Ángel Contreras tiene 100 años y su gran regalo sería ver al León campeón

Ángel Contreras tiene 100 años y su gran regalo sería ver al León campeón

La paradoja de Ángel Contreras es que nunca jugó futbol. Jamás sus piernas han tocado un balón, lo suyo era el beisbol.

Por Beatriz Pereyra

(apro).-

Ángel Contreras tiene 100 años. El 1 de octubre último los cumplió. Lo que más le alegra de estar vivo no es que tiene una salud de acero y una memoria prodigiosa que todo lo recuerda, sino saber que es el aficionado más longevo del León. Sueña con recibir de regalo que le ganen a los Pumas en la final del Tornero Guardianes 2020 y los vea levantar su octavo título, aunque no pueda ir al estadio por la pandemia del covid-19.

Era agosto del 44 cuando en León hubo fiesta por la llegada del futbol profesional. Ángel estaba por cumplir 24 años y apenas supo del equipo se hizo fan, se fue a poner una camiseta verde y blanca, esa que no se ha quitado en 76 años; y la piel se le pintó de esos colores como el mural con su cara que los integrantes de la porra Los de Arriba pusieron en una pared del Nou Camp, allá por la puerta cinco donde se sientan los fanáticos de hueso colorado.

“Nunca me imaginé que cumpliría 100 años. Me da alegría. Sería mi gran regalo que el León sea campeón”, dice Ángel Contreras a Proceso en una entrevista telefónica. Y sin siquiera provocarlo, de inmediato entra al análisis: “es más equipo que el Pumas”.

Contreras tiene fresco en la mente cómo le jugó el León al Guadalajara en las semifinales. “¡Millones de pesos gastados por las Chivas y para nada! Si en el primer juego este Cota (Rodolfo, el portero) no comete el error hubiéramos ganado 1-0 (fue empate 1-1), igual que como quedó aquí el marcador (en el juego de vuelta, global 2-1). Las Chivas creyeron que tenían ventaja con la experiencia de Vucetich (Víctor Manuel, el entrenador que hizo campeón al León en la temporada 1991-92), pero no, mi León pasó a la final”.

Suena a lugar común, pero Ángel Contreras lo tiene claro: “el dinero no lo es todo”. Él sabe que el León (con un valor de plantilla de 38.7 millones de dólares, la octava más cara de México) no calificó en el primer lugar de la tabla general del Guardianes 2020 a punta de billetazos, como Tigres (60.8 millones de dólares, el segundo de la Liga MX) y Monterrey (75.6 millones, el plantel más caro), los dos equipos del norte que quedaron eliminados en liguilla, el América (63.5 millones de dólares, le tercero en valor) o las propias Chivas (56.4 millones de dólares, quinto lugar de la Liga) que abrieron la cartera contratando a jugadores estrella, pero caros e indisciplinados, uno de ellos José Juan “El Gallo” Vázquez a quien más le hubiera valido quedarse con los Panzas Verdes donde su futbol floreció tanto que lo catapultó hasta la selección nacional. Ahora está transferible y señalado por su mal comportamiento.

“León es una ciudad pequeña y tiene muchos títulos (si gana el octavo empataría a Cruz Azul y Pumas, dos de los llamados equipos grandes). Podemos presumir que un equipo chico de una ciudad chica hace cosas importantes. El futbol de México está muy disparejo, hay equipos muy ricos como Monterrey, Tigres América, Cruz Azul y hay otros muy pobrecitos. El León ya se está volviendo valioso por los títulos”, dice Ángel Contreras.

A sus 100 años, Ángel Contreras Hernández pasa las jornadas del futbol mexicano pegado al televisor. Hace 20 años, sus hijas le contrataron un sistema de televisión por cable para no perderse ni un partido. Conoce los nombres de todos los jugadores de la Liga MX, de los entrenadores; el valor de los planteles y hasta uno que otro sistema de juego.

Todos los días, después de desayunar, Ángel Contreras se lee completito el Esto, “El diario de los deportistas”, fundado en 1941, y al que vio cambiar sus páginas sepia por otras de colores brillantes. La vista le alcanza también para echarse el A.M. de León. La historia le gusta un mundo, sobre todo el tema de la Revolución Mexicana, la Tercera Transformación. De la llamada 4T también se entera en la tele, ve las noticias desde que despierta y es lo último que hace antes de irse a dormir, siempre que no se le atreviese un juego nocturno.

