Jardín Zenea: Espacio con identidad
Diario de Querétaro
Rosa Isela López y Adriana Reséndiz
El patrimonio histórico está formado por los bienes, muebles o inmuebles creados a partir del establecimiento del Virreinato desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX. Incluye edificaciones religiosas, de gobierno y arquitectura civil, asimismo, caminos antiguos, reales de minas, misiones, cajas de agua, presidios o cárceles, cascos de haciendas y edificaciones de arquitectura tradicional, al igual que obras de arte producidas en ese periodo histórico.
Dentro del área considerada Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Querétaro se conservan y protegen muebles e inmuebles, incluyendo edificios de carácter popular y contemporáneo, calles, plazas, mobiliario urbano y paisaje natural o casas habitación, todos estos elementos conforman la zona histórica y la imagen urbana de un centro de población.
El Jardín Zenea antiguamente era un sitio formado por dos solares: al norte por la antigua Plaza del Recreo y al sur por los terrenos en que se ubica el templo de San Benito y el centro del convento de San Francisco, los cuales fueron demolidos por la aplicación de las leyes de Reforma. El nombre del Recreo se le dio en la primera década del siglo XIX a lo que fuera la plaza de San Francisco.
Como nos señala Celestino Díaz en su texto queretano Guía del Viajero:
Este bellísimo sitio del recreo, lleva el nombre del malogrado Sr. Coronel Benito S. Zenea, que falleció repentinamente el 15 de septiembre de 1875 siendo el gobernador de Querétaro, y a cuyos esfuerzos se debe en gran parte la construcción del jardín; parte igual tuvo en la plantación el Sr. Trinidad Rivera, que siendo prefecto del centro, cedió sus sueldos para la obra. Hermosísimos fresnos, árboles frutales, arbustos y rosales permiten a los vecinos aspirar un aura embalsamada en las poéticas noches de primavera y en las calurosas tardes del estío. El perímetro que tiene la forma de un paralelogramo y círculo central, están adornados con bonitos asientos de hierro para los que se fundieron muchas campanas de los ex conventos. En el centro del jardín se eleva una gallarda fuente de hierro dulce, obsequio de los Sres. Rubio, en cuyo remate se ostenta una bien fundida Hebe. La dirección del jardín Zenea, sus planos y cañerías fueron obra del ingeniero Sr. Adolfo Kasperovitz, algunos años catedrático del Colegio Civil. Las bancas de hierro fueron también construidas en esta ciudad en el año de 1868.
El Jardín Zenea nació en 1861, al estallido de horrendos cañonazos, con que triunfantes fuerzas liberales pretendieron borrar de la mente de los queretanos la conventualidad que por más de trescientos años dominó para bien o mal su vida, destruyendo las coloniales capillas y convirtiéndose en la Plaza de los Escombros o en tianguis, sus antiguos espacios iban desde la calle del Serafín, hoy Independencia, hasta la actual 16 de septiembre, a los costados las antiguas calles de Los Cinco Señores, hoy avenida Juárez y la de Vergara, hoy avenida Corregidora, permaneciendo así por varios años.
Después de las batallas de 1867, el primer gobernador liberal, don Julio M. Cervantes a quien le tocó lidiar con la tarea de reconstruir la ciudad, dividió la plaza en tres partes, la más al sur fue para crear el antiguo Mercado Escobedo, la central fue vendida al empresario español don Miguel Bueno, que con gran visión, empezó a levantar lo que hasta hoy se conoce como Gran Hotel, y la parte norte se convirtió en bellísimo jardín, cuya pulcra hermosura final la dio el gobernador don Benito Santos Zenea cuyo nombre le cedió. Para el año de 1928 se cambio el nombre al Jardín Zenea por el de Álvaro Obregón, a manera de homenaje por su recién asesinato. En 1990 se remodeló y se le regreso su nombre original. Ha sido el escenario de importantes actos políticos y lugar favorito para la recreación de los queretanos.
El cine Goya acompañó al Jardín desde 1929 y hasta el 28 de marzo de 1948, más tarde, al abrir la calle del 16 de septiembre, en 1948, desapareció el y a partir de noviembre de 1947, una real joya arquitectónica de gran belleza el cine Teatro Plaza suplió al antiguo.
