Los Franciscanos en Querétaro…
Por José Félix Zavala
Los Franciscanos en Querétaro
El templo y convento grande de San Francisco, es el punto de partida del desarrollo religioso, arquitectónico, social, económico y político del Querétaro occidental
Con la llegada de los franciscanos a Querétaro, en el siglo XVl, junto con el movimiento de la ocupación española, determinó el momento definitivo para la formación y conformación de la nueva sociedad queretana y de la nueva traza de la ciudad y el progreso económico de la región.
Dado el origen mesoamericano de Querétaro, ubicado desde el 400 a. C. La invasión o repliegue los otomíes al mando de Conín en 1531 hacia Querétaro da por resultado que para mediados del siglo XVl, se diera una transformación y recomposición de la antigua ciudad en su arquitectura y de su sociedad, donde los españoles pasarán a ocupar un lugar preponderante.
Son los españoles los nuevos habitantes y “fundadores” de Querétaro y “propietarios” de la población, mientras los indios comienzan a ser desplazados hacia otras poblaciones o fundan barrios alrededor de la nueva población.
Para 1585, ya se habla de un convento “en toda forma”, con actividades que distinguían su vida y sus objetivos, como eran el monasterio, la parroquia, la doctrina, el noviciado, los estudios de gramática, latín, y otros.
La idea de la evangelización en los frailes y para la corona española, no tenía un carácter puramente religioso, sino más bien un sentido programático, mucho más profundo, que consistía en regular la sociedad naciente en América y esta sociedad, debería ser creada con un nuevo esquema social.
Los frailes adquirieron un carácter de autoridad casi absoluta, a su cargo estaba el deterioro, ideológico y cultural de la civilización mesoamericana, con el respaldo de la fuerza militar, que repercutiría en lo económico a favor de los conquistadores y demás españoles venidos a estas tierras.
Querétaro pasa a ser de un pueblo indígena participante en la génesis arquitectónica, la cual iba desde la mano de obra hasta la participación directa como inversionista, a una ciudad de convivencia inter étnica en el siglo XVll, donde los criollos fueron ocupando la toma de decisiones y la conformación social y productiva.
El Convento Grande de San Francisco, es claro que en sus tres períodos de construcción, va marcando el desarrollo de la población y su auge. Este centro civilizador occidental, se convierte poco a poco en una ciudadela, dentro de la ciudad, abarca el equivalente a seis manzanas y se abastece así mismo.
El siglo XVll será el siglo de los benefactores, una sociedad criolla que deseaba trascender y consolidando su identidad, aportaban importantes donaciones para el engrandecimiento del culto encabezado por los franciscanos.
El pueblo de indios, como lo fue en un principio Querétaro, se distinguía por tener un gobierno propio, cuyo gobernador Conín lo fue hasta su muerte en 1571.
Para 1578 ya es regulado Querétaro por los españoles y apoyado en los patrones culturales mesoamericanos, por los otomíes aliados, lo mismo que por los tarascos y mexicas.
Principalmente Altepetl identificado como Tlachco, Nda Maxei o Querétaro, regidor de una comunidad formada por calpullis, a partir de un centro ceremonial, religioso y político, ahora llamado El Cerrito, como era en los tiempos prehispánicos, pasó la estafeta, a El Convento Grande de San Francisco, quién jugó este papel para los indios.
Por el contrario, los españoles partían del concepto de La Plaza Pública y alrededor de ella, las casas reales, los comercios, la parroquia y las habitaciones de los pobladores.
De esta forma quedó trazada la ciudad occidental de Querétaro a partir del Convento Grande de San Francisco, donde La Plaza de Arriba daba paso hacia el oriente a la conformación de los barrios indios y de La Plaza de Abajo a la traza reticular para los solares de los españoles.
“Desde cerca de la garita de La Cañada, hasta la de Celaya, desde el puente del cuartel nuevo hasta la capilla de la Cruz del Cerrito. De Tres plzas que tiene salen todas las calles, se compone de de ciento cincuenta y cinco cuadras, de doscientas setenta y dos calles, callejones y plazuelas”.
Junto con la segunda reedificación del Convento Grande de San Francisco, en el siglo XVll, la población de Querétaro, se convierte en el granero más importante de Nueva España y su población se va incrementando rápidamente. De mil habitantes en 1590, pasa a cinco mil en 1630, a 27 mil en 1746 y a 77 mil en 1793.
Es importante tener presente que la reconstrucción del Convento de San Francisco en el siglo XVll, ya realizada por los españoles, junto con las actividades de todo tipo que se dieron en su interior, tuvieron una gran repercusión en la vida social y económica de Querétaro en la región.
