Cuando Querétaro cambió para siempre
Por José Félix Zavala
La construcción de la modernidad en Querétaro, tal como la conocemos ahora, se inicia cuando las grandes casonas, en aras de la modernidad, fueron divididas en dos partes, algunos dicen que hasta muertos hubo. Los buldóceres, ignorantes de su destructividad, se abrieron camino entre las casas del centro de la ciudad, para dejar el paso a su majestad el automóvil y así surgieron las avenidas Corregidora y Ezequiel Montes.
El río Querétaro se fue, dejando el paso a la Avenida Universidad, los árboles cayeron para que surgiera la Calzada Zaragoza.
Las entonces lejanas poblaciones de La Cañada y El Pueblito, de pronto se vieron unidas por la avenida Constituyentes y todos los nuevos avecindados, llegados por miles y de todas partes, se unieron entre sí, por el Bernardo Quintana y la 5 de febrero.
Los terrenos cultivables de la hacienda de La Laborcilla sirvieron lo mismo que los de la hacienda de Carretas, a la industria inmobiliaria, dando lugar a Parques Industriales y a las plazas comerciales que allí se encuentran, transformando el lugar en el centro industrial más moderno y funcional de América Latina, instalado en las orillas de Querétaro. Era el año de1961.
La modernidad llega y comienza a despegar con tan solo la industria textil, hecha una realidad con las fábricas de Hércules, San José de la Montaña y Queretana Textil. Es el año de 1935.
En el año de 1943 están ya instaladas las industrias conocidas como: la harinera El Fénix, casimires La Concordia y la leche Carnation, mientras para el año de 1947 ya teníamos trabajando en tres turnos, la fábrica de hojuelas de maíz de Kellog´s y máquinas de coser Singer y finalmente para 1955 la fábrica conocida con el nombre de La Purina, de alimentos para animales.
Los obreros propiamente dichos, hicieron su aparición, con estas industrias en la antigua ciudad agrícola y ganadera de Querétaro, donde los hacendados y los rancheros eran sus tradicionales habitantes.
Comenzó la era de la comunicación intra citadina por automóvil, nacieron los puentes, los “tréboles”, los pasos a desnivel, los puentes peatonales, la aeropista, el aeropuerto internacional, la central de autobuses, muchos otros servicios más y desde este momento, el hombre de a pie, pasó a segundo plano y la ciudad a ser víctima de sí misma.
Los vecinos recién llegados se instalaron, primero en las cercanías del Cerro de las Campanas, después por el rumbo del panteón, en la llamada colonia Cimatario, los menos acomodados se fueron para Lomas, que comienza con una invasión de esos terrenos y de ahí ya nadie contuvo el crecimiento de Querétaro.
La ciudad se extendió por todas partes, nacieron las “colonias proletarias”, desplazaron a los indios de sus asientos tradicionales y los hijos de los recién llegados, fundaron su nueva identidad, el Urbanismo, lo urbano, lo citadino, asentó sus reales en Querétaro.
Así surgieron los “rumbos” o “las colonias” como: Santa Bárbara, Zapata, Satélite, Bolaños, Menchaca, La Presidentes, La Obrera, San Pablo, La Comerciantes, La Constituyentes, Los Alcanfores, el Pocito, San Pedro Mártir, Los Sauces, El Tintero, Santa Mónica, Vista Alegre, Maxei, La Lázaro Cárdenas, La C T M, Loma Dorada, Loma Bonita, Cerrito Colorado, Villa de Guadalupe, El Fovissste, Infonavit, El Garambullo.
El llamado Estadio Municipal, se orilló, dejando paso al estadio mundialista conocido como “El Corregidora”, el teatro de La República se hizo insuficiente, para contener a los miles de nuevos habitantes, surgiendo el auditorio “Josefa Ortiz de Domínguez”, los comerciantes de los mercados tradicionales dieron paso a los “tianguis fayuqueros” y a los centros comerciales, llamados «Plazas”.
Los cines domingueros, El Alameda, el Reforma y el Plaza, fueron sustituidos por los multicines, adaptados ya con bar., boleteros electrónicos y más curiosidades de la modernidad.
Los cafés y las neverías tradicionales, dieron paso a los de “cadena” y así nacieron los Sanborns, los Vips, los Wings, los Mc Donalds, los Burger Kings, Toks y otros más. Los hoteles familiares, incluido El Gran Hotel, desaparecieron, ahora “la gente” se hospeda en los “Fiesta Americana” y los “Halliday Inn”. De esta manera cambian los modos de pensar, platicar y amar, de los paisanos.
Las escuelas tradicionales, La Paz, El Plancarte, El Instituto Queretano, con sus uniformes de gala, dejan el paso a las escuelas “gringas” y El Colegio Civil, nuestra universidad, la de El Chayote Díaz, comparte la juventud con universidades privadas y los Tecnológicos de todo tipo.
De unas cuantas factorías, de las que los queretanos nos sentíamos orgullosos, brotaron cientos, comenzando por la Industria del Hierro, Tremec, Primsa y muchas más. Los Parques Industriales se hicieron insuficientes, creándose otros muy modernos, en El Pueblito, La Cañada, Pedro Escobedo y San Juan Del Río.
