Rodrigo Ávila y su amor por los tesoros de la Ciudad de México
Elena Poniatowska
Desde el inicio del sexenio, Rodrigo Ávila, jefe de Unidad Departamental de Patrimonio Cultural y Conservación de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, su día laboral va mucho más allá de las 10 de la noche, ya que trabaja incluso sábados y domingos atendiendo las peticiones de los habitantes de las alcaldías Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero y de vecinos de Coyoacán, San Ángel y Mixcoac. Son infinitas las peticiones de unos y otros a quienes les urge que se repare un edificio de gran valor arquitectónico, una fisura en la bóveda de un templo, la demolición de una casa colonial del siglo XVIII.
Rodrigo corre de un lado a otro para atender a ciudadanos preocupados por el pasado de su colonia y el deterioro de lo que ellos consideran parte de su identidad cultural. El trabajo es agotador y no se acaba nunca, y como se hace en una secretaría de Estado, los habitantes pasan por encima del reconocimiento que se debe al funcionario.
–¿Cómo vive la protección del patrimonio cultural y cívico de las distintas colonias de la Ciudad de México?
–El año 2020 fue difícil para la cultura, no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país. El Covid-19 paralizó la gran mayoría de nuestros proyectos, actividades públicas, fiestas populares, casas de la cultura, cines y teatros; además, las mismas universidades, empezando por la mayor de todas: la Universidad Nacional Autónoma de México, y los institutos que representan a otros países, como el Francés de América Latina y la Biblioteca Benjamín Franklin. Tuvieron que cerrase a piedra y lodo los museos de la capital, las galerías de arte como la de Inés Amor, la más antigua de todas, parques y plazas, gimnasios y centros recreativos.
–¿Cómo ha sobrevivido la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México al Covid-19, que antes dirigía mi buen amigo el doctor José Alfonso Suárez del Real?
–Afortunadamente, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México cuenta en sus diversas áreas con personal muy creativo, como la Dirección de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, que coordina varios programas, como paseos históricos en Xochimilco, Coyoacán, Milpa Alta, Tláhuac, Azcapotzalco, Tlalpan y Álvaro Obregón, entre otros.
A partir de la pandemia se creó una dinámica de trabajo virtual que subió a las redes sociales la oferta de exposiciones virtuales en recintos como el Panteón San Fernando, el Archivo Histórico de la Ciudad de México y el Salón del Cabildo en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, así como en museos, entre ellos el de la Ciudad de México, el Nacional de la Revolución, el de los Ferrocarrileros y el del Archivo de la Fotografía, además de conferencias, talleres, discusiones, cineclubs, círculos de lectura y documentales.
–¿Cuáles fueron, Rodrigo, las mayores preocupaciones de tu área?
–Proteger, salvaguardar, conservar y difundir el patrimonio de la Ciudad de México, para lo que se implementó la restauración de templos afectados por el terremoto de 2017. Nadie les había hecho caso ni se habían preocupado siquiera por tapar una gotera. Son 21 templos en alcaldías como Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac; aquí en la Gustavo A. Madero tenemos el templo de Santiago Tlatelolco, uno de los más valiosos por su historia, que tiene 500 años de existencia. Lo logramos con la participación de las mismas comunidades de pueblos y barrios originarios, que también son los guardianes y quieren conservarlos y nos dan la voz de alarma cuando peligran. Me he reunido varias veces con ellos y tenemos una excelente relación. Hasta los párrocos participan y me dan la bendición.
“También este año la secretaría se ocupó de manera virtual de las ferias Internacional del Libro de Antropología e Historia y la del Libro del Zócalo. Hablamos con especialistas acerca del patrimonio de nuestra ciudad, edificios, sitios de valor histórico y cultural, así como de la difusión de investigaciones publicadas sobre la protección y el cuidado de nuestra ciudad.
“Como se cerraron los panteones, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México convocó a una hermosa actividad llamada Ofrenda Infinita, para que a través de las redes sociales el público compartiera una foto de su ofrenda, sin necesidad de salir de su casa y, asimismo, solidarizarse con quienes perdieron a un ser querido por la pandemia.
Durante noviembre se celebró el Mes del Patrimonio, para lo cual también se hicieron recorridos virtuales culturales en zonas históricas. La participación del Foro Internacional de Narradores Orales fue muy importante, ya que contaron leyendas e historias de sus pueblos. También se hicieron exposiciones virtuales con la obra de José Guadalupe Posada y la visita virtual del programa Noche de Museos, que se lleva a cabo el último miércoles de mes.
–¿Cómo saben que le llegan a la gente? ¿Hay respuestas en las redes sociales?
–Durante el Mes del Patrimonio, por ejemplo, recibimos comentarios positivos del público a través de las redes sociales. Recibimos miles de likes, sugerencias y felicitaciones. En los diferentes talleres sobre el patrimonio cultural y las iniciativas ciudadanas se inscribieron alrededor de 150 personas que pertenecen a varios grupos vecinales y nos dieron consejos sobre cómo habían cuidado su patrimonio en colonias como la Doctores o la Roma, que conserva en uno de sus parques la escultura del poeta Pushkin, y casas derruidas en la colonia Juárez que los vecinos se preocupan por conservar para que no terminen de estacionamientos públicos.
–¿Cómo se protege un patrimonio cultural?
–En la Ciudad de México existen 12 declaratorias de Patrimonio Cultural: El juego de pelota prehispánico, la alegría de Tulyehualco, la Ruta de la Amistad, la Lucha Libre, el Centro Histórico de Tlalpan, Chimalistac y San Ángel, la Semana Santa en Iztapalapa, que colaboran para mantener vivas investigaciones y la divulgación de lo que consideran su tesoro. Por ejemplo, el año pasado, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, declaró Patrimonio Cutural Intangible de la Ciudad de México a los alebrijes de Pedro Linares López para dar a esta artesanía su estatus de identidad capitalina.
–¿Cómo se conserva nuestra memoria histórica?
–La Secretaría de Cultura fomenta ceremonias cívicas, que también se hacen de manera virtual, las cuales difundimos cada mes con efemérides importantes, aniversarios luctuosos, natalicios y conmemoraciones de sucesos históricos. Antes de la pandemia, logramos reponer la escultura del doctor Rafael Lucio, que tenía años de desaparecida, sobre el Paseo de la Reforma; también se colocó la gran figura de Leona Vicario, así como la de la Mujeres Anónimas.
El compromiso de Rodrigo Ávila con su ciudad es admirable y nos da la certeza de que con su tesón y su amor responsable por los tesoros de nuestra ciudad, todos –monumentos humanos o piedras del camino– estaremos a salvo.