Así es como conoce los nombres de los jugadores del León. Sabe que de los zagueros colombianos William Tesillo y Stiven Barreiro depende que a los Panzas Verdes no les hagan tanto daño. Por eso, la del León, es la sexta mejor defensa del torneo con 67 tiros a gol permitidos y 14 goles en contra por 90 y 17 de los Pumas.

Entre los líderes de pases completos figuran Tesillo y Barreiro, además de Luis “El Chapo” Montes y Pedro Aquino. Ni qué decir del chaparrito Ángel Mena, sexto en la tabla de goleadores con siete tantos. El León es tercero en goles anotados con 27, sólo detrás de Pumas (29) y América (31).

“Y también estuvo muy bien Jean Meneses (mediocampista chileno) y el costarricense Joel Campbell con quien Nacho Ambriz (el entrenador) se equivocó dejándolo muchos juegos en la banca, pero ahora ve los resultados que ha dado, tienen a uno de los mejores equipos de la Liga. Les pido que le echen ganas, nada de pensar en el dinero; que jueguen bonito, pero que ganen. No sólo es jugar bonito, hay que ganar”, los anima.

La nostalgia le brota de pronto a Contreras. “Los jugadores de antes no se parecen a los de hoy”, reclama. A él, que en 76 años ha visto miles de horas de futbol, se arranca en suspiros al recordar a Adalberto “El Dumbo” López, a Antonio “La Tota” Carbajal, a los argentinos Antonio Battaglia y Marcos Aurelio, todos glorias del León. Incluso el propio Rafael Márquez y Milton Queiroz “Tita”, ni que decir de su amigo Raúl Varela a quien solía visitar en su negocio de venta de plásticos.

Y es que a todos los ha visto en el estadio, por eso a Ángel Contreras las porristas del León lo quieren y lo respetan tanto porque si de lealtades se trata él se pinta solo con el club. Su dinero se lo ha gastado siguiendo a sus Esmeraldas, lo mismo en primera que en segunda división. Los estadios más lejanos y los más viejos los conoce casi todos, lo mismo el del Zacatepec que el de Ciudad Universitaria donde vio en vivo al brasileño Pelé jugar con el Santos en un cuadrangular en la Ciudad de México.

Sus hijos y nietos lo acompañaron a todos lados, aunque llegaran molidos de la espalda por tantas horas sentados en un camión, porque el entusiasmo de Ángel se les contagia en serio, con qué devoción se pone la playera verdiblanca, no importa que con bastón suba las escaleras hacia las gradas, apenas y con trabajos, con ese fémur izquierdo roto que unas placas metálicas le sostienen.

Las siete finales que “La Fiera” ha disputado en el futbol mexicano don Ángel las he visto en el estadio Patria, en el Enrique Fernández Martínez, también en La Martinica y hasta llegar al Nou Camp porque a él nadie le cuenta los juegos, los ha visto con sus propios ojos en vivo y a todo color.

En cada festejo, se le llenaron los ojos de luces de colores cuando vio los cuetes romperse en el cielo y miles de papelitos volando cayéndole como lluvia, por eso maldito covid que no lo deja ir al estadio, que si no, ya estuvieran sus hijas formadas -y dormidas si es necesario- afuera del estadio para estar primeras en la fila y comprarle buenos boletos.

“Si yo pudiera pedir unos deseos pediría por que no me duelan mis piernas y volver al estadio a ver al León. Quiero que ya no haya covid para poder ir, a ver cómo le hago, pero quiero ir al estadio, aunque sea por última vez”.

La paradoja de Ángel Contreras es que nunca jugó futbol. Jamás sus piernas han tocado un balón, lo suyo era el beisbol. Lo fue porque con sólo 15 años se mudó a la Ciudad de México donde unas primas lo acogieron. Un amigo lo invitó a jugar en los diamantes del deportivo 18 de marzo, allá por Insurgentes norte, y luego en los campos de la Magdalena Mixhuca. Se hizo segunda base y luego aficionado hasta la médula de los Yankees de Nueva York. Adoraba a Joe DiMaggio, a Yogi Berra y Mickey Mantle. Mucho más a Babe Ruth cuyo récord de 60 jonrones en una temporada vio caer en el bat de Roger Maris.

