El Agua Potable en Querétaro
A finales del Siglo XVI, Conín y su hijo Diego eran poseedores de las aguas y de las mejores tierras en Querétaro y sus alrededores. Para ese entonces esta ciudad ya contaba con un complicado sistema de acequias para regar las huertas y mover el molino otorgado al hijo de Conín.
Los indígenas utilizaban el agua, ya desde entonces, que procedía de La Cañada y cercaban los ojos y veneros de agua, manteniéndolos limpios y sin la entrada del ganado que pudiera ensuciar los manantiales e impidiendo se cultivara en los márgenes.
Venían doce surcos salidos de la acequia principal del río que se repartían en diversas formas por la ciudad y sus contornos.
Adentrado el Siglo XVII, los obrajes se fueron estableciendo a lo largo del río donde lavaban y teñían la lana y los despojos de los animales sacrificados y los sobrantes del teñido iban a dar al río.
Se estableció que en las cercanías de la acequia madre que partía del río hacia la ciudad no debían de existir rastros, ni carnicerías, ni debían echarse despojos de ganado, ni se matara o lavara y estaba prohibido en las alcantarillas hacer muladares como los que alguna vez existieron en las cercanías del Convento Grande de San Francisco y del Carmen.
Más de alguna vez se tuvo que contratar al Alarife Francisco de Echavida para que revisara el paso de las aguas que venían de La Cañada y del Pueblito para mantener limpias las aguas.
Sin embargo para mitad del Siglo XVII, las aguas estaban contaminadas principalmente por la actitud de los obrajes y tenerías “En el tiempo de doscientos doce años de la conquista de la referida Ciudad de Querétaro no se vendía a español alguno un palmo de tierra, ni menos se les permitía avecindarse y los indios eran ricos, libres, soberbios, audaces, atrevidos, y no se sujetaban a la doctrina ni enseñanza del cura“.
A los indios les dieron el agua, Para que vivieran limpios
De crueldades y torpezas
De inmundicias y hechizos
…de todos estos milagros del agua,
Lo que inferimos Es que a imitación del agua
Los indios hacen prodigios
Los indios siembran los campos
Todo lo hacen los indios
Los indios de La Cañada eran los más ricos de la región, seguidos de los del Pueblito. La acequia madre pasaba primeramente por la huerta, colegios y templo de La Compañía de Jesús, y terminaba en las tierras cercanas al Barrio de Santa Ana. Los indios en algún tiempo solicitaron conducir temporalmente el agua por la acequia de callejas, hacia los barrios de Pathé, de Tarascos y del Espíritu Santo, pero los obrajes y tenerías seguían causando muchos problemas al contaminar el agua.
La introducción de agua potable para Querétaro era urgente porque ya ni las cisternas, ni los pozos artesianos, ni el servicio de aguadores, ni el agua de lluvia eran suficientes para proveer a la ciu7dad y el agua del río estaba contaminada.
Los ojos de agua, considerados como los mejores y los más limpios, eran los del Capulín en La Cañada, por lo que era necesario conducir esta agua a pilas públicas a la Ciudad de Querétaro, por lo que para 1726 el Marqués Juan Antonio de Urrutia fue comisionado para las obras del Acueducto para la conducción de las aguas puras y limpias del ojo de agua del Capulín.
Se construyó una alberca en los ojos de agua del Capulín y se procedió a la nivelación y construcción de la atarjea que llevaría el agua a la ciudad y aunque era más fácil que no llegara a la Loma del Sangremal por la dificultad de la altura, se tuvo que cubrir esta dificultad para no dejar desprovisto de agua al Convento de la Santa Cruz, por lo que tendría que salvarse el vado que se daba a la altura de la Hacienda de Carretas, por lo que fue necesario construir el Acueducto y es así como fueron construidos los 74 arcos para librar el vado y para lo que fueron necesarios esfuerzos muy grandes para la cimentación del Acueducto.
“Fueron necesarias cinco varas de frente, veinte de bogeo, y catorce de profundidad como cimientos para los pilares de piedra de sillería con distancia de dieciocho varas entre cada pilar. En la cima de la arquería corre un ducto donde el agua baja lentamente que desembocará en una alberca en el interior del Convento de la Cruz y se distribuirá por ductos de barrohacia las Cajas de Agua y Fuentes.
Así pues el conducto del agua desde El Capulín tiene tres obras específicas, primero la construcción de la alberca donde se capta el agua de los veneros del Capulín, segundo la construcción del ducto o atarjea que conducirá el agua que librará el vado a través de 74 arcos y tercero la construcción de una red de distribución con tuberías de piedra y barro, alcantarillas, etc.
El Marqués Antonio de Urrutia y Arana realizó un contrato con el Ayuntamiento de la ciudad y estuvo al cuidado de esta obra y fue su lugarteniente José Urtiaga Salazar, Alferes Real, Coronel y Regidor, así como dueño de obrajes, batanes y haciendas y estuvo al frente de los pagos y suministros necesario; en 1724 los sustituyó el Marqués Santiago de Villanueva, hombre muy rico y dueño de la Hacienda de Jurica.
La obra del S. XVIII, funcionó hasta la mitad del Siglo XX como único surtidor de agua potable del pueblo de Querétaro y con excedentes para el riego de huertas, viñas y campos de cultivo.