Ingmar Bergman. El cineasta atormentado

Ingmar Bergman. El cineasta atormentado

? Juan Tejero

? Durante más de tres décadas, Ingmar Bergman dotó a su obra de una poderosa visión personal, teñida de dolor y pesimismo, y empeñada en explorar, con mirada lúcida y penetrante, el derrumbe de las relaciones humanas. La fuerza de sus convicciones y su habilidad técnica permitieron que sus películas fueran reconocidas como sinónimos de la vida y el carácter suecos, aunque en su indagación de sus obsesiones privadas a través de un medio público nunca perdió la individualidad de la que todo gran artista se sirve para trascender tiempo y lugar. Bergman bebió de la cultura y las costumbres de su país, y lo hizo con una sensibilidad intensamente personal.

Cuando sus filmes empezaron a traspasar las fronteras de Suecia en los años cincuenta, el impacto fue tremendo. Ingmar fue saludado como uno de los mejores artistas que había alumbrado el cine; algunos, incluso, lo describieron como un Shakespeare contemporáneo. Con el tiempo, esta explosión laudatoria dio paso a una evaluación más ponderada, y su insistencia en la melancolía y la desesperación empezó a ser considerada más como un tic que como un auténtico impulso creativo.

Pero cuando en 1983 anunció su retirada, su lugar en el olimpo del cine quedó asegurado.Bergman siempre dijo que la muerte le daba miedo. Lo que no le daba miedo era la vida. De hecho, nadie que haya visto su homenaje a la magia de la interpretación, Fanny y Alexander, puede dudar que Ingmar era un hombre para quien el arte era
alegría y liberación, tanto como un medio de explorar el sufrimiento humano, de taladrar a sus criaturas hasta lo más hondo del alma humana.

De ahí que su ojo implaCrítica El autor fundó en 1992 la revista Cinerama, que dirigió durante nueve años, y en 1998 T&B Editores (www.cinemitos.com/tbeditores/Paginas/home.asp). Desde la fundación de T&B compagina la labor de dirección de la editorial con la de escritor, así como la colaboración en diversos programas de radio y televisión. Es autor de numerosos artículos y libros. Recientemente ha publicado: John Wayne.

El vaquero que conquistó Hollywood (T&B Editores, 2007).1/2008(OK).qxd 9/7/08 10:46 Página 110
cable convirtiera la cámara en una observadora del dolor que el rostro enmascara.Consideramos a Ingmar como uno de los verdaderos maestros del cine mundial porque entendió mejor que nadie el poder del simbolismo y las posibilidades del primer plano. Ver una película del cineasta sueco es sentir que hemos visto lo que hay al otro
lado de la cortina, sólo porque la hemos mirado de frente.

La tormentosa obra de Bergman siempre ha tenido sus críticos, y siempre los tendrá. Para muchos era demasiado críptico y sombrío; demasiado apolítico para otros, y demasiado artístico para algunos más. Pero sobre la altura moral de su filmografía o su importancia en la historia del cine en general, del cine europeo en particular y
del cine sueco en el dominio local, no puede haber discusión. De hecho, desde finales de los años cincuenta y hasta finales de los setenta, Bergman habría aparecido en cualquier lista de grandes directores del cine mundial. Del mismo modo, ninguna encuesta dirigida a los críticos habría omitido Fresas salvajes y El séptimo sello, dos
títulos que junto a Sonrisas de una noche de verano componen un hat-trick deslumbrante, producido en menos de tres años.

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