Rossana Rossanda

Rossana Rossanda será recordada como un potente faro de la izquierda italiana
La intelectual comunista falleció el domingo a los 96 años // Escritora y periodista, fundó en 1969 el diario Il Manifesto, referente de periódicos de AL, como La Jornada // En los años 70 visitó México y cuestionó al entonces presidente Luis Echeverría sobre el sindicalismo charro

Mónica Mateos-Vega

La Jornada

Este domingo falleció a los 96 años la intelectual comunista, escritora y periodista italiana Rossana Rossanda, informó el diario Il Manifesto, que fundó en 1969. Ella fue uno de los faros más potentes de la izquierda en su país, recordaron sus camaradas.

“Nos ha dejado en la noche. No es una pérdida imprevista, esperada de algún modo, considerando sus graves condiciones físicas y su edad. Es, y seguirá siendo, una herida abierta. Tras la última y dramática crisis económica de Il Manifesto a finales de 2012, generacional y política, en los últimos años Rossana había vuelto a escribir y a estar presente de algún modo en su periódico”, escribió ayer el codirector del diario Tomasso di Francesco, cuyo texto reproduce en español la revista Sin Permiso, de cuyo consejo editorial ella formaba parte (https://www.sinpermiso.info/textos/en-la-muerte-de-rossana-rossanda-una-inolvidable-luz-que-nos-atane-y-que-queda).

Rossanda, a quien sus amigos llamaban la muchacha del siglo pasado (por el título de su autobiografía), dejó huella en México durante su visita en los aciagos comienzos de los años 70. Vino al país para participar en el Coloquio de Invierno que organizaba anualmente la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Los invitados, elegidos por su prestigio, daban cuenta de la pluralidad ideológica del mundo contemporáneo. Gratuitas y abiertas a todos los públicos, dichas jornadas dejaron su impronta en la formación cultural de varias generaciones, rememoró Adolfo Sánchez Rebolledo en un artículo publicado en La Jornada el 26 de febrero de 2015.

Añade que en aquella ocasión, junto con Rossana arribaron Fernando Claudín y Lucio Magri, cofundadores de Il Manifesto, “cuyas voces disidentes ya anunciaban la crisis y el colapso del socialismo soviético (…) Desde el primer momento, Rossana nos cautivó con esa manera de razonar incisiva e irónica, a la vez elegante y profunda, que unía en la palabra los ríos de la cultura y la política, la experiencia militante y la voluntad teórica.

“Sobre esos años, escribirá después: en 1969 llamarse comunista no era algo puramente simbólico: las luchas de los años 60, los movimientos estudiantil y obrero del 68 y del 69, la anunciada victoria de Vietnam, los problemas que planteaba China sobre la naturaleza del socialismo real, permitían apuntar como objetivo realizable una transformación de las relaciones de fuerza entre las clases, y en el seno de las mismas.

“Rossana y Karol, su compañero, se fueron al día siguiente a visitar el esplendor de la cultura maya invitados por el presidente (Luis Echeverría). Unas semanas después recibí una afable carta suya donde hacía un breve balance del viaje a México. Entre otras cosas, recordaba algunos pasajes de su conversación con Echeverría, entre ellos su respuesta a la pregunta de por qué un presidente que se decía reformista apoyaba hasta la ignominia al sindicalismo charro, asunto del que se había hablado mucho durante nuestro encuentro en México. El jefe del Estado mexicano habría dicho: ‘Para evitar que el país caiga en la violencia. Cuestión de seguridad nacional. Nada qué hablar’”, apuntó el articulista.

No vio la tumba definitiva del neoliberalismo

Rossanda nació en la ciudad de Pola (actualmente en Croacia) el 23 de abril de 1924. Fue alumna del filósofo italiano Antonio Banfi. Desde muy joven participó en la resistencia partisana y, al terminar la Segunda Guerra Mundial, se inscribió en el Partido Comunista Italiano. En poco tiempo fue nombrada por Palmiro Togliatti responsable de política cultural en esa agrupación.

En 1963 es elegida por primera vez legisladora para la Cámara de los Diputados italiana. En 1968 publicó un pequeño ensayo, titulado L’anno degli studenti (El año de los estudiantes), en el que manifestó su adhesión al movimiento juvenil que se desarrollaba entonces.

Junto con Luigi Pintor, Valentino Parlato y Lucio Magri contribuyó al nacimiento de Il Manifesto, que fue tanto un partido como un diario modelo para publicaciones latinoamericanas como La Jornada.

Después de haber sido directora de Il Manifesto, Rossanda abandonó la política activa para dedicarse principalmente al periodismo y a la literatura, sin abandonar el debate político y la reflexión sobre los movimientos obrero y feminista.

“Rossana era única. Ahora, justamente, recuerdan todos su importancia, no sólo para la historia de Il Manifesto, para la política y para la cultura contemporánea. Ella, sin embargo, no se homologaba con los modelos intelectuales dominantes, se mantenía aparte para ver antes que los demás el desarrollo de los procesos sociales en curso y prever sus resultados.

Transmitía dureza y amor, un amor inconmensurable y más fuerte que nuestras escasas posibilidades materiales. Era independiente y libre en la individualidad y en la dimensión colectiva. Adiós, Rossana, y hasta siempre, escribió Di Francesco.

“Ella pudo ver el largo final del neoliberalismo, pero no su tumba definitiva. El diario La Repubblica, no hace mucho, la interrogó a su regreso a Roma, después de su largo autoexilio en París: ‘¿Y cuál es tu mayor error?’ ‘No te lo diré. Apenas puedo decírmelo a mí misma’, fue su respuesta. Se preocupó y ocupó de multitud de problemas creados por la sociedad burguesa. Y en todos hurgó en lo más hondo con enorme brillo. Addio, ragazza”, la despidió José Blanco.

 

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