Cinco años de investigación arqueológica en El Pueblito
El Santuario Prehispánico del Cerrito.
Desde el año 300 antes de la era cristiana, con la llamada cultura de Chupícuaro y posteriormente con la teotihuacana y la tolteca, continuando con el poblamiento chichimeca y otomí, inmediatamente anterior a la llegada de los españoles a este Valle de Querétaro.
Los 300 años de coloniaje europeo en mesoamérica, los 190 años del México independiente y hasta nuestros días, ha existido una habitación humana permanente y en constante movilidad y superación, en lo que ahora llamamos el Valle y la ciudad de Querétaro, abarcando un periodo superior a los 2300 años de antigüedad e historia continuada, a la que todos debemos tener acceso y conocimiento.
Miguel León Portillo acaba de declarar en Santader España, el pasado 27 de julio que “Nosotros tenemos respecto del pasado prehispánico varios tipos de manantiales de información, uno de ellos es la arqueología, otro es el desciframiento de las lenguas indígenas como la maya, en donde se ha avanzado mucho”.
Mientras Enrique Florescano nos dice que: “Contrariamente a una antigua tradición, hoy se acepta que la memoria no es el conjunto de documentos que heredamos del pasado, sino una reconstrucción continua hecha por los actores individuales y colectivos de la historia”.
En este texto compilo la información de Daniel Valencia Cruz, responsable de la zona arqueológica del Cerrito, del cronista del Pueblito Esteban López, del cronista de la Cañada Guillermo Hernández Requenes y del historiador David Wright, que unidos a otros autores y a mis textos: “El culto indígena a la Virgen del Pueblito” y “470 años de cristianismo en Querétaro”, entre otros documentan esa permanencia.
Los primeros asentamientos humanos en Querétaro, fueron afines y contemporáneos a la cultura de Chupícuaro, en el preclásico superior de la civilización mesoamericana.
A partir de la estructura social, política y territorial de Chupícuaro, los habitantes de la región de Querétaro desarrollaron expresiones culturales propias dentro del contexto de la civilización mesoamericana.
Hacia el año 400 d C., el Altepetl queretano, que conocemos en la región de Querétaro, por la pirámide de El Cerrito, el centro ceremonial y su zona urbana prehispánica, surge como cabecera política y religiosa de un conjunto de asentamientos densamente poblados, que tienen su expresión máxima en la monumentalidad encontrada y por restaurar en la mencionada pirámide y su entorno.
Junto a este centro rector que denominamos El Cerrito, se integrarán asentamientos de carácter religioso y habitacional, conjuntos urbanos ubicados en el Cerro Gordo, Balvanera, La Magdalena, Santa Bárbara, La Negreta y las márgenes del río El Pueblito.
El Cerrito tuvo una larga permanencia como centro político y religioso regional, siendo contemporáneo de Teotihuacán y Tula.
El Mayor auge de El Cerrito, se da en el post clásico, del año 450- al 850 d. C., cuando este centro urbano estuvo vinculado a la cultura Tolteca.
Por esta época se da un crecimiento del centro ceremonial, basada principalmente en asentamientos urbanos de mayor número de habitantes alrededor de él.
El Cerrito funcionó como centro político y religioso regional de gran importancia regional, desde el año 400 al 1500, de la era cristiana.
Con el devenir y crecimiento urbano del Valle y la región, El Cerrito se convierte en un espacio sagrado o santuario. Se advierte arqueológicamente en los edificios y altares existentes alrededor de la pirámide, que son expresiones de actividades religiosas en torno al culto de una deidad femenina, muy seguramente la Madre Vieja o Madre de los dioses.
En este santuario se conciliaron las pugnas entre los pueblos que compartieron los territorios y acudieron a él, los Señores y Caciques, para legitimizar su poder y a recibir conocimientos propios de su status.
El Cerrito al momento de la invasión española estaba ocupado por chichimecas, con culturas sedentaria y seminómada, a los que se habían agregado, los otomíes y tarascos.
Durante el período colonial, El Cerrito, continuó siendo un ligar sobresaliente en la historia local. En 1632 se coloca en él una imagen de la Virgen María, en un altar de esta zona arqueológica, por el cura de Querétaro, fraile franciscano del Convento de Santiago.
Este año de 1632 marca el descenso y comienzo de la destrucción de este centro ceremonial mesoamericano, debido entre varias cosas, al abandono del culto en el lugar, que había perdurado hasta principios del siglo XVll.
Lo mismo por el saqueo, el desprecio de los conquistadores por nuestras prácticas religiosas, el robo, que duraría hasta muy avanzado el siglo XX.
En 1763 Francisco de Ajofrín visita El Pueblito: Habla en sus escritos de un ídolo en El Cerrito, describe el santuario ya occidental, levantado a Nuestra Señora del del Pueblito, madre de Dios y menciona la escalinata y basamento piramidal del Cerrito.
En 1777, El Cerrito sufre una excavación por parte de los frailes franciscanos, el testimonio lo hace el fraile Agustín Morfi.
El ingeniero Carlos Duparquet, su acompañante de viaje registra en dos dibujos al Cerrito, donde señala: Muros de estructuras principales, esculturas de Chac Mool y de atlantes o columnas, como parte de la pirámide.
A mitad del siglo XlX se construye en la cima del Cerrito un edificio que se le conoce como El Fortín.
En 1941 el arqueólogo Carlos Margain descubre algunos muros principales de la pirámide.
