Coronavirus: tercera ola
Con un incremento de 19 por ciento respecto de la semana previa, los contagios de Covid-19 repuntan en México en forma sostenida desde finales de mayo pasado, lo que coloca a la pandemia en una nueva fase de expansión. Si bien los números diarios de infecciones han vuelto a ser similares a los de diciembre del año anterior y febrero del presente, el contexto es hoy sustancialmente diferente, dado que la suma de pacientes recuperados y la de quienes han recibido al menos una dosis de vacunación anti-Covid supera ya un tercio de la población adulta con un grado razonable de inmunización. Estos factores permiten explicar que las curvas de casos graves que requieren hospitalización y de defunciones, se han mantenido muy por debajo de la tasa de contagios.
Aun en tales circunstancias, la lenta pero inexorable reactivación de actividades en todos los ámbitos de la vida nacional, un relajamiento de las medidas higiénicas preventivas y la llegada a territorio nacional de nuevas variantes del SARS-CoV2 parecen ser las causas de la reactivación de la epidemia, fenómeno conocido como “tercera ola” que se ha presentado ya en diversos países en los que la pandemia parecía haber remitido. Un hecho importante a considerar es que el fenómeno se ha presentado incluso en naciones que llevan un avance sustancial en sus campañas de vacunación, como ocurrió recientemente en Chile y en algunos estados de Europa occidental.
Debe considerarse, con especial atención, el caso de Brasil, donde las nuevas infecciones se cuentan por decenas de miles cada día y las muertes, por miles, a pesar de que 40 por ciento de la población ha recibido al menos una dosis de alguna vacuna.
Así pues, la realidad epidémica no da motivos para el optimismo y menos aún para el triunfalismo. Si bien por ahora no parece probable que se configure en el país el escenario de pesadilla de la saturación hospitalaria, debe considerarse que más de 60 por ciento de la población adulta del país aún se encuentra expuesta al riesgo de sufrir cuadros graves de Covid-19. El grave colapso experimentado por la economía en el curso del año pasado no da margen para volver a la desactivación de sectores, y la reactivación es tan urgente como inevitable.
Por otra parte México resolvió desde un principio abstenerse de recurrir al confinamiento obligatorio de la población, toques de queda y medidas semejantes para las que no hay ninguna base ética, política ni legal. En tales circunstancias, para hacer frente a lo que es ya una tercera ola de la pandemia no queda más que la conciencia ciudadana para aplicar las medidas sanitarias ampliamente divulgadas: distanciamiento social, lavado frecuente de manos, uso de cubrebocas, reducción voluntaria de la movilidad y, desde luego, vacunarse. Es importante comprender que la escasez mundial de los biológicos dificulta un abasto más ágil de vacunas a nuestro país y, en consecuencia, acelerar el ritmo de la campaña de vacunación. De manera que toda la ciudadanía, pero en especial aquella que aún no ha sido convocada a los puestos de inoculación, debe armarse de paciencia y de prudencia en tanto le llega el turno.