Para 1644 se da comienzo a una nueva edificación tanto del templo como del convento y se crean las cinco capillas del atrio.
Esta ciudadela franciscana, al igual que los otros grandes conventos de las demás ordenes religiosas, establecidas en Querétaro, se fueron instalando en la ciudad, patrocinadas por los queretanos en ascenso económico y social, estas fundaciones lo mismo influyeron y fueron influidas por este mismo desarrollo urbano.
En el caso del Convento de San Francisco el Grande, se dejó ver el progreso, en las seis manzanas que lo constituían, o 30 mil metros cuadrados, en las capillas que fueron construidas en el gran atrio-panteón, en la grandiosidad del templo y en los servicios y organización religiosa y social que poseían.
Era la casa capitular de la provincia franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán, Doctrina, única parroquia por doscientos años, con tres ayundantías, en San Sebastián, San Francisquito y el Espíritu Santo, parroquia que les es secularizada en 1759.
Los indios, con la exigencia de las capillas abierta, sus festividades al aire libre y la persistencia de sus rituales y celebraciones, hicieron posible su permanencia en la historia como cultura, como civilización agredida y amenazada de muerte.
El pueblo otomí en su asentamiento en Querétaro apartir del siglo XVl, es la pauta de la sobrevivencia mesoamericana en la región y del mestizaje racial, en la actualidad quedan enclaves de comunidades y del pueblo otomí, en la ciudad y otros lugares del estado, como Tolimán y Amealco.
Los documentos de “Mercedes reales en Querétaro” muestran que las estancias ganaderas podían ser vendidas, enajenadas, trocadas o cambiadas, después de una posesión mínima de cuatro años. Excepto donarlas a instituciones religiosas o solicitar tierras ocupadas por los indios.
Colegio Apostólico de Propaganda Fide
A mediados del siglo XVll, fray Antonio Linás, busca en España, la autorización para la fundación de un colegio, donde se capaciten los franciscanos, para enfrentar el reto misional en las zonas de la Sierra Gorda y el norte del país, resistentes aún, a 150 años de distancia de la invasión española, a la inculturación e invasión occidental.
En agosto de 1683, los frailes Antonio Linás y Juan Luzunaga, al frente, juntos 24 frailes, dan inicio en el convento de recolección, de la Santa Cruz de los Milagros, en cerro del Sangremal, al Colegio de Propaganda Fide, de este proyecto nacerán, otros colegios y los nuevos “misioneros”, encargados de trabajar con los indígenas en las regiones más agrestes de América.
El 12 de marzo de 1682, el Padre General de los franciscanos Jiménez Samaniego expidió las letras de su erección y el 8 de mayo del mismo año el Papa Inocencio Xl promulgó un Breve “Apostólico Sacrosancti apostolatus officium”, dando así respuesta a la petición del fraile Linás.
Los frailes que integraron este convento fueron reclutados en España, generalmente los que ingresaban durante el tiempo de este Colegio, también eran procedentes de la península, estaban obligados a permanecer en Nueva España y al servicio del Colegio por lo menos diez años.
En la loma del Sangremal o actual barrio de la Cruz, existió según la tradición una ermita donde se celebró la primera misa en la población, junto a ella pasaba el camino hacia México.
Junto a esta ermita en 1650 se edificó un templo y un convento de franciscanos, para 1666 se amplió el mencionado convento y se usó como casa de retiro y para 1683, se utilizó para El Colegio de propaganda Fide.
Este Colegio dependió del de propaganda de Roma, de un comisario de misiones residente en América y de un Comisario de Indias.
Es muy sabida la estricta disciplina que se observaba en el mencionado Colegio, tanto para entrar y salir de él, como para el canto del oficio divino día y noche, como para el estudio de las lenguas y la cultura mesoamericana y tierras de misión.
De este Colegio salieron los famosos colegios de propaganda Fide como fueron los de Guatemala, San Fernando en México, el de Guadalupe en Zacatecas o el de Pachuca, entre otros.
El Conde de regla, Pedro Romero de terreros y el Pbro. Juan Caballero y Osio, fueron benefactores de este Colegio, lo mismo construyeron la capilla de la Asunción, el camerín donde se guarda la Santa Cruz de los Milagros, factura de los días de la conquista de Querétaro y motivo de las grandiosas fiestas de septiembre.
De este Colegio salieron hombres como Fray Antonio de Margil a evangelizar a los Lacandones en al selva de Chiapas o Fray Junípero Serra, hacia la Sierra Gorda y después hacia las Californias.