“Me hice aficionado de los Yankees cuando trabajaba en la clínica 3 del Seguro Social. Había un doctor ahí que le iba a los Dodgers de Brooklyn y una ves le aposté 50 pesos a que ganaban los Yankees, eso era mucho dinero. En el Parque Delta cobraban 50 centavos por entrar al beisbol, una torta valía 20 centavos. Soñaba con ver jugar a los Yankees, pero pues sólo yendo a Nueva York y ni cómo. Pero vinieron a jugar al Parque Delta (en 1968) y también vi a Babe Ruth cuando vino (en mayo de 1946) y en una exhibición dio un batazo de jonrón. Muchos aficionados lo saludamos de mano”, recuerda Contreras.

En las oficinas administrativas del Seguro Social, donde trabajó más de 30 años, Ángel Contreras formó su propio equipo de beisbol. Los fines de semana se iba a los llanos a buscar jugadores y se ponía de acuerdo con el jefe de personal. Les daba trabajo de cualquier cosa y así tenían dinero y equipo donde jugar.

Los sábados cascareaba en el beisbol y los domingos se iba con sus amigos del trabajo a ver al América, al Necaxa, al Asturias, al España y al Marte. Andaba de estadio en estadio porque dice que era mejor eso que oír los partidos por radio con todo y que le encantaban las crónicas de Agustín González “Escopeta”.

En sus escapadas al beisbol, conoció a los Azules de Veracruz del empresario Jorge Pasquel -que luego se convirtieron en los Tigres- y a los Rojos del México que pasaron a llamarse Diablos en 1942. Tras una remontada legendaria de siete carreras en la novena entrada contra Monterrey, el cronista Basilio “El Brujo” Rosell, maravillado, narró: “Estos Rojos juegan como Diablos”. La historia la cuenta de memoria Ángel Contreras como si hubiera ocurrido ayer.

“También fui fundador en 1940 de los Rojos, luego los Diablos. Conocí a don Ernesto Carmona (afamado manager quien junto con Salvador Lutteroth dio vida a este equipo de beisbol), platiqué mucho con él. Muchos aficionados platicábamos con él porque lo encontrábamos en la calle. Los Azules y los Rojos se enfrentaban en unos juegos muy buenos en el Parque Delta y los Rojos nos sentábamos del lado de la primera base, los Azules por tercera. Sólo nos dividía el home. Así me pasé mucho tiempo en el beisbol. Siempre me gustó más el beisbol, pero con los años el futbol se me quedó y pues gracias también al León”.

-¿A quién le impresionó más ver en vivo, a Pelé o a Babe Ruth?

-Nooo, pues a Babe Ruth. Vino cuando ya era el mejor. A Pelé lo vi a los 18 años. No sabía lo que iba a pasar más adelante, que iba a ser uno de los más grandes jugadores de futbol.

La afición y pasión por el beisbol nadie de los hijos de Ángel Contreras la heredó ni porque tuvo cuatro varones. Sus casi veinte nietos tampoco se interesaron. Se empeñó en evangelizarlos, pero a todos les dio por el futbol. Así, presume que en unas vacaciones llevó a su hijo Arturo a entrenar con “La Tota” Carbajal. “Vinimos a León y le dio oportunidad, pero le dijo: ‘estás muy gordo, tienes que bajar y no hizo caso”, ríe. “Nos fuimos y ya no regresamos”.

También su hijo Víctor salió bueno para el soccer, con todo y que se hizo médico -y que la escuela le robó tiempo para el deporte- participó a gran nivel en el Torneo de los Barrios que organizaba el diario Esto. Años más tarde falleció en un terrible accidente.

“Él era el mejor para el futbol. ¡Cómo me hubiera gustado tener un hijo futbolista!”, suspira don Ángel y luego se acuerda que Jaime, otro de sus muchachos, también se calzó los tachones y quiso cumplirle el sueño. Tampoco cuajó el proyecto y menos con Miguel Ángel. Algunos de sus nietos sí se probaron en fuerzas básicas y un par de ellos anduvieron en la segunda haciendo la lucha por quedarse en el futbol.

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