La otra escena
Miguel Ángel Quemain
La Jornada Semanal.
El teatro mexicano respira de nuevo
Varios meses en terapia intensiva amenazaron terminar con una de nuestras artes más significativas, pues los hacedores más potentes e imaginativos conservan el aliento más primitivo de esta arte consistente en una vida comunitaria que se da al calor de las clases, las lecturas, los ensayos, la preparación de las obras, el estudio y la organización de los montajes teatrales.
Parte de la terapia intensiva fue la situación del teatro infantil. Ya referí aquí a las invencibles Marionetas de la Esquina, pero el problema va más allá y se plantea para un género, para un público y un estado del teatro. Se trata del teatro para niños que la UNAM ha hecho volver en una de las mejores coyunturas, la celebración del día del niño, y se pone a prueba con un formato en video y a distancia con obras de temáticas cercanas a la posibilidad de explicarse la contingencia que vivimos.
La noche de la huida, de La Liga Teatro Elástico, compañía de teatro de objetos y figuras animadas; Cuando sueño contigo, escrita y dirigida por Marcela Castillo, con la Compañía La Covacha Teatro; Nantli. La tierra espera, idea original y dirección de Susana Romo y mw. La vaca que baila tap, de Jimena Eme Vázquez, con la Compañía Caracola Producciones, bajo la dirección de Gina Botello.
Estas obras se podrán ver de manera gratuita a través de la página y el canal de Youtube de Teatro UNAM. Están dirigidas a niños desde dieciocho meses a más de siete años. Son producciones rigurosas, exigentes en su confección y en su concepción, y significan ofrecerle la oportunidad a estos conjuntos de creadores, que forman parte de una manera de hacer teatro, donde todos hacen de todo y con lo que hay. Mucha gente traduce, adapta, escribe, analiza, hace la interpretación de la obra, organiza una lectura en atril, en fin.
Por eso el enojo y la frustración se acentúan y lo que parece torpeza de las autoridades se lee como un profundo desprecio a todo lo que no es oropel. De pronto uno escucha que “no somos iguales”, pero se atreven a aplazar a artistas y creadores que si bien no son “los pobres” de sus estadísticas, sí son las víctimas de un medio que fagocita a los artistas independientes si no son apoyados transitoriamente con el desarrollo de proyectos, estímulos, becas y compra de sus funciones.
La UNAM ha sido fundamental en esta reactivación de lo escénico. Se tuvo la sensibilidad de considerar y de reconocer a Ceuvoz como un pilar de la rehabilitación del mundo postcovid. Quienes valoramos el trabajo de Luisa Huertas, vivimos la indignación insuficiente para rescatar a una institución (digo institución y no un negocio para enseñar a respirar) fundamental para el desarrollo del teatro y de las artes escénicas y musicales en aspectos técnicos necesarios.
El Covid-19 ha hecho un daño enorme entre aquellas personas que dependen de su aparato vocal para trabajar. El taller Respira México, compuesto por doce cápsulas, tiene el propósito de ofrecerle herramientas para que quienes padecieron Covid-19 puedan recuperar su capacidad pulmonar. La UNAM ha puesto al alcance de un gran sector de la sociedad estos instrumentos de rehabilitación. Lo interesante es que aprender a respirar significa aprender a estar con uno mismo y, aún sin postcovid, es auténticamente terapéutico para los claroscuros del confinamiento. La actriz y directora de Ceuvoz insiste en la necesidad del acompañamiento en el aprendizaje, pero quienes no cuenten con esa posibilidad harán bien en seguir responsablemente esta serie.
En este retorno está una de las figuras actorales fundamentales de nuestro teatro, Mauricio Davison, quien siempre creyó que podíamos volver al teatro con las medidas adecuadas y ahí está, en El Mercader de Venecia (de miércoles a domingo), dirigida por David Olguín; vamos a agradecerle la esperanza hoy a las 18:00 en el Teatro El Milagro. Se trata de un conjunto de artistas que a la muerte que más temen es a la muerte del teatro.