MENSAJE A LA COMUNIDAD EDUCATIVA DE NUESTRO PAÍS,
A CASI ONCE MESES DEL INICIO DE LA PANDEMIA COVID-19, EN MÉXICO:
«PROCURAR EL BIEN POSIBLE DE TODOS,
ESPECIALMENTE DE LOS MÁS VULNERABLES,
ES DECIR, LAS NIÑAS, NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES».
De nueva cuenta, queremos expresar nuestra palabra de aliento, cercanía y solidaridad, a la comunidad educativa del País, en estos ya cerca de once meses de Pandemia en México.
Frente a los desafíos sistémicos que nos presenta la Pandemia hacemos eco del llamado que el Santo Padre Francisco nos hizo el pasado 15 de octubre, a través de una convocatoria para celebrar un Pacto Educativo Global. Para sumarse a él, hay que atender al urgente y exigente llamado para que, en cada localidad, en cada comunidad humana, nos comprometamos de manera realista a mantener el cuidado integral de cada niña, niño, adolescente y joven, vinculando solidaridades y profundizando una alianza, particularmente entre familias, docentes, directivos y estudiantes, con amplia creatividad y generosidad.
La educación, es antes que nada un acto de amor, la transmisión libre y generosa de los valores más propiamente humanos, como la verdad, la bondad, la belleza, la unidad y la paz. Es urgente humanizar la educación, pues hoy nos quedamos -en muchas ocasiones- sólo con la parte de planes y programas, de dispositivos y tareas, dando prioridad a lo organizacional, a lo funcional e institucional, pero olvidamos poner a la persona concreta al centro, con todas sus dimensiones. Es imperativo dedicar tiempo, confiar en ellos, compartir la vida.
El Papa Francisco reconoce que la única vía para ensanchar y responder a los desafíos civilizatorios de este tiempo, es precisamente consolidar el andamiaje educativo de cada nación, el cual no es sólo escolar, sino que abraza a toda la vida de la sociedad empezando por el ámbito familiar y ampliándose hacia todas las comunidades de vida (empresa, colonia, centro comunitario, barrio, medios de comunicación, etc.). Como reto central, el Papa nos ha llamado a impulsar la cultura del cuidado, a través de la vivencia de la fraternidad y la amistad social, caminos para la paz social e interior.
Es urgente salir al encuentro, saber que el acontecimiento educativo es un momento de relación significativa para el aprendizaje, no el estudio abstracto y desencarnado de nociones y fórmulas. La educación que debemos ofrecer, en estos tiempos, está más en clave de acompañamiento, en ayudar a responder a los desafíos actuales, en aprender a vivir en casa, en el cuidado de los demás, modificando nuestras conductas para que éstas sean más comprensivas de lo humano, más solidarias y constructivas de un desarrollo humano, integral, solidario y sustentable.
Frente a ello, queremos proponer y animarlos para:
1. Buscar medidas posibles para salir al encuentro y hacer vigoroso el compromiso del cuidado de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Efectivamente no habrá regreso a la normalidad escolar, en un corto plazo, pero ello no implica que no seamos capaces de promover otros espacios educativos, mucho más flexibles, generosos y por supuesto solidarios. Nuestra infancia requiere atención y acompañamiento. Reconocemos el importante papel de los medios de comunicación, pero hoy, es urgente una atención más cercana. Organicémonos como sociedad, con el fin de estrechar y vincular lo que es posible, lo que está cerca, aminorando todo riesgo. Organicemos encuentros pequeños, especialmente en las familias, escuelas, en cocheras, parques, atrios, iglesias, empresas, que acompañen y animen actividades educativas (formales y no formales). Impulsemos lo posible.
2. Busquemos la manera de articular un regreso a la escuela, de manera híbrida, combinando -para quien así lo pueda y quiera- momentos de servicio escolar presencial, con alternativas semipresencial y otras totalmente virtuales, que vayan más allá de la TV y la radio. Hay muchas experiencias en el mundo que lo están logrando. Para ello, es necesario construir un acuerdo de generosidades. Es urgente acompañar su regreso al aprendizaje y ofrecerles caminos para vivir incluso la propia realidad emergente. Es tiempo de convocar y establecer explícitamente un gran acuerdo entre docentes, familias, directivos, los propios estudiantes y la sociedad en su conjunto.
3. Para ello, las estrategias sanitarias y educativas, deben buscar caminos compatibles y coordinados. Acompañar a los centros escolares, supervisarlos, impulsar protocolos sanitarios, realizar pruebas, vacunar al personal escolar, repensar la educación que se requiere hoy, desatar las solidaridades entre instituciones y personas, pero sobre todo, atender a toda la población en su conjunto e integralidad, sin dejar a nadie fuera.
Animamos particularmente a la vida religiosa, así como a tantos laicos comprometidos fuertemente con la eduación en colegios e instituciones educativas públicas y privadas, a suscitar esfuerzos conjuntos de atención a la niñez, adolescencia y juventud. Hagamos redes entre instituciones educativas, destacando criterios como la prudente cercanía física, las necesidades reales, y la fraternidad. Cuidemos a nuestros maestros, para que ellos puedan cuidar a los niños, en plena comunión con las familias, directivos y la sociedad en general. Demos prioridad a las comunidades más vulnerables.
Sólo contemplando al Divino Maestro, podremos dejarnos impregnar de Su decidida entrega en bien de toda la humanidad, sin exclusión, descarte o discriminación alguna.
Ciudad de México, a 7 de febrero del 2021.
+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
y Presidente de la CEM.
+ Alfonso G. Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey
y Secretario General de la CEM.
+ Enrique Díaz Díaz
Obispo de Irapuato
y Responsable de la Dimensión de Educación
y Cultura de la CEM.