«La Peste de la Peste» Por Natt Félix

La Peste de la Peste

Por Natt Félix

“Al convertirse la peste en el deber de unos cuantos se le llegó realmente a ver como lo que era, cosa de todos”.

Albert Camus

Diez años antes de ganar el premio Nobel de Literatura, Albert Camus escribió “La Peste”, una de las obras más significativas del siglo XX, donde el escritor argelino de origen francés retrató las consecuencias y reacciones humanas que un suceso inesperado y catastrófico puede tener en la vida y la moral de una población. Su novela publicada en 1947, trasciende su marco temporal y geográfico, adquiriendo hoy el rango de metáfora universal, donde el vitalista y máximo exponente del existencialismo, plasmó hace 73 años de manera magistral nuestra realidad actual, la historia de una pandemia, más vigente que nunca.

“Lo primero que nos trajo la peste fue el exilio. Lo vivieron todos los habitantes al mismo tiempo. Los días pasaban tan rápido que cada día era un día menos. Todos enloqueciendo a nuestra propia manera. Los importantes, los triviales, los metódicos, los desbordados y los impacientes. Todo el mundo sabe que lo que dicen es mentira, todo el mundo lo sabe menos los muertos y los enfermos.

…Después de los 30 muertos, la peste fue el único tema de interés. Las palabras como favor o excepción eran carentes de todo tipo de sentido. Los ciudadanos abandonaron la costumbre que habían adquirido de suponer cuánto duraría el aislamiento, aprendieron a vivir sin pensar más en el futuro, a no fantasear con encuentros venideros”.

Los efectos de la plaga son muy diferentes para unos y otros, seremos hijos de nuestro presente y memorias de un tiempo futuro, que tal vez narremos si tenemos la suficiente suerte, confiando en la distancia más que en la cercanía.

El pasado tuvo sabor a nostalgia. Impacientados por el presente, enemigos del pasado y privados del futuro. El sufrimiento que experimentamos era el de todos los prisioneros y el de todos los exiliados. Familias dándose la espalda, parejas volviéndose más fuertes y viceversa.

Otros, al darse cuenta de que no podían vivir el uno sin el otro, la peste se les había vuelto insignificante. Sufríamos por nosotros y después por el sufrimiento inusitado en nuestros ausentes.

La restricción de libertades de manera autoimpuesta u obligatoria se convirtió también en talento. Limitación de movimientos que causaron el efecto de nuevo vocabulario de uso común: Confinamiento, reclusión, exilio; desterrado, preso, encarcelado, acorralado, aprisionado, acorazado, circunscrito… cuartado, limitado, acuartelado, enclaustrado, restringido, secuestrado, prisionero, encerrado, contenido, aislado …

Para muchos el exilio es su propia casa, la propia mente, la soledad inminente. Cada uno tuvo que aceptar que ahora solo se vivía en el día a día. Sujetos a la voluntad del sol y la lluvia, los días de sol alegraban por la ventana y los días de lluvia acurrucaban a medio día. Sufrían y se esperanzaban sin motivo alguno. Un beso o un abrazo ahora se volvía un acto de fe.

…Los llegados sabían que no volverían a verle más que curado o muerto. Espero que no nos dé la fiebre de la que todo el mundo está hablando. Nos vamos a volver todos locos.

…Estaban condenados a aquella cárcel inimaginable por algún crimen desconocido. Y mientras algunos siguieron con sus vidas como sin nada, adaptándose a la nueva reclusión, otros no tuvieron más remedio que evadirse mentalmente de lo que estaba pasando.

Inicialmente la gente había aceptado la idea de estar aislados del exterior como una molestia pasajera que no afectaba más que algunas de sus costumbres, pero de pronto se sintieron en una especie de secuestro bajo la capa del cielo que ya empezaba a tostarse con el verano y ahora el invierno, y empezaron a sentir que aquella reclusión era una amenaza para sus vidas”.

En voz del mismo Camus sobre el tema de la peste: “donde la desdicha individual se vuelve la de todos, una tragedia colectiva aparece”. La novela conlleva una reflexión de tipo filosófico: el sentido de la existencia cuando se carece de Dios y de una moral universal. El narrador hace hincapié en la idea de que, en última instancia, el hombre no tiene control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable; así, la peste representa el absurdo.

Sin embargo, el hecho de que la vida sea absurda no debe hacer caer al ser humano en la apatía más profunda, la vida se tendría que afrontar en toda su incomprensibilidad con esperanza, estoicismo y entereza, por algo el exilio es afrontado por héroes, monjes, presos y pensadores.

El mismo Marcel Proust, compatriota de Camus, pasó 15 años confinado para escribir las tres mil páginas de “En Busca del Tiempo Perdido”, prisionero del acto de escribir, la noche para trabajar, el día para dormir. El propósito último de estar confinado en un mundo

interior sin el ruido de la realidad. Entonces escribía: “El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”.

La reclusión voluntaria es cuenta de eso, estudiosos y místicos han elegido el aislamiento como medio de evolución, la meditación solitaria, ratones de biblioteca que apenas si saben qué pasa en el mundo; como resultado existirán los que hayan salido victoriosos y los que aun siguen sin aceptar la adaptabilidad a una nueva realidad. Darse cuenta de esa verdad es aprender a vivir.

Dostoyevski, en el destierro siberiano, alejado del mundo, apresado entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en carta diciendo “enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera”. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por enfermedad, hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida, dice García Lorca.