La ciudad obrera, deja de lado a la ciudad agrícola y a la cuenca lechera, a la comunidad semi urbana de los años sesenta, los campesinos son eliminados de de la faz de Querétaro, mientras brotan los barrios proletarios.
Los chavos banda, los rokeros, los punks, los cholos, colorean la ciudad y en “Las Plazas comerciales” y “las disco”, los hijos de la clase media avecindados de reciente ayuntamiento, irrumpen por todos lados y a toda velocidad.
La gente de “medio pelo” hace sus cotos: en las zonas residenciales, otrora- antiguos campos de cultivo -, son los de: La Estrella, La Del Valle, La Alameda, La Mercurio, Villas del Sol, La Capilla, Ensueño, Las Campanas, La Era, Las Rosas, El Maurell, Casa Blanca, La Magisterial, Las Hadas, Arboledas, Calesa, El Mirador, Lomas del Marqués, Los Candiles, Las Plazas, Quintas, Arquitos, La Panamericana, Palmas y muchas otras colonias con casa de tres y cuatro habitaciones, computadora con Internet, jardín y cuarto para sirvientas y automóvil a la puerta.
Es la ciudad que la obligan a contener, en poco tiempo, a cientos y miles de vecinos, venidos de todos de los cuatro puntos cardinales del país y se vuelve necesario y obligatorio que todos quepamos en un jarrito.
Las estaciones de radio, antes solo la doce cincuenta y la X E N A, se vuelven de FM y A M, con programaciones culturales, de música moderna, de música banda, de noticiarios. Los sintetizadores y el inglés, abarrotan las cabinas de transmisiones.
Son los hijos de los fuereños vueltos queretanos, en busca de una identidad y de una tierra, convirtiendo en urbano al Querétaro rural, dormido desde el paso de Iturbide en la casona de la Marquesa, hasta la llegada al poder de los hijos de la revolución, del gobernador González Cosío de finales del siglo X1X al gobernador González Cosío de mediados del siglo XX.
Los ricos cambian sus costumbres, sus residencias y sus diversiones, abandonan las calles de Hidalgo, Madero y Arteaga, por las zonas residenciales del Cimatario y Jurica. Aparecen las colonias criollas y los clubes privados, en Juriquilla, Jurica, el Campestre, el Britania, los GYM y las zonas residenciales.
Comienzan los fraccionamientos en Carretas, Loma Dorada, Colinas del Bosque, San Javier, San Ángel, y muchos más.
Las familias adineradas y de abolengo de la ciudad, más los empresarios avecindados, tienen sus restaurantes exclusivos, sus bares, sus templos, sus galerías, sus escuelas, todo para los que cambiaron los escapularios por las cuentas bancarias, las indulgencias por la libre empresa. Se gesta el Querétaro nuevo, el “polo de desarrollo regional”. Es el año 2000.
La sociedad religiosa de los siglos XV111, X1X y principios del XX, que se mantuvo en el rito por más de trescientos años, abandona su antigua religiosidad, para volver por sus fueros a ser la ciudad pujante, la tercera ciudad de la Nueva España, la gran metrópoli de tierra adentro
Aquí se vuelven a avecindar los españoles con la discrecionalidad que se les permite, en sus mueblerías, hoteles y panaderías, comienza a surgir la ciudad promotora del cambio en este país.
El pensamiento de los nuevos moradores está dividido, entre los que buscan en las filosofías orientales su realización, entre las múltiples agrupaciones de corte protestante, que le fueron extrañas a esta tierra durante siglos, entre los nuevos y fuertes movimientos católicos y entre los consumidores que tienen su fe en el nuevo dios, las tarjetas de crédito.
Se levantan templos y capillas católicas, lo mismo que de corte protestante o americano, en todas las colonias y fraccionamientos, sobre abundan aún en los pequeños asentamientos por muy pequeños que sean.
Estableciendo una analogía con las grandes órdenes religiosas que se establecieron en gran número, durante el apogeo de la ciudad, en el siglo XV111. La mayor parte de las organizaciones religiosas existentes en el país, tienen “casa” en Querétaro.
Hay dentro de los muros de la ciudad, por aquello de no me olvides, un intérprete de la vida de Querétaro, llamado Manuel Septién y Septién, nacido de una de las familias más antiguas de la ciudad, hombre brújula, hombre cultura, consultor indispensable, el historiador local por antonomasia.
Un viejo diccionario de 1908, dice sobre Querétaro: “Se cuenta con tres hoteles, varias sociedades, cafés, fondas, neverías y baños públicos y en gran número establecimientos industriales y de comercio. Para el alumbrado público, se cuentan 365 farolas, hay once escuelas de niños y siete mixtas.”
“Las obras más notables de las que debe enorgullecerse Querétaro son; El Acueducto, que provee de agua a la población y a las fábricas de Hércules y La Purísima.”
La Plaza de los escombros, la antigua Plaza de San Francisco, El Jardín Zenea, el llamado jardín Obregón, centro e inicio de todos los caminos que entran y salen de la ciudad, ha visto pasar la vida e historia de Querétaro desde 1531.