Llevo tu nombre grabado, película de Kuang-Hui Liu

Llevo tu nombre grabado

Carlos Bonfil

Taiwán, 1987. Luego de cuatro décadas de autoritarismo, el país asiático suprime una ley marcial impuesta por el gobierno de Chiang Kai-shek, que limitaba severamente todas las libertades civiles, y se inicia un lento proceso de transición hacia la democracia. En ese contexto social el cineasta taiwanés Kuang-Hui Liu sitúa la trama de su segundo largometraje Llevo grabado tu nombre (Your Name Engraved Herein, 2020), una película con temática LGBT filmada poco después de haberse vuelto Taiwán, en mayo del 2019, el primer país oriental en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La cinta de Kuang-Hui Liu refiere el clima de hostigamiento que padecen dos hombres adolescentes, Jia Han (Edward Chen) y Birdy (Jin Hua Tseng), por parte de sus condiscípulos, en una escuela católica presentada como reducto clave de la intolerancia moral que en ese momento prevalece en el país. Jia Han es un alumno modelo, muy apreciado en el colegio por su simpatía, aunque interesado más en la música que en la carrera científica lucrativa que su padre desea para él. Es interesante la observación que hace el director de los dilemas a que continuamente se enfrenta el joven en un círculo familiar muy conservador y en un ámbito escolar de disciplina rigurosa. No hay en Jia Han un impulso espontáneo de rebeldía frente a esas presiones sociales, acaso sólo desconcierto y desasosiego. La llegada al colegio del inconformista Wang Bo-de, cuyo sobrenombre Birdy guarda relación con el personaje que interpreta Matthew Modine en la cinta homónima de Alan Parker, opera como un elemento catalizador para que Jia Han comience su propio proceso de liberación sexual. Los dos jóvenes manifiestan una intensa atracción mutua mientras el resto de sus colegas resiente ese incipiente romance masculino como una afrenta colectiva.

Hay algo más interesante aún en esta historia de contrariedades románticas, y es la subtrama que protagoniza el sacerdote franco-canadiense Oliver (Fabio Grangeon), expatriado en Taiwán, quien con claros signos de apertura y tolerancia revela empatía por la suerte de los jóvenes amantes a quienes percibe como un espejo de sus propias vacilaciones y temores existenciales. Los diálogos que sostiene el padre Oliver, vuelto consejero sentimental, con Jia Han a propósito de las frustraciones sentimentales del joven con Birdy, su pareja esquiva y displicente, no se vuelven un pesado discurso moralizante, sino simplemente muestran el franco entendimiento moral de dos generaciones y dos culturas en principio muy distantes entre sí e incluso antagónicas. Hay también en la cinta anotaciones sobre el peso de una cultura patriarcal en la que a pesar de haberse convertido el otrora colegio exclusivo para varones en una nueva institución mixta donde ya se admiten mujeres, éstas soportan una sobrecarga de penalidades ante la menor infracción a las disciplinas escolares.

Con toda la pulcritud de su realización técnica y la sobriedad con que el guion aborda las complejidades de una relación afectiva donde importa más mantener a raya el prejuicio social y familiar que vivir plenamente la propia experiencia sentimental, la película habría ganado mucho con un ritmo narrativo más ágil y una rigurosa edición que prescindiera de extensiones innecesarias.

El contexto histórico, apenas aludido, resulta también una pieza capital para comprender cabalmente la naturaleza vacilante, llena de contradicciones, de una transición democrática que, lo mismo en Taiwán que en otras naciones que han superado el autoritarismo, suele dejar olvidado o muy en suspenso el respeto a las minorías. Llevo tu nombre grabado es una cinta discreta y correctamente realizada que no tiene ni por asomo la fuerza dramática o la evocación lírica de aquel memorable Happy Together (1997), del hongkonés Wong Kar-Wai, pero cuyo tono de aprendizaje moral juvenil, abierto a las grandes audiencias (como lo consigna su popularidad en su estreno local), la emparenta tangencialmente con las primeras propuestas del también taiwanés Ang Lee (El banquete de bodas, 1993; Comer, beber, amar, 1994), pionero indiscutible de un cine asiático más abierto a la modernidad y a la libre expresión de las disidencias sexuales.

Un estreno de la plataforma Netflix.

Twitter: CarlosBonfil1

 

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