La Mariposa abrió sus puertas en un nuevo local, la esquina de Juárez y 16 de septiembre, siendo ampliamente concurrida, con largas colas para ocupar una mesa, en 1981, Rafael Camcho permitió que derrumbaran el cine Plaza y volara La Mariposa a su actual reducto, los desfiles de todas las fechas patrias cambiaron sus rutas y ya nadie pasaba por el Jardín, por un tiempo se volvió una nueva Plaza de los Escombros y ni el levantamiento de una tienda departamental logró restaurar el antiguo esplendor, sólo quedó el templo de San Francisco, cerraron varias de las calles aledañas convirtiéndolas en andadores y se multiplicaron negocios de comidas y artesanías.
El Jardín Zenea como espacio público ha tenido varios significados a través del tiempo, cuando vemos la edificación nos vienen recuerdos gratos, aquel día en que tu mamá te compró ese globo que tanto querías y te dejó mojarte en la fuente con el agua que brota de aquella diosa Hebe, el día en que encontraste el amor o tal vez lo perdiste, hubo momentos en los que reíste otros en los que lloraste pero aún así el espacio tiene un significado importante para cada quien.
Es un sello de identidad de los queretanos, en el cual no sólo vemos un espacio sin vida, sino que identificamos el lugar donde vemos a los señores de la tercera edad bailando danzón, donde pasamos algunas horas escuchando a los grupos musicales, alberga a la Feria del Libro, en las fiestas navideñas admiramos el nacimiento ya tradicional y las pastorelas.
Hemos presenciado eventos importantes como la visita del subcomandante Marcos, los mítines de los candidatos a ocupar un puesto en el gobierno, y muchos otros eventos que seguro recordaras.
El Jardín Zenea se plantea como una plaza del centro de la ciudad que sigue funcionando como eje de acciones sociales urbanas fundamentales, como celebrar, protestar, ligar, trabajar, circular, mirar, reposar, estar, pasear animales, jugar, leer y reunirse; además de que actúa como espacio de centralidad económica, social, cultural y política de la ciudad a pesar del surgimiento de otros centros, como los innumerables complejos comerciales y otros espacios de la globalización que no cuentan con la historia, prácticas sociales y peso simbólico de las plazas públicas como la que aquí presentamos.
También se pueden permitir otras prácticas como eventos artísticos como obras de teatro o performances, actos delictivos, mítines, fiestas religiosas, comercio, y ser casa o albergue para vagabundos.
Ana María Portal en su libro Espacios Públicos y Plazas Metropolitanas nos dice: Las plazas son áreas habitualmente, rectangulares, planas, con árboles y fronterizas por los edificios de poder religioso y político. Muchas de ellas nacieron cuando se fundaron las ciudades y otras se edificaron junto con templos católicos para instituir barrios. De esta manera se constituyeron como los centros vitales de la vida social de los habitantes de las ciudades. Desde sus inicios y hasta el momento actual, las plazas mayores y algunas barriales han sido los espacios públicos en las cuales se funda y se expresa la vida social de grupos y comunidades urbanas.
A manera de conclusión, la importancia de este patrimonio queretano es sumamente grande porque vemos que los espacios públicos históricos se están perdiendo, los jóvenes prefieren ir a las nuevas plazas a convivir. El avasallamiento de la televisión y el uso de la computadora está haciendo que se pierda la experiencia cívica y pública, ahora el recorrido por la plaza y el encuentro con otros ya no es tan necesario porque todo se puede tener, oír, contemplar y disfrutar sin salir de casa. Otros factores que se dicen han hechos que los habitantes pierdan en interés por visitar los espacios públicos es la delincuencia y la falta de seguridad.
Es necesario que este espacio siga manteniendo su identidad por medio de la gente que lo visita, lo admira, lo vive, porque los jardines o plazas siguen siendo un punto de referencia importante para la sociedad queretana.
Para los habitantes, el Jardín permanece como un lugar simbólico, identitario y que los representa como ciudadanos