La Banda de Tlayacapan celebra 150 años con un concierto virtual
El grupo morelense, uno de las más antiguos de su género, enfrenta la tentación de la música comercial que atrae a sus jóvenes intérpretes, cuenta en entrevista con La Jornada su director, Enrique Santamaría
Carlos Paul
La Jornada
La Banda de Tlayacapan Brígido Santamaría, considerada una de las agrupaciones musicales más antiguas en su género, celebra 150 años de trayectoria; se distingue por conservar, desarrollar y difundir un repertorio que integra marchas, valses, oberturas, canciones rancheras y populares, sones, danzones, pasodobles, polkas, abajeños, sonecitos y pirekuas, así como composiciones originales.
La Banda de Tlayacapan tiene su origen a mediados de 1870, y desde entonces ha mantenido la tradición musical familiar, de generación en generación.
Hoy celebrará su aniversario con un concierto virtual a las 21:30 horas, como parte de las actividades de la propuesta en línea Contigo en la Distancia: Festival de Fin de Año, organizado por la Secretaría de Cultura federal que se transmitirá en la plataforma contigoenladistancia.cultura.gob.mx y por Canal 22.
En charla con La Jornada, el director Enrique Santamaría Maldonado y Daniel Santamaría, coordinador de la agrupación, comentan que en la actualidad son distintos retos a los que se enfrentan para continuar con su labor musical tradicional.
El mayor desafío son las tentaciones a las que se ven expuestas las nuevas generaciones de músicos de la agrupación. Sobre todo las que, de cierta manera, se comercializan y difunden por la televisión, explica Enrique Santamaría.
“Muchos jóvenes se ven atraídos por las bandas comerciales, que tocan sobre grandes escenarios iluminados, coreadas por miles de fanáticos, reconocidas con premios Grammys. Hay jóvenes que quisieran estar allí arriba, vistiendo con botas y sombrero, tocando la música que esos ‘artistas’ interpretan.
Algunos chicos que han salido de la Banda de Tlayacapan han formado sus banditas. Lamentablemente, así como se formaron, desaparecieron, comenta Santamaría Maldonado.
Entre 80 y 90 por ciento, en Morelos, son de esas tecnobanditas comerciales, por lo que el gran desafío es mantener un grupo que conserve y difunda la tradición.
Uno de los problemas que también enfrenta la agrupación es que los espacios para presentarse se van reduciendo. Los apoyos institucionales sí se han dado, pero a cuentagotas.
En 150 años muchas generaciones de músicos han pasado por la banda y hasta la fecha conserva el atuendo tradicional morelense, pero lo más importante que mantiene vigente es su fuerte relación con la comunidad, la gente de Tlayacapan y los pueblos vecinos, que son los que tienen una participación directa en la festividades tradicionales cívicas y religiosas, explicaron los músicos.
Espíritu tradicional intacto
El único cambio, luego de siglo y medio, es muy ligero, y es que integraron al repertorio música popular, como la de José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel o la Sonora Santanera, ya que a la gente le agrada escucharlos en una banda tradicional; por lo demás, el espíritu musical original tradicional se conserva y se difunde.
La Banda de Tlayacapan, que cuenta con 10 producciones discográficas, tiene como parte de su repertorio música de finales del siglo XIX y principios del XX. Incluye, por ejemplo, un vals que le gustaba mucho a Francisco I. Madero, Club verde, del compositor sonorense Rodolfo Campodónico (1866-1926). También interpretan música de reconocidos autores morelenses, como de Samuel Margarito Lozano Blancas (1881-1977), conocido como El Padre del Corrido Mexicano.
Su historia es muy singular, relata Enrique Santamaría. En la época de la Revolución Mexicana Samuel Margarito componía corridos, y uno de ellos se titulaba El corrido antirreleccionista, que cantó en Palacio Nacional, en las meras narices de Porfirio Díaz, por lo cual lo llevaron preso acusado de desacato, hasta en tres ocasiones. En la cuarta vez se lo llevaron de leva al ejército de Victoriano Huerta. En una de las batallas en Ciudad Lerdo, Durango, lo pusieron frente a Francisco Villa, quien en vez de castigarlo por pertenecer a las tropas de Huerta, le dio 500 pesos para que comprara una guitarra y siguiera componiendo.
De ahí surgieron temas como La rielera, Marieta, Cantadito, Cenaida, Mi gusto es y Alta y delgadita, entre muchos otros, los cuales son interpretados por la banda morelense, cuyo nombre completo es hoy Banda de Tlayacapan Brígido Santamaría, en honor de ese músico, a quien se debe la notación musical de la danza de Chinelos, de los sones y jarabes para los toros y de la música fúnebre, tradiciones hoy muy arraigadas y representativas de Morelos.
Integrada actualmente por 40 músicos, en su mayoría jóvenes, 50 por ciento mujeres y 50 por ciento hombres, la agrupación obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1998. La integrante más pequeña tiene tres años.