Reivindican a Juana Catalina Romero, empresaria emancipada en el siglo XIX
Francie Chassen-López publica biografía sobre mujer influyente del Istmo
Alondra Flores Soto
La Jornada
Hay muchos mitos acerca de Juana Cata. Uno de ellos es que tuvo un amorío con Porfirio Díaz, por lo que el dictador le construyó el tren para que pasara frente a su chalet de estilo francés, con el fin de restarle capacidad a la mujer y atribuir sus logros a un hombre, opina la historiadora Francie Chassen-López, quien ha indagado en la biografía de esta excepcional oaxaqueña que de joven vendía cigarrillos en las calles de Tehuantepec y después se convirtió en espía, comerciante, modernizadora y fundadora de escuelas.
Hay una tendencia a no reconocer a las mujeres en la historia, dice en entrevista la autora del libro Mujer y poder en el siglo XIX (Taurus), el cual ahonda en la biografía de Juana Catarina Romero y hace una minuciosa investigación sobre un periodo convulso en la historia mexicana, desde la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa hasta el Porfiriato, observado desde la ciudad estratégica del sur de Oaxaca.
Juana Cata fue libre, independiente y empresaria en una época en la que eso no era bien visto en una mujer, se relata en las páginas iniciales del texto, acerca de una época en que las integrantes de su género no tenían derecho al voto o a contender por puestos políticos; las de “buena honra se dedicaban a ser ángeles de sus hogares. Hacía falta escribir la historia extraordinaria de esta tehuana.
Juárez y Díaz
Chassen-López, catedrática de origen estadunidense, escribió también Oaxaca, entre el liberalismo y la Revolución: la perspectiva del sur (1867-1911), publicado en 2004. En ese libro estudié el papel de ese estado en la formación de la nación, en la época de Benito Juárez y Porfirio Díaz. Me llamó la atención que dos presidentes que la construyeron eran oaxaqueños.
Encontró que en los libros de historia las mujeres son invisibles, se convierten en una anécdota, aunque sí aparecían en los archivos. “Si uno ve con la lupa de la historia regional, ellas empiezan a surgir: eran terratenientes, comerciantes, educadoras. Me topé con Juana Cata; ella es la ventana para observar qué hizo la mujer en el siglo XIX, de qué era capaz y comparar lo que se dice con la verdad.
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? De la tehuana Juana Catalina Romero hay varios mitos, uno es que fue amante de Porfirio Díaz.Foto cortesía de Olga Teresa Salazar
Adoraba su ciudad. Todo está ligado al lugar en el que nació la protagonista, en 1837, y donde vivió hasta su muerte, en 1915. Pude armar cómo era el ambiente, la historia. Entonces, el libro resultó ser una doble biografía, de Tehuantepec, al tiempo que de ella.
Está situado en el Istmo, que era un punto de comercio boyante, reconocido por sus salineras y la producción de colorantes, como la grana cochinilla o el añil, además de la elaboración de textiles. También por los campos de caña de azúcar, industria que hizo prosperar a Juana Catarina Romero, primero con la siembra y luego con la fundación de un ingenio.
Elementos del vestido
Además, el traje de tehuana tiene un apartado especial en el libro de Chassen-López, indumentaria con elementos precolombinos e indígenas junto con olanes. Decía Andrés Henestrosa que el origen de esta palabra es Holanda, de donde venían los encajes que adornan las faldas del vestuario istmeño.
Las 500 páginas del libro son producto de una larga y exhaustiva investigación: Me llevó 14 años de trabajo entre elaborarlo y dar clases en la Universidad de Kentucky, donde enseña sobre género, etnicidad y la conformación de la nación.
Sólo durante el verano la autora podía viajar al Istmo para hacer su investigación, aunque vivió en México 18 años e hizo un posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México, describe la historiadora durante la entrevista, portando con una blusa de tehuana, bordada de flores violetas, aretes y un collar de filigrana dorada.
Fue un trabajo tremendo de detective, pues no encontró archivo personal de Juana Cata, ya que sus cartas se quemaron y otros documentos personales se perdieron en la gran inundación de 1944. Halló unas cartas a Porfirio Díaz y mucho sobre sus negocios en el archivo notarial en la ciudad de Oaxaca. Ayudaron mucho libros de viajeros, algunos hablaron de ella.
No haber localizado aquel material es lo que más me dolió porque quien hace una biografía quiere entrar en la mente del personaje.