Estas pérdidas en casi todos los deciles y ganancia en el más pobre implicaron que el 10 por ciento más rico de la población, de acuerdo con información proveniente de datos levantados en 105 mil 483 viviendas durante los duros meses de agosto a noviembre del 2020, redujera su participación en el ingreso total de 33.7 por ciento en 2018 a 32.5 en 2020. En el otro extremo, el 10 por ciento más pobre aumentó su participación en el ingreso total de 1.8 a 2 por ciento. Pese a estos cambios, la concentración del ingreso en nuestro país sigue siendo muy severa. Utilizando un indicador común, la comparación del ingreso del quintil más rico contra el más pobre, el 20 por ciento más rico y el 20 más pobre, tenemos que el primero se apropia 9.08 veces del ingreso de los más pobres. En 2018 esta comparación mostró que el 20 por ciento más rico se apropió 9. 65 veces del ingreso del 20 por ciento más pobre.
Si enfocamos la comparación a nivel de decil, es decir de 10 por ciento de los hogares, tenemos que el decil X, el de mayores ingresos en 2020, se apropió 16.43 veces del ingreso percibido por el 10 por ciento más pobre. Abriendo la comparación, esta Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2020 muestra que ese 10 por ciento más rico de los hogares mexicanos percibe un ingreso 1.09 veces mayor que el 60 por ciento más pobre. Con la pérdida de ingreso señalada para el decil X, la información documenta reducciones en las comparaciones señaladas, respecto a 2018, lo que indicaría que con la pandemia la concentración del ingreso no aumentó, lo que es un resultado contrario a lo esperado.
Sin embargo, esto no necesariamente es preciso. Las encuestas ingreso-gasto, normalmente subestiman los ingresos de los más ricos y sobreestiman los de los más pobres. Por eso, es indispensable ajustar esta información con otras fuentes de información para dimensionar adecuadamente la magnitud de la concentración. Una fuente que corrige la subestimación del ingreso de los más ricos es la ofrecida en la World Inequality Database. Según esta fuente, en 2019 el 10 por ciento más rico de la población de México se apropió de 58.6 por ciento del ingreso total, mientras el 50 más pobre percibía 8.5. Para esta Enigh 2020, el 10 más rico se apropió de 32.5 por ciento del total mientras el 50 más pobre percibieron 21.9 del total. Las diferencias, como se aprecia, son abismales.
Pese a esto, la Enigh es una fuente importante por diversas razones. La amplitud de la muestra es decisiva: 105 mil 483 hogares entrevistados, de los que en 83 por ciento pudieron obtenerse resultados completos. Importa, además, que es una fuente consistente en el tiempo, es decir, es una encuesta que se realiza cada dos años, por supuesto con ajustes metodológicos, de modo que ofrece la posibilidad de análisis alargados en el tiempo. Además, ofrece información sobre distribución de ingresos y gastos, lo que permite conocer la manera en la que evolucionan las fuentes de ingreso y los rubros en los que se gasta. Hay posibilidades analíticas interesantes, a partir de información a nivel de las entidades, en diferentes tipos de localidades, por grupos de perceptores específicos: hombres, mujeres; con algún tipo de discapacidad, por grupos de edad, etcétera.
La imagen general, pese a los cambios reportados por esta Enigh, sigue siendo la de un país con grandes diferencias de ingreso entre pobres y ricos; diferencia que llegan a 34.3 por ciento en el ingreso de hombres y mujeres; diferencias derivadas de los niveles educativos: una persona con estudios universitarios percibe el triple de ingresos que quienes sólo tienen educación primaria; diferencias derivadas de consideraciones étnicas, agravadas por el género. Estas diferencias agravadas por la pandemia, revierten logros que costaron años de esfuerzo. Revertir estas pérdidas tendría que estar en el centro de las acciones gubernamentales, las que no se perciben si se atiende al presupuesto de egresos cuyos lineamientos anunció el nuevo secretario de Hacienda.