Madrid.
La pérdida continua de nieve sobre la región de la meseta Himalaya-Tibetana impulsa la expansión de una destructiva floración de algas a miles de kilómetros en el mar Arábigo.
Un organismo excepcionalmente resistente, casi desconocido en el mar Arábigo hace 20 años, ha proliferado, extendiéndose a un ritmo alarmante, formando remolinos y filamentos verdes espesos y malolientes que son visibles incluso desde el espacio. Este ser inusual es Noctiluca scintillans, organismo planctónico de tamaño milimétrico con una capacidad extraordinaria para sobrevivir, prosperar y expulsar las diatomeas, el plancton fotosintético que tradicionalmente ha apoyado la red alimentaria del mar Arábigo.
Noctiluca no es un alimento preferido por organismos más grandes, debido a ello estas enormes floraciones, que se repiten cada año y duran varios meses, interrumpen la base de la cadena alimentaria marina de la región, amenazando las pesquerías que sostienen a 150 millones de personas y posiblemente exacerbando el aumento de la piratería en la región.
Una nueva investigación, publicada en Scientific Reports, describe cómo el deshielo de la región de la meseta Himalaya-Tibetana propicia la expansión de esta devastadora floración de algas.
Dirigido por Joaquim I. Goes, del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, el estudio utiliza datos de campo, experimentos de laboratorio y décadas de imágenes satelitales de la NASA para vincular el surgimiento de Noctiluca en el mar Arábigo con glaciares derretidos y un monzón de invierno debilitado.
De forma normal, los vientos fríos de los monzones de invierno que soplan desde el Himalaya enfrían la superficie de los océanos. Esas aguas más frías se hunden y son remplazadas por otras ricas en nutrientes desde abajo. Esta mezcla convectiva es similar a poner un cubito de hielo en una taza de café caliente. Durante ese tiempo, el fitoplancton, principal productor de la cadena alimentaria, prospera en las capas superiores iluminadas por el Sol y que son ricas en nutrientes, y los países circundantes ven una abundancia de peces que se alimentan directa o indirectamente del fitoplancton. Sin embargo, con la reducción de los glaciares y la capa de nieve en el Himalaya, los vientos son más cálidos y húmedos, lo que resulta en una disminución de la mezcla convectiva y una menor fertilización de las capas superiores.
En este escenario, tanto el fitoplancton como las diatomeas están en desventaja, pero no Noctiluca. A diferencia de las las primeras, esta última (también chispa del mar) no depende sólo de la luz solar y los nutrientes, también sobrevive comiendo otros microorganismos. Alberga miles de endosimbiontes fotosintéticos en su célula bulbosa, transparente y de efecto invernadero, que le proporcionan energía, mientras sus flagelos en forma de cola le permiten tomar cualquier plancton microscópico del agua circundante como fuente adicional de alimento.
Este modo dual de adquisición de energía le da una gran ventaja para florecer e interrumpir la cadena alimentaria del mar Arábigo. Además, sus endosimbiontes acumulan mucho amoníaco en la célula, lo que hace que sea desagradable para los herbívoros más grandes.
El amoníaco acumulado también es un depósito de nutrientes nitrogenados para los endosimbiontes, lo que los hace menos vulnerables a la disminución de los aportes de nutrientes de una mezcla convectiva debilitada.