Isaac es el primer mexicano en bailar en la Ópera de París,el primero en bailar en el Bolshoi y en ganar el Benois de Danse(considerado el Óscar de la danza, que otorga la Asociación Internacional de la Danza de Moscú); además es el primer mexicano en obtener la medalla de oro en las Olimpiadas del Ballet: “Son logros históricos, que quedarán para las próximas generaciones. Deseo que sean una inspiración para ellos”, afirma.
Con todas estas prestigiosas distinciones, Isaac Hernández se ha consolidado como uno de los máximos exponentes del ballet mundial en la actualidad, con reconocimientos entre los círculos más conocedores, como uno de los bailarines más sobresalientes de nuestros días. Sin embargo, afirma en entrevista, que todavía puede llegar mucho más lejos.
Isaac Eleazar Hernández Fernández nació el 30 de abril de 1990 en Guadalajara.Sus padres,Héctor Hernández y Laura Fernández, eran bailarines de ballet clásico, pero al casarse dejaron la danza y formaron una gran familia de 11 hijos: “En casa nunca faltó la música clásica y el ballet por supuesto, era parte de nuestra cotidianidad”, comenta el artista.
Sus papás decidieron no llevarlos a la escuela:“Ahora admiro el valor que mis padres tuvieron para tomar esa decisión que cambió nuestras vidas. Mi padre nos decía que cuestionáramos todo, que razonáramos, que estudiáramos la historia de la humanidad y la filosofía”.
Como eran tantos, estudiaban en grupos de dos o tres, pero sin dudarlo afirma que tuvo una infancia feliz al lado de sus hermanos. “Mi mamá era maestra de la Universidad Autónoma de Gudalajara, así que presentábamos los exámenes en el sistema abierto. Mi papá nos ofrecía las clases de ballet, que también eran una actividad en familia”, explica.
Recuerda que crecieron con disciplina pero al mismo tiempo con la libertad de enfocarse en lo que les gustaba hacer y disfrutar como cualquier niño de los juegos, videos, la televisión. “Vivimos una disciplina enfocada a un propósito. Los jueves teníamos presentación artística en el jardín de la casa, ahí montábamos un escenario que nosotros mismos construíamos,usábamos papel celofán de colores para iluminar el escenario”. Recuerda que hacían todo con sobrantes de madera: “Todo era improvisado, pero nos tomábamos tan en serio, que al final los vecinos asistían a nuestras presentaciones. Mis hermanos tocaban la guitarra, el piano, y yo hacía show de m a g i a”, recuerda.
Y gracias a trayectorias como la de Isaac es que se abren las expectativas y se rompen con estigmas respecto al género y el ballet. En 2012 y con tan solo 12 años, ganó la medalla de oro en el Youth America Grand Prix de Nueva York. Desde entonces, los directores de las escuelas más prestigiadas del mundo se peleaban por ofrecerle la mejor opción a él y a su familia. Fue becado por American Ballet Theater en Nueva York y The Rock School for Dance Education en Filadelfia. En 2008, consiguió su primer contrato oficial con el American Ballet de Nueva York y al año siguiente fue invitado a unirse al Ballet de San Francisco, en donde permaneció cuatro años.
En 2012 confirmó su salida de Estados Unidos para formar parte del Ballet Nacional de Holanda. Fue un momento decisivo en su vida: “Mi familia se asustó, porque me estaba yendo muy bien en San Francisco y estaba a un paso de obtener la residencia americana”. Pero no hubo manera de convencerlo pues Isaac ya había tomado una decisión: “Cuando empiezas a viajar desde niño, desarrollas una capacidad que es importante para los artistas, pues es parte de nuestra agenda: adaptarnos a los distintos escenarios del mundo”.
Sin embargo, a los 15 años sufre una fuerte lesión en la columna vertebral y fue uno de los momentos más difíciles de su carrera: “Después de la pérdida de uno de mis hermanos (que falleció en un auto en el que alguien más iba manejando), ha sido la etapa más difícil de mi vida”. El diagnóstico de los doctores era desolador: necesitaba cirugía y perdería la flexibilidad de la espalda, comenta. “Ví a los doctores de los Yankees, los Mets, las Philadelphia Eagles, etc.Todos opinaron los mismo”. Pero Isaac decidió no operarse. Intentaría desarrollarlos músculos verticales para que sostuvieran su columna. Tuvo que estar casi un año sin moverse, postrado en la cama. “Es en estas circunstancias que te das cuenta de la importancia del carácter, que determina cómo enfrentamos las situaciones adversas. Fue un año triste,pero guardé la calma y, a pesar de los pronósticos, siempre pensé que volvería a bailar, sabía que no era el final”.
Y enfatiza: “Las circunstancias adversas no deben determinar su destino. El carácter y la creatividad son dos herramientas de supervivencia muy buenas, debemos hacer uso de ellas. Estoy consciente de que estamos en este planeta sólo por unos cuantos años, por eso es importante vivir con un propósito y dejar un legado bueno”.
Isaac fundó la compañía productora Soul Arts Productions, junto con sus hermanos Esteban y Emilia Hernández.Existe también el Centro Relevé, una asociación civil, en la cual están al frente Isaac y Esteban, su padre Héctor y demás colaboradores a través de Soul Arts. Se especializan en la enseñanza del Ballet y su técnica, impartiendo clases, cursos y entrenamiento privado. Por otro lado, Héctor dirige la escuela municipal de Ballet Clásico de Tlajomulco en donde atienden a cerca de 270 alumnos y saben que está dando frutos ya que actualmente tienen siete alumnas que yahan sidoseleccionadaspor elballetdeNew Jerseypara continuar con sus estudios en Estados Unidos.
saac es productor del exitoso espectáculo “D e sp er tare s”, el cual se ha presentado en el Auditorio Nacional y en el Auditorio Telmex de Guadalajara con llenos impresionantes: “El programa incluye a artistas y piezas exclusivas nunca antes vistas en América Latina. Representa una oportunidad inigualable para el público mexicano”.
Dice que el lenguaje de la danza ha sido el idioma por el cual nos hemos comunicado siempre. “Uno de mis sueños era crear una plataforma para poder transformar la vida de los jóvenes mexicanos”. Recientemente otorgó becas para que estudiantes mexicanos de ballet asistan a la English National Ballet School y tengan la opción de participar en el curso de verano 2019. De los siete seleccionados, tres pasan al segundo año gracias a sus logros dancísticos.