Hoy conmemoramos a Mamá Margarita 

Hoy conmemoramos a Mamá Margarita

Escrito por En Familia MEM

Hoy la Familia Salesiana y la Iglesia recuerda a la madre de Don Bosco, Margarita Occhiena ejemplar mujer, inspiración y modelo de vida apostólica que se nos invita a imitar en su seguimiento sencillo, práctico pero radical y cotidiano de Cristo, una santidad concreta, laical y maternal. Fue la madre de Don Bosco quien atendió a los primeros muchachos de Valdocco, ella nació en Capriglio, Italia un 1 de abril de 1788 y partió al cielo estando en Turín un 25 de noviembre de 1856 (Fuentes sdn.org e Info ANS, memorias del Oratorio de San Francisco de Sales)

Para quienes vivimos el carisma salesiano ella es llamada afectuosamente ‘Mamá Margarita’, fue declarada ‘Venerable’ el 15 de noviembre de 2006 por el Papa Benedicto XVI. en reconocimiento de haber vivido con heroicidad las virtudes cristianas. La Familia Salesiana le recuerda hoy 25 de noviembre, ella que es modelo ejemplar de la madre de los sacerdotes y ejemplo a seguir de los papás de los salesianos actuales y futuros.

Durante el Capítulo General 28 se reconstruyó uno de los patios de Valdocco donde fue colocada e inaugurada y bendecida por el Rector Mayor, en su mensaje a los salesianos con motivo del CG28, el Papa Francisco habló sobre Mamá Margarita, en ellos recuerda el papel de las mujeres y madres como formadores en la fe, de los laicos como parte esencial de la Iglesia y a los salesianos les invita a recordar desde sus inicios el trabajo de colaboración con los seglares.

El mensajes del Papa Dice: “¿Que hubiera sido de Valdocco sin la presencia de Mamá Margarita? ¿Hubieran sido posibles sus casas sin esta mujer de fe? En algunas regiones y lugares hay comunidades que se mantuvieron y transmitieron la fe durante mucho tiempo ‘sin que ningún sacerdote pasara por esas partes, incluso durante décadas. Esto fue posible gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas: mujeres que han bautizado, catequizado, enseñado a rezar, fueron misioneras, seguramente llamadas y empujadas por el Espíritu Santo. Durante siglos las mujeres han tenido en pié la Iglesia en esos lugares con admirable dedicación y fe ardiente’ (Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia, 99).

Sin una presencia real, efectiva y afectiva de las mujeres, a sus obras les faltaría el coraje y la capacidad de entender la presencia como hospitalidad, como casa. Delante al rigor que excluye, es necesario aprender a generar la nueva vida del Evangelio. Les invito a llevar adelante dinámicas en las cuales la voz de la mujer, su mirada y su actuar -apreciado por su singularidad- encuentre eco para tomar las decisiones; no como un actor auxiliar sino constitutivo de vuestra presencia”

 

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