En 1984 la arqueóloga Ana Ma. Crespo, realiza mapeo, muestreo y pozos, determinando la zona arqueológica de El Cerrito.
En 1995 se da la recuperación de terrenos y algunas excavaciones de este centro ceremonial.
El 9 de noviembre del año 2000 se declara monumento arqueológico a El Cerrito.
El Cerrito mantiene hasta la actualidad una gran plataforma alargada, derrumbada y cortada en su parte media por la calle de acceso.
La Plataforma mide 130 metros de largo, por 30 metros de ancho, desconociéndose la altura, por el grado de deterioro que presenta.
Existe más arriba otra plataforma cuadrangular limitada por un muro de piedra que alcanza hasta seis metros de altura, por el lado sur 290 metros de largo y por el lado oriente 225 metros.
Al noreste de la plataforma existe una Plaza que se le conoce como De La Danza, esta construida por medio de un sistema de cajas de piedra, la fachada oriente de esta plaza forma talud y esta recubierta por piedras de basalto, recubiertas con estuco y color rojo.
El basamento piramidal es de 125 metros por lado y 30 metros de altura, donde se aprovechó el afloramiento rocoso.
Según las últimas exploraciones la pirámide tiene tres etapas reconstructivas, la primera fechada en el periodo epiclásico, la segunda fechada en el periodo postclásico temprano y la tercera en el postclásico tardío y todo el siglo XVl.
Existe en la zona arqueológica del Pueblito la llamada Plaza de las Esculturas, en la esquina sureste del basamento piramidal, la mejor conservada, tiene 72 metros de largo por 60 de ancho, en los extremos oriente y poniente, existen altares, se nota un muro en talud, en este lugar se han encontrado dos ofrendas consistentes en cráneos y sahumerios, se le conoce como el altar de los cráneos o zompantli.
En todas las estructuras del Cerrito y su centro ceremonial, se encuentran fragmentos de esculturas, lo que indica su importancia y la de los elementos arquitectónicos esculpidos como parte de la construcción y ornamentación del lugar.
Las esculturas presentan huellas de haber estado pigmentadas en colores rojo, amarillo y azul y en algunos casos recubiertos de estuco.
Estaban adornadas las fachadas y cornisas del edificio y los tableros de los muros de los basamentos piramidales.
Se han encontrado almenas en forma de caracoles cortados y flechas cruzadas, con motivos florales, chalchihuites y tamborcillos, todos formando frisos y enmarcamientos.
Ultimamente se encontró un chimal donde en el centro tiene una chalchihuite, rodeado de flores y encima una inscripción, que posiblemente sea el nombre original de este centro ceremonial.
Gran cantidad de los símbolos encontrados en El Cerrito, son similares a los de los sitios arqueológicos de Tula y Chi Chen Itzá.
En la primera etapa constructiva de este centro ceremonial y la pirámide, se encontraron piedras careadas, formando un muro vertical, con un basamento de 80 metros por lado y se fecha en el epiclásico.
En la segunda época reconstructiva esta formado el centro ceremonial de muros de piedra caliza formando tableros y taludes, seguramente con relieves escultóricos y coronamientos de tipo almena, esto es del post clásico temprano.
En la tercera etapa reconstructiva tiene grandes muros en talud de piedra basáltica recubierta de estuco, estructuras de tipo altar, sobrepuestas a los muros, se trata ya del post clásico tardío y de todo el siglo XVl.
El río El Pueblito mantiene importancia para el estudio de una habitación humana permanente en los últimos 2500 años en el valle de Querétaro. Porque en sus riveras se dieron asentamientos humanos en una fase muy temprana de la civilización mesomericana.
Se encuentran estos vestigios desde el nacimiento del río, en el cerro de Neverías, en territorio del municipio actual de Huimilpan, hasta el estado de Guanajuato, menciono, El Molinito, La Negreta, en una extensión de mas de 3 kilómetros.
Los primeros asentamientos humanos en las riveras del río Pueblito están fechados por el año 300, antes de la era cristiana, ubicados en las laderas de los cerros situados hacia el sur, donde el río Pueblito desemboca en el Valle de Querétaro.
Pertenecieron estos asentamientos humanos a la cultura de Chupícuaro, nacida en los márgenes del río Lerma.
La tradición cultural tolteca está presente en el Valle de Querétaro, en el Pueblito se construyeron nuevas edificaciones sobre el basamento piramidal de la fase anterior.
Allí se han encontrado figuras antropomorfas tipo Chac Mol, atlantes, relieves diversos y cerámica, claramente de filiación tolteca.
La Magdalena hacia el oeste y La Griega, hacia el oriente son otras muestras de esta cultura en el Valle de Querétaro.
La colonización del Bajío y especialmente de Querétaro se da en cuatro etapas:
La primera que la han llamado clandestina, cuando algunos grupos de otomíes encabezados por Conín llegaron a esta región para evitar el dominio de los europeos.
La segunda etapa se da con la integración de los otomíes al sistema novo hispano, cuando llegaron frailes, colonos, y otros indígenas del sur de mesoamerica al Valle de Querétaro y del Bajío.
La tercera etapa sucede con la lucha armada o la llamada guerra chichimeca, por cerca de 50 años.
Y la cuarta etapa abarca desde el cese de las hostilidades en el Valle, a finales del siglo XVl, hasta mediados del siglo XVlll.
El mito, los anales históricos, los cantos y la arquitectura de los centros ceremoniales fueron los transmisores de la historia mesoamericana, herida aparentemente de muerte, por occidente.