La historia matria o el microcosmos a 12 años del oficio de historiar

 

José Félix Zavala

La Microhistoria

La obra de Luis González y González se ha convertido en una referencia indispensable para todo  profesional de la historia. Su larga trayectoria como profesor e investigador y la popularidad de sus artículos y conferencias lo hacen uno de los historiadores mexicanos más importantes de este pasado siglo XX.

Seguidor, Don Luis González y González, de la Escuela de Los Anales de Ferdinad Braudel, sino también como maestro del “oficio de historiar”, a cuyas sombras se han forjado no pocas generaciones de historiadores mexicanos en la segunda mitad del siglo XX.

Don Luis González y González formó parte de las primeras generaciones de historiadores que se formaron en el Colegio de México, participando en la gran obra “Historia Moderna de México”, participó en una labor académica muy valiosa en el Colegio de México.

Don Luis González y González en 1979 creó “El Colegio de Michoacán”, a la cual han seguido otros planteles en el interior del país.

Don Luis González y González es creador de la magna obra ·Pueblo en Vilo”, cuya obra se vuelve teoría para el pretérito de toda latitud. En 1971 la American Historical Association le concedió el premio Haring y la edición francesa de Pueblo en Vilo, titulada “Les Barmerés de la solisitude” lleva varias ediciones.

Don Luis González y González en 1973 y confirmada en 1984 hace una propuesta teórica bajo el título “Invitación a la Microhistoria” y “Nueva invitación a la Microhistoria” que corrobora su particular forma de abordar el oficio de historiar y los beneficios implícitos en su forma de investigar.

Don Luis González y González es además uno de los mejores narradores del presente mexicano.

“Salí a los doce años de edad para incorporarme a la segunda urbe de la república mexicana por siete años y a la ciudad más poblada del mundo por treinta y tres. Era visto por gente de corte urbano, como todas las poblaciones chicas, con un dejo peyorativo”.

“Cuando ya iba muy adelantado en el camino de la urbanización, empecé a percibir que los valores de la gente campesina dejaban de ser asunto de la humorística, eran cada vez menos el hazmerreír de los citadinos”.

“Quizá hayan colaborado a convertir en meritorio las novelas de asunto rural que culminan con Pedro Páramo de Juan Rulfo y las actividades del INAH que comienzan en 1939 y las del I. N. I. en 1948”.

“Son cada vez más numerosas las monografías de comunas indígenas hechas por los antropólogos sociales. Son cada vez más apreciadas las historias pueblerinas escritas por aficionados y mejor acogidos los historiadores profesionales que consideran historiable la trayectoria de los miles de microcosmos de la república mexicana”.

“Mi pueblo, San José de Gracia, antes ignorado o visto peyorativamente, llega a ser tema de debate intelectual en universidades de México, San Diego, Maracaibo, Madrid, San Juan de Puerto Rico, Bogotá”.

“Mi pueblo le ha acarreado miles de lectores a Pueblo en Vilo el volumen que escribí en 1967, cuando todavía el interés por las minisociedades no se volvía torrencial”.

“Ahora las preguntas sobre la meta, el método y la situación microhistoriográfica me son planteadas con frecuencia”.

“El microcosmos social es objeto de la microhistoria”

“El terruño, la parroquia, el municipio o una minisociedad solo sabría definirlas como patria chica o la matria.. Es un espacio corto, abarcable de una sola mirada hecha desde las torres de la iglesia o desde el la cumbre del cerro”.

“En este concepto caben 2,378 municipios, distinguidos entre si pese a tener todos ellos muchos rasgos comunes”.

“La sociedad municipal no es de ninguna manera como la de las nubes”.

Sin templo parroquial, sin palacio municipal y sin mandamás, estos por supuesto en buena relación con la élites del lugar donde nunca falta el todista, los ricos y los viejos. Allí imperan valores culturales totalmente propios y una visión del mundo,

Tratándose de México, es posible, escribir ampliamente de las culturas locales, de los valores que le dan sentido y cohesión a cada una de las tres mil unidades municipales.

México no eras una nación sino un conjunto de naciones diferentes. Cada patria chica o cada matria tiene su liturgia específica y mantiene a su santo patrono providente, sus fiestas locales, su particular modo de ser y arte propio.

A México hay que verlo microscópicamente, como suma de unidades locales.

En pocos lugares como en México, se justifica el análisis Microhistórico.

El microcosmos social: Objeto de la Microhistoria

El quehacer macrohistórico como esta saturado de emoción debe expresarse, de forma natural, grata, artística, atrayente, no árida, ni fría como si fuera expresión ajena a nosotros.

La Microhistoria es ala vez que menos ciencia, la más humana de las ciencias del hombre. La Microhistoria es una ciencia de lo particular anterior a cualquier síntesis.

Sirve antes que nada para señalar las lagunas en los territorios de las otras ciencias sociales.

Se nos ha dado ideología en vez de ciencia, por lo que es necesaria la microhistoria que evita ser víctima de los impostores.

Sirve la rectificar y desmentir, nutre y cura. Cuida de caer en la excesiva confianza a que conduce la ciencia, sin dejar de proporcionar conocimiento científico.

“Es tiempo de volver los ojos hacia nuestros cronistas e historiadores locales…”.

Lucien Febre dijo: “Nunca he conocido y aún no conozco, más que un medio para comprender bien, para situar bien la historia grande. Este medio consiste en poseer a fondo, en todo su desarrollo, la historia de una región”.

Ha llegado el momento de asimilar las minucias de los micro historiadores en la construcción de la gran historia.

“La visión macroscópica mejorará gracias a la ayuda que le prestan las monografías locales”.

“Lo que es verdad para Tzintzuntzan parece serlo también para las comunidades campesinas de otras partes del mundo”

Los antropólogos estructuralistas, así como los antropólogos de la pelea pasada, los que se disputan el campo bajo las opuestas banderas del evolucionismo y del difusionismo, coinciden en el interés de la corriente de investigación macrohistórica.

El trabajo de conjunto debe apoyarse en el mayor número de monografías regionales. La historia de una hacienda, de un pueblo, de una ciudad puede ser ejemplar para muchos casos semejantes.

La relación de la Microhistoria con la ciencia social crece a medida que se produce el distanciamiento con la filosofía y la literatura, antiguas aliadas del quehacer histórico.

La microhistoria es útil en el sentido más noble y al mismo tiempo en el más concreto.

La investigación básica de las ciencias y las técnicas sociales es la microhistoria, ama de llaves de la demografía, la antropología, las ciencias políticas, etc.

En pocos lugares como en México, las disciplinas del pasado interesan a muchos. Los libros micro históricos tienen ya una abundante clientela en la comunidad de los científicos sociales, solo superada por el público común, en donde tiene un gran atractivo.

La Microhistoria es más lectura popular que sabia, mas alimento de legos que de colegas.

La matria o la patria chica es dueña de un espacio corto y un tiempo largo, el común de los pueblos en México comienza en el siglo XVl durante la congregación de indios y la fundación española.

La lucha de clases suele ser mínima y la de familia máxima. Las relaciones con la matria tienden a ser amorosas, con las comunidades vecinas de lucha y con la ciudad próxima de ocios y negocios.

En lo cultural, cada matria maneja los prejuicios que rigen desde la mesa hasta el altar, pasando por un código de honor, una cosmovisión, un andadito y una manera de hacer el arte.

La microhistoria procura hacer el fiel retrato de un pueblo desde su fundación hasta nuestros días, toma muy en serio la geografía, los modos de producción y los frutos de su microcosmos.

Se asoma ala vida de un pequeño mundo a través de sus reliquias y testimonios, ve, escucha y lee, con sentido crítico y no disfraza el habla corriente con los términos de moda.

La microhistoria es la sabiduría que no solo sirve a los sabios que se la dan de serlo, sino que ayuda a la liberación de las microsociedades y ha venido a ser una servidora de las ciencias sistemáticas de la sociedad.

La práctica de la microhistoria justifica suficientemente una ocupación académica y conquista fama en su contorno.

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