Es la luz obrando sobre unos cuantos individuos lo que hace que los pueblos vivan y se engrandezcan a cambio de las ideas que nacen en unas cuantas cabezas, llenas de un amor superior hacia los demás.

En Mayo de este año, el diario “El País” divulgó la versión inédita en español de una publicación de Camus poco conocida con el título “Los Archivos de la Peste” que incluye el texto “Exhortation Aux Médecins de La Peste” (Exhortación a los Médicos de la Peste) junto con otro texto publicado en abril de 1947 en la revista “Les Cahiers de la Pléiade”. Dichos textos fueron escritos por Albert Camus probablemente en 1941, seis años antes de la aparición de la obra completa, como un trabajo preliminar y que en Mayo de este año sus herederos hicieron público.

En la exhortación a los médicos puede leerse lo siguiente:

“La peste bien puede encontrarse en las calles e infectarnos de todos modos, estén o no las ventanas abiertas… se aconseja que se utilice una máscara con gafas y se coloquen un paño mojado en vinagre bajo la nariz, llevar también una bolsita con todos los extractos recomendados en los libros… sería deseable que vistieran por completo de hule… en tiempos de epidemia cada cual se cuida como puede []… solo para evitar confusiones. El miedo infecta la sangre y calienta los humores, así pues esta emoción predispone a quedar bajo la influencia de la enfermedad.

Y seguirán rebelándose contra la terrible confusión en la que perecen en soledad quienes niegan sus cuidados a los demás, mientras que mueren amontonados quienes se sacrifican; en la que el goce ya no recibe su aprobación natural, ni el mérito su orden; en la que se baila al borde de las tumbas; en la que el enamorado rechaza a la amada para no contagiarle su mal; en la que no carga con el peso del delito el delincuente, sino el animal expiatorio que se elige en pleno desconcierto de una hora de espanto.

Para que el cuerpo venza la infección el alma tiene que ser fuerte. Ustedes los médicos de la peste deben plantear cara a la idea de la muerte y reconciliarse con ella, si salen vencedores de esto lo serán en todo y los verán sonreír en medio del terror. Observen la mesura, primer enemigo de la peste y regla natural de la humanidad, única señora de las epidemias. La peste procede del exceso, es en sí misma un exceso e ignora la contención. Tienen que ser capaces de controlarse y hacer que se respeten las normas que hayan elegido como el bloqueo y la cuarentena. Armados con estos remedios y virtudes solo les restará hacer frente al cansancio y conservar la imaginación viva. No deben nunca pero nunca acostumbrarse a ver a los hombres morir como moscas”.

…Pero la peste nos había dejado ociosos, reducidos a dar vueltas en una ciudad cargada de muerte y entregados al recuerdo. A pesar del brusco e inesperado replegar de la epidemia, aunque estaban deseosos de ser libres, los meses pasados les habían enseñado a tener prudencia, y a esperar cada vez menos el fin cercano de la peste. Los habitantes que hasta ese momento habían logrado encubrir la preocupación con el humor, se mostraban ahora, enloquecidos, silenciosos y abatidos.

Se creían libres, pero nadie puede ser realmente libre mientras exista amenaza de una peste. Un hombre muerto solamente pesa cuando se le ha visto, ojos que no ven, corazón que no siente, nombra el dicho. Poner algunas caras conocidas ante la calamidad del mundo lo hace tangible y e intensamente profundo.

La paradoja yace en que cuando se exaltan en demasía los actos bondadosos de la sociedad se concluye que prevalece el mal y es entonces que los dolores más profundos llegaban a convertirse en las conversaciones más triviales. A pesar de todo, los exiliados de aquella y de esta peste fueron muy privilegiados.

“Como un aspecto singular, el número de peatones se hizo más considerable e incluso a las horas desocupadas, mucha gente reducida a la inacción por el cierre de los comercios llenaba las calles y los cafés. Por el momento nadie se sentía en paro, se sentían en vacaciones. El lugar daba entonces una impresión de fiesta. Por las noches las calles se llenaban de gente y se veían filas en las puertas de los cines. Cada noche un sinnúmero de borrachos llenaban las calles con ocurrencias optimistas”.

El secreto será siempre una vida interior activa. Hubo quien no tuvo tiempo ni siquiera de tener miedo y la necesidad de calor humano. La peste es la vida misma sucediendo, todos los seres que han pisado este planeta con la suficiente suerte de vivir algunos años desarrollarán eventualmente algo de conciencia, teniendo que enfrentar el decaimiento, la enfermedad y la vejez si tenemos suerte, e indefectiblemente finalmente también llegará la muerte pero eso solo habrá significado que también existió la esperanza y la voluntad de vida.

“Y la gente se quedó en casa.

Y leyó libros y escuchó.

Y descansó y se ejercitó.

E hizo arte y jugó.

Y aprendió nuevas formas de ser.

Y se detuvo.

Y escuchó más profundamente. Alguno meditaba.

Alguno rezaba.

Alguno bailaba.

Alguno se encontró con su propia sombra.

Y la gente empezó a pensar de forma diferente.

Y la gente se curó.

Y en ausencia de personas que viven de manera ignorante.

Peligrosos.

Sin sentido y sin corazón.

Incluso la tierra comenzó a sanar.

Y cuando el peligro terminó.

Y la gente se encontró de nuevo.

Lloraron por los muertos.

Y tomaron nuevas decisiones.

Y soñaron nuevas visiones.

Y crearon nuevas formas de vida.

Y sanaron la tierra completamente.

Tal y como ellos fueron curados.

Kitty O’Meara

 

¿Cual será la verdadera peste?

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