La Jornada
Cremona. La ciudad italiana de Cremona, patria de Stradivarius, se ha convertido en un laboratorio de lutieres del mundo entero que trabajan siguiendo la tradición de los grandes maestros e intentan resistir en un mercado reducido y marcado por la competencia que ejerce China.
En este pueblo del norte de Italia, de 70 mil habitantes, hay 160 talleres de lutería.
En el fondo de un patio de flores, está el taller de Stefano Conia, de 74 años, uno de los decanos de los lutieres de Cremona, que continúa trabajando aunque se jubiló hace casi diez años.
«Si no fabricara más violines, la vida para mí se acabaría. Todos los días estoy aquí, en el taller. Es un antídoto contra la vejez», sonrió Stefano, de origen húngaro y cuyo padre también fue lutier.
Su mesa de trabajo está frente a la de su hijo, llenas de tablas, limas, junturas, compás, pinceles o sierras pequeñas.
«Elegir la lutería era natural (…) Jugaba con la madera, los músicos venían a comprar sus violines y tocaban», dijo Stefano Conia «el joven», quien pasó su infancia en el taller que su padre abrió a fines de 1972, dos meses antes de que él naciera.
Como su padre, lleva esa pasión en el alma. «Los instrumentos son como niños, viven gracias a la energía que les damos, es una parte de nosotros que seguirá viviendo después de nuestra muerte», afirmó.
Siguiendo los pasos «de los más grandes»
La mayoría de lutieres de Cremona son extranjeros. Muchos llegaron a estudiar en la Escuela Internacional de Lutería, que nació en 1938, y se quedaron, dice Marco Nolli, de 55 años, quien pertenece a esta especie rara.
Bénédicte Friedmann, una francesa de 45 años, vive desde hace dos décadas en «la cuna de la lutería».
«Venir a Cremona, era como caminar tras los pasos de los más grandes, Stradivarius, Guarneri, Amati. Ser lutier aquí es poder dedicarse 100% a la creación de instrumentos. Y entre más se hace, mejor se hace, subrayó.
Pero encontrar clientes no es fácil. «Nuestro mercado, que es de élite, se ha reducido», explicó Giorgio Grisales, presidente del consorcio.
Los teatros son menos numerosos, las representaciones menos frecuentes, y los violinistas experimentados prefieren instrumentos antiguos, de los siglos XVIII y XIX.
Según Grisales, el sector fue golpeado severamente por el coronavirus, pero ya antes de la epidemia, «tenía dificultades por la competencia despiadada de China y de Europa del Este».
China es el mayor productor de instrumentos de arco, con exportaciones de 77.8 millones de dólares en 2019 (por 1.5 millones de instrumentos), más de la mitad del mercado mundial, según el Centro Internacional de Comercio (ITC).
Italia está en quinto puesto (4.6% de las exportaciones mundiales), antes de Francia y detrás del Reino Unido y Alemania. Sus principales clientes son Japón y Estados Unidos.
«El siguiente es el mejor»
Los lutieres italianos enfrentan la competencia de instrumentos falsificados, más baratos, que a veces hacen pasar por cremones.
Los instrumentos maestros cuestan unos 25 mil euros (28 mil dólares), otros de calidad ligeramente inferior pero siempre excelente, unos 15 mil euros (16 mil 800 dólares), según Grisales.
Por 200 euros (220 dólares), o menos, se puede tener un violín chino, un arco y un estuche.
«Son instrumentos económicos, hechos en serie, destinados a quienes comienzan a estudiar (…) La escuela cremona garantiza (…) elección de la madera, cuidado en la fabricación…», explicó el violinista Fabrizio Longo.
En China, 10 lutieres trabajan cada día en las mismas partes y luego se ensamblan. «No hay autenticidad», explicó Friedmann.
En Cremona, «fabricar un instrumento requiere al menos 300 horas», entre dos y tres meses, según Grisales.
Además de la competencia extranjera, que irrespeta reglas de desarrollo sostenible (deforestación), es «laborioso» darse a conocer entre los más de 300 lutieres de Cremona, según Friedmann, quien deplora la competencia desleal de colegas que trabajan eludiendo impuestos.
Pero al mismo ese gran número crea una emulación. «Cuando me preguntan cuál es el instrumento más hermoso que he hecho, para mí siempre es el siguiente», afirmó.