En este monumental Colegio, por sus dimensiones, se encuentra el famoso árbol de las cruces, un sistema de recolección y aprovechamiento de las aguas de lluvia, el último arco que trae el agua de La cañada a la población de Querétaro, la primera fuente o caja distribuidora, numerosos patios, una cocina con un sistema de refrigeración para conservar alimentos.
En la capilla de la Asunción se encuentra la capilla al señor de Esquipulas, una monumental Cruz Atrial, la capilla de la Santa Escala, la cripta cava ex profeso en el cerro del Sangremal.
Para entonces Querétaro contaba con una población india de mas de diez mil habitantes y una cantidad casi igual de españoles y en la sierra más de 25 mil indígenas.
Querétaro comerciaba con las ciudades de Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato, San Miguel El Grande, Valladolid, Guadalajara, Huichapan, San Luis de la Paz, entre otras muchas.
Después de finales del siglo XVll, en el campo queretano se multiplican las casas suntuosas, de los hacendados, la producción agrícola se moderniza y en muchas haciendas se cuenta con obrajes.
El avance económico y social de Querétaro, se expresaba en la multiplicación de los edificios religiosos que fueron vistiendo muy lujosamente a la ciudad.
Convento de Religiosos Descalzos de la Provincia de San Diego, de México.
En España hacia 1510 se dio un movimiento reformista entre los franciscanos, teniendo como fundamento la exigencia del cumplimiento estricto de la regla franciscana
De las dos corrientes franciscanas durante el renacimiento español, una la de los humanistas y la otra de los observantes, la primera dedicó sus trabajos a la evangelización y la otra a la vida contemplativa.
Tal era el objetivo de la fundación del convento dieguino de San Antonio en Querétaro, por el año de 1613, a iniciativa de Fray Pedro de San Antonio, siendo su primer guardián, Fray Gabriel de los Angeles y su gran benefactor Juan Caballero y Osio.
La construcción del monasterio estuvo a cargo de Fray Pedro de San Antonio y uno de sus patrocinadores lo fue Antón Martín, quién donó las tierras de Pathé, para el mantenimiento de dicha casa de observancia estricta
El templo se terminó de construir en 1629, tiene una capilla anexa, llamada de la Santa escala, su convento se conserva en parte y los jardines de San Antonio y de La Corregidora formaron parte de él.
La posibilidad de que los franciscanos observantes o dieguinos pudieran tener una fundación en Querétaro se debe al apogeo y enriquecimiento de la ciudad y a la dirección levítica que se le dio a la población, quien se volcó en la factura de obras piadosas, tanto por españoles, como por indios principales.
Los indios tributaban a la iglesia y al Estado, los del barrio de Santiago, de San Francisquito, de San Sebastián, del Espíritu Santo, de Santa Ana, de San Pablo, de La Cañada, etc.
La concentración de tanta riqueza en los conventos y en la ciudad, influyó en la vida interior de éstos, introduciéndose costumbres perniciosas, fuera de la regla y los objetivos de sus principios monásticos.
Convento de recolección, casa noviciado y Santuario de Nuestra Señora del Pueblito.
Para 1736 se terminó de construir el templo de Nuestra señora del Pueblito y la imagen fue llevada a su santuario. Para 1766 se obtuvo la autorización real y de la Santa Sede, para la construcción de un convento de recolección y casa noviciado, junto al santuario, en el pueblo indio de San Francisco Galileo.
Florecían las haciendas de El Batán, Los Cues, Galindo, El Sáuz, La Llave, La Griega, Chichimequillas, Jurica, Atongo, Buenavista, el Jofre, entre otras muchas, que hacían la riqueza de la ciudad, transformada en suntuosos conventos y obras civiles de gran importancia.
Eran pueblos indios contribuyentes a la Corregiduría de letras de Querétaro, San Francisco Galileo, San Juan del Río, Ahuacatlán, Amealco, Tequisquiapan, Tolimanejo, Soriano.
El caso excepcional de la iglesia y convento agustino en la ciudad de Querétaro, muestran la gran diversidad de recursos con las que contaban las congregaciones religiosas, para llevar acabo sus empresas y la pericia de sus arquitectos y todo el personal de trabajo utilizado para esos fines.
La formación del sistema de haciendas fue la clave del desarrollo económico en Querétaro y su presencia política y social en el virreinato.
Prácticamente no existía hacienda importante en Querétaro que no contara con el patrocinio de una obra piadosa.