plazo todo esto conducirá a la extinción de la humanidad y de la vida en la Tierra, fenómeno de fondo que ya es anunciado por el aumento gigantesco de la pobreza en el sur (y también por la desocupación estructural en el norte), que nos mueve a continuar cultivando la tradición de la Filosofía de la Liberación como pensamiento crítico radical desde la alteridad.”
Los planteamientos la Filosofía de la Liberación –una filosofía “popular, feminista, de la juventud, de los oprimidos, de los ‘condenados de la tierra’, condenados del mundo y de la historia” cobran importancia en el plano de la ética durante
la época de la pandemia causada por el sars-Cov-2 en su ciclópea dimensión. Sobre ello versa
esta entrevista con Dussel.
–La primera Filosofía de la Liberación en tanto ética contextualista, escribió el pensador austríaco Hans Schelkshorn, “se apoyó en una filosofía ética latinoamericana en la cual se tenía que hacer valer la exterioridad y alteridad de los pueblos de la región contra la postura dominante de la civilización occidental. Sin embargo, en la base de la primera concepción ya había una orientación ética global, pues no se trataba sólo de la liberación de Latinoamérica sino del Tercer Mundo en su conjunto.” ¿De qué manera concibe el universalismo ético y el neokantismo en función de la pandemia global causada por el sars-Cov-2?
Me pregunto cómo fue que mi generación –la de 1968– pudo hacer un diagnóstico de la situación mundial que hoy adquiere más valor que cuando fue planteado. Lo que pensábamos en aquella época, por desgracia, se ha cumplido, y de una manera aumentada. Nuestro diagnóstico se adelantó. La idea era interpretar filosóficamente la realidad del mundo de los oprimidos, de las víctimas, de los que han quedado fuera, desde los que para la filosofía eran el no ser. La Filosofía de la Liberación sigue una consigna de Hermann Cohen, filósofo alemán neokantiano, fundador de la Escuela de Marburgo: el método consiste en situarse en el lugar de los pobres y desde allí hacer el diagnóstico de la patología del Estado. Yo lo he cumplido y se ha convertido en una verdadera escuela. Ahora tiene una vigencia total. Vemos un sistema montado sobre ciertos parámetros y éstos indican el desarrollo de una sociedad. Doy un ejemplo: actualmente se venden menos automóviles en el mundo. Es una medición: para la industria es un desastre. No se venden tantos autos hoy en día porque la gente está resguardada en casa por temor al contagio del sars-Cov-2. Casi nadie comprará un automóvil si piensa que su vida está en peligro por un virus. Resulta un efecto positivo: la cuestión ecológica mejora. No lo dicen los miembros de la industria automotriz porque los criterios de evaluación del mundo triunfante en la competencia excluyen a los pobres. No son tomados en cuenta en esos sistemas porque no contribuyen, por ello afirman los grandes industriales que los pobres están demás. Entonces colocarse en el lugar de los pobres resulta un principio filosófico que hace interpretar todo de otra manera.
–¿Cómo vislumbra el futuro en función de la pandemia generada por el sars-Cov-2?
Hasta que no se invente la vacuna será un desastre. Eventualmente existirá la vacuna contra el sars-Cov-2, pero surgirán nuevos patógenos aún más serios. Entonces se vislumbra un destino más complicado. El diagnóstico racional de la Filosofía de la Liberación ahora puede tener la atención del sistema vigente, pero éste tendrá que sufrir más para que se dé cuenta en verdad del camino nefasto que tomó hace mucho tiempo y que es realmente suicida. El sistema nos da razón. Nuestro diagnóstico fue acertado. El neoliberalismo es infausto. Se veían sólo los inventos positivos, pero los efectos negativos son el verdadero tema y no se mostraban. El sistema al que me refiero lleva cinco siglos. La intervención de la naturaleza puede destruir las posibilidades de las condiciones para la reproducción de la vida en la Tierra. El coronavirus tiene un efecto negativo global. Esto no lo advirtió inicialmente la filosofía moderna ni la postmoderna. Lo advierte la Filosofía de la Liberación.
–En Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión usted escribió: “La ética deviene así el último recurso de una humanidad en peligro de autoextinción” contra el peligro de “suicidio colectivo”.
–Me gusta mucho que cite ese pasaje porque es como si lo yo escribiera hoy hablando sobre el
sars-Cov-2. En el ámbito filosófico el argumento que usted recuerda no se ha tomado completamente en serio porque se cree que la idea de “suicidio colectivo” es una exageración. Esa idea, como toda la Filosofía de la Liberación, nació en América Latina. Los europeos y los estadunidenses no habían pensado en el “suicidio colectivo” porque somos los latinoamericanos los que lo sufrimos. Así replanteamos la realidad desde el no ser. Implica una revolución teórica a nivel mundial. Debido a la crisis que atraviesa el planeta actualmente por el coronavirus se pone en evidencia la Filosofía de la Liberación y se entiende mejor.
–En la edición de 2006 de Filosofía de la Liberación se lee: “[esta corriente es un] pensamiento crítico radical desde la alteridad de muchos rostros oprimidos y excluidos: los de las mujeres, de las razas no-blancas, de los ancianos y los niños, de los marginales y los inmigrantes, de los obreros y los campesinos, de los indígenas y las culturas negadas, de los países periféricos del capitalismo transnacional globalizado, de las generaciones futuras que recibirán una Tierra destrozada.” El diagnóstico es acertado, pero el desastre avanza, como lo demuestra el sars-Cov-2. La historia pone en perspectiva lo que sucede actualmente. ¿Percibe alguna mejoría?
–Hay una sola mejoría. Actualmente se toma conciencia por primera vez en la historia de que el fenómeno del sars-Cov-2 es global y que incluye a todos los seres humanos. Usted tiene razón al afirmar que la historia pone en perspectiva lo que sucede actualmente. Otras pandemias históricas como la peste negra –que a mediados del siglo xix cambió el rumbo de Europa–, la viruela –que a partir de 1520 empezó a diezmar a la población originaria de América–, la fiebre amarilla –propagada mediante la mordedura de un mosquito común en zonas de África y América del Sur–, la gripe española –que se produjo entre 1918 y 1919– o el ébola –identificado por primera vez en 1976– eran percibidas como enfermedades relativamente parciales, aunque en suma mataron a muchos millones de seres humanos. Pero en 2020 surge por primera vez una conciencia global e instantánea de una pandemia. Nunca había acontecido. Es un hecho mayor. Si no se toma conciencia las cosas empeorarán. La civilización tiene que cambiar sus criterios. El problema es que no se tiene claro qué criterios deben cambiar.
–¿Qué criterio cambiaría usted?
–El criterio del sistema es el aumento de la tasa de ganancia. Es un criterio del capital cuantitativo. Si tomáramos como criterio qué nos da más vida hablaríamos de la salud. Me refiero a un cambio literalmente vital. El coronavirus nos hace reflexionar sobre la vida y la muerte. La toma de conciencia es profunda, pero la humanidad todavía no toma algunas decisiones fundamentales. Hay caminos hacia un cambio. Pero lo que ocurre es un anticipo del futuro.
–En el texto “Cuando la naturaleza jaquea la orgullosa modernidad” –publicado recientemente en las páginas de La Jornada– escribió sobre el sars-Cov-2: “muestra la vulnerabilidad de un castillo de naipes que vivimos cotidianamente como si tuviera la consistencia de una estructura invulnerable”. ¿Qué piensa de la vulnerabilidad humana?
–Es muy oportuno que lo cite. También afirmé en ese texto que el sars-Cov-2 nos da qué pensar en el silencio y aislamiento autoimpuesto de cada ser humano ante el peligro inminente. Los seres humanos somos sumamente vulnerables. Las instituciones son muy frágiles. La pandemia ha producido múltiples reacciones de colegas científicos y filósofos porque llama profundamente nuestra atención. Solamente queremos agregar un grano de arena a la reflexión acerca del estremecedor acontecimiento global.
–¿Cómo interpreta la pandemia global desde los conceptos de modernidad y posmodernidad?
–Interpreto la pandemia del sars-Cov-2 como si se tratase de un boomerang que la modernidad y la postmodernidad lanzaron contra la naturaleza –porque es el efecto no intencional de las mutaciones de los virus que la ciencia médica y la industria farmacéutica en cierta medida han propiciado–, y que regresa contra ellas en la forma de un patógeno, tal como planteé en el texto “Cuando la naturaleza jaquea la orgullosa modernidad”, que usted citó anteriormente.
–Escribió: “Hoy, la madre naturaleza (ahora como metáfora adecuada y cierta) se ha rebelado; ha jaqueado a su hija, la humanidad, por medio de un insignificante componente de la naturaleza (naturaleza de la cual es parte también el ser humano, y comparte la realidad con el virus). Pone en cuestión a la modernidad, y lo hace a través de un organismo (el virus) inmensamente más pequeño que una bacteria o una célula, e infinitamente más simple que el ser humano que tiene miles de millones de células con complejísimas y diferenciadas funciones.” ¿Cómo el ser humano comparte la realidad con el sars-Cov-2 desde una perspectiva ética?
–La naturaleza protesta y reclama actualmente. Escribí: “¡O me respetas o te aniquilo! Se manifiesta como un signo del final de la modernidad y como anuncio de una nueva Edad del Mundo, posterior a esta civilización soberbia moderna que se ha tornado suicida.” Se abre el abismo y sólo queda la formulación de la que hablamos antes: la ética deviene el último reducto de la humanidad en peligro de autoextinción, de la humanidad que puede cometer un suicidio colectivo. Y la ética se funda en un principio absoluto y universal: afirmar la vida.
–¿Qué ha concluido sobre la humanidad durante esta época de pandemia?
–Tengo más preguntas que respuestas. Pero si tuviese que elegir concluiría como lo hice en el ensayo al que se refirió usted previamente: tomemos el tiempo que sea necesario para reflexionar sobre el destino de la humanidad en el silencio de nuestro aislamiento reclamado por los gobiernos para evitar el contagio del sars-Cov-2 , un signo espeluznante de